—Esa es la parte de la historia, en la que Halfindis, señor del mal, ha descendido a nuestro mundo, –dijo Isnirir –revivió a su servidor y le dio poder, con el cual tomó mi reino y hogar. Fui un tonto al creer que vivíamos en paz, sabiendo que nuestro enemigo no estaría tranquilo mucho tiempo, allá en sus tierras. Por ese descuido, mi esposa e hijos han muerto. Porque no he sido capaz de prevenir esta atrocidad.
Alkardas escribió en un trozo de papel el mensaje que enviaría hacia Goldanag, lo enrolló y le colocó el lacre sellado por el blasón de los Greywolf. Se lo entregó en manos a Wolfhem quien, a toda prisa, se dirigió a la torre del mensajero. Mientras tanto, uno de los sanadores del castillo, limpió las heridas de Isnirir y vendó su cuello para que las moscas no lo infectaran con sus huevos. Los dos reyes siguieron hablando hasta que el sol comenzó a ocultarse.
—Necesito que salves a mi reino –le pidió Isnirir a Alkardas –si es necesario te lo pediré de rodillas. No quiero que ellos sufran por mi culpa.
—Te prometo que no dejaré que tengan ese destino –dijo Alkardas. Este vio en el cielo unas extrañas aves que venían hacia la ciudad. –¿Qué es eso?
Isnirir miró las raras figuras que se acercaban rápidamente. Los guardias que custodiaban al rey hicieron lo mismo. Cuando estuvieron lo bastante cerca para reconocerlos, Alkardas junto, con su guardia, desenvainaron sus espadas. El señor de Fallstore le dijo a su reina que diera la alarma. Valeri dio la vuelta y puso rumbo hacia la fortaleza, cuando una de las criaturas, descendió en vuelo rapaz y tomando su espada degolló a la reina.
Alkardas corrió hacia donde yacía su amada esposa. No podía contener las lágrimas por la tristeza de su pérdida. Enojado, apretó la empuñadura de su espada y junto con su guardia enfrentaron a los enemigos. Estos peleaban ágilmente por no tener armadura, pero los fallstorianos eran igual de hábiles con ellas. Uno de los enemigos, dando muerte a varios de los guardias, tomó por el cuello a Isnirir. Wolfhem, quien había escuchado los ruidos desde la fortaleza, fue en la ayuda del rey bestia. El señor de Fallstore vio a su amigo, siendo ahorcado por una de las criaturas. Este se acercó a ella y la decapitó. El cuerpo del ser se transformó en una bruma negra, la cual desapareció rápidamente.
El rey trató de ayudar a su amigo, pero ya era demasiado tarde. Otra de las criaturas clavó su espada en el corazón del fallstoriano quien antes de cerrar los ojos, vio que el espectro era Golbón disfrazado. Este, con una risa de satisfacción dejo caer a su enemigo, el cual se desplomó sobre el duro suelo de granito. Isnirir tomó la daga de Alkardas y se la ensartó el mismo en su pecho, para que no pudieran llevarlo con vida. Golbón retornó hacia Ismiranoz donde su padre creador lo estaba esperando.
Wolfhem se arrodilló junto a su rey y cerró sus ojos. El señor de Ismiranoz con las manos en su pecho tapando su herida, llamó al capitán y le dijo:
—Debes advertirle al joven príncipe sobre lo sucedido. –susurró Isnirir dolorido –Dile que los algirianos volvieron y que debe salvar a mi reino. Solo así habremos vencido al mal –habiendo dicho esto el rey bestia murió acostado en el frío suelo de los lobos.
Cuando Golbón regresó al castillo de Lufnar, Halfindis lo esperaba sentado en el trono con varios soldados de Algirón protegiéndolo. Este, al ver llegar a su siervo, bajó de la plataforma y fue al encuentro del rey, quien parecía decepcionado por lo ocurrido.
—Isnirir ha muerto –dijo Golbón –su secreto lo hizo con él. Lo único que espero, es que podamos encontrar lo que buscamos con facilidad.
—Sin el rey bestia, no será nada fácil encontrarlo –dijo Halfindis rodeando a Golbón –pero si encontramos al vástago de Isnirir Carminen, puede que nos brinde la ayuda necesaria para acabar con esto. Solo así conseguiremos nuestro premio final.
—La conquista de toda Naraligian –dijo poniéndose de pie el algiriano –Tengo otra noticia que puede que te agrade. Alkardas Greywolf, junto con su esposa, murieron durante la caza del rey de Ismiranoz. La gente misma del reino de Fallstore ya no se sentirá segura sabiendo que no tendrán un rey o reina que los proteja de nuestra maldad.
—Aún hay uno que puede reclamar el trono de Fallstore. –dijo Halfindis mirando a Golbón quien le preguntó a quien se refería –Es aquel al que hace años debiste matar cuando era simplemente un niño, pero no pudiste hacerlo porque pereciste antes. Tú sabes de quien estoy hablando.
—Ponizok Greywolf –dijo sonriendo el señor de Algirón –me temo que a ese niño dentro de poco tiempo le llegará su muerte, jajajajajajaja.
6
Extraviados y condenados
La compañía de Ponizok ya se encontraba en el camino de Piedras y Lobos, el cual atravesaba el bosque de Alarbón, uniendo al reino de Goldanag, con el reino de Fallstore. Era la ruta que acostumbraban a usar mercaderes, tropas, mendigos y reyes. Todo aquel habitante que quisiera ir a cualquiera de esos dos reinos, debía tomar ese sendero o el camino de las Puntas Blancas, el cual era más peligroso y no tan confiable.
Su padre le había contado que ese bosque no era lo que parecía a simple vista. Grandes grupos de bandidos se ocultaban en ese lugar para no ser encerrados por los hombres del rey y terminar en calabozos o ultimados. Por eso todo aquel que usaba ese camino, debía ir armado, o con una escolta armada que lo protegiera.
El grupo más peligroso de este lugar era conocido como los Juramentados de la Ley. Estos, habían asaltado varias caravanas que venían con metales y gemas preciosas de Goldanag. Pulerg había enviado hombres para capturarlos, pero se escapaban como ratas entre los maizales. Por lo cual se decía que aún seguían allí, esperando al que estuviera desprotegido para tomarlo por sorpresa y capturarlo.
—Cuéntame más sobre tu hogar –dijo Kira mientras se acomodaba contra el pecho de su amado.
—Es un lugar frío, lleno de gente y de comida, la cual hace agua la boca de solo pensarlo. –dijo Ponizok acariciando el largo cabello de la joven –Las personas están felices, porque Faler nos regaló otro invierno. Ahora me gustaría que me cuentes algo sobre ti. Llevo todo el viaje contándote sobre quién soy, mi familia, amigos y mi hogar.
—Por mi parte no tengo lo mismo que tú. –dijo Kira –Mi familia fue asesinada cuando yo tenía doce años. Después de eso, me uní a la guardia de Argentian para poder seguir con mi vida y preparar mi venganza contra quienes me lo quitaron todo.
—¿Quién fue tu padre? –preguntó Ponizok –era alguna clase de mercader, prestamista o solo era un granjero.
—Mi querido padre era mercader en uno de los poblados de Strongrock, la actual fortaleza de la casa Ronhildum. –dijo la joven –Un día un grupo de asaltantes, trató de robarle, pero él se resistió y logró vencerlos. Pero eso no los detuvo de que, en la noche, vinieran y mataran a toda mi familia mientras dormían. Es por eso que no hablo mucho sobre ellos.
—Poni –dijo Nimbar acercándose al príncipe –deberíamos acampar. La noche se acerca y no hemos preparado fogata ni campamento aún.
El joven príncipe ordenó a sus hombres que se detuvieran y prepararan un lugar para descansar durante la noche. Con palos, ramas, troncos y hojas secas prepararon tres fogatas, de las cuales dos, ocuparía la guardia, mientras que la restante sería para Ponizok, Kira y Nimbar. Cinco de los veinte guardias, se introdujeron en el bosque con arcos, para poder conseguir algún conejo o faisán que les sirviera como alimento.
La oscuridad del bosque se hacía más espesa a cada segundo. Los hombres que habían ido a cazar no habían vuelto todavía. Hacía dos horas que se habían metido en el bosque y todavía no había ni una señal de ellos.
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