Vivimos inmersos en una realidad donde las leyes cuánticas actúan a nivel subatómico y que por ese mismo paradójico desconcierto cuántico Einstein afirmó: «quiere esto decir que si no miramos la luna, ¿esta no está ahí?».
Claro que no, quiere decir que tenemos un enorme valor y un potencial extraordinario si despertamos nuestra conciencia, si la activamos y la convertimos en vida, el gato vivo. La cuántica parece la ciencia de los milagros. Por eso, nos gustó tanto a los modernos buscadores de lo trascendente. La primera vez que me explicaron algo de esta física no fue en el colegio, sino en unas conferencias de Ciencia Cósmica en 1980, donde la mecánica cuántica era mencionada a propósito de mostrar el gran potencial energético desconocido. Y después no volví a recibir más informaciones hasta 1997 en un seminario llamado Hombre Nuevo donde me explicaron el impactante experimento de Young, 1801, el de la doble rendija. Es fascinante ser testigo de la evolución y expansión de la información que ha hecho de una ciencia tan elitista un conocimiento popular con la misión de mejorar el potencial humano de manera holística, cuerpo y espíritu, materia y energía. A la vez que le ofrecemos a la mente lógica elementos para trascender los límites y explorar el mundo de la conciencia. Porque salir de la confortable lógica cartesiana que le otorga a la razón y a la duda todo el poder del descubrimiento de la verdad no es tan sencillo. Después de cuatro siglos del nacimiento de la Ilustración me asombra su arraigo en la mente de la mayoría de las personas, a pesar de conocer que la genialidad de algunos de nuestros extraordinarios descubridores, inventores, artistas, filósofos y científicos nace de su inspiración intuitiva para la que no hay nada imposible.
Pero nosotros no somos el mundo observado, aunque nos identifiquemos con él. Somos observadores de mundos aportando cualidades con nuestras miradas y consciencias. Es por lo que todos buscan captar nuestra atención mental y emocionalmente en sus historias para obtener algún beneficio. La publicidad de este siglo ha multiplicado exponencialmente este efecto. A través de los dispositivos electrónicos se obtiene la atención dirigida a mensajes enviados, y de nuestras reacciones obtienen información para seguir enviándonos más mensajes irresistibles porque encajan perfectamente con nuestros deseos, gustos y comportamientos; estamos en la era del big data. Esta es la magia de la tecnología que conecta con nuestros sentidos y emociones manteniéndonos muy entretenidos mientras los demás sacan el mejor partido en el juego de «la Matrix».
Vamos distraídos en los escenarios de la vida donde todo el enfoque está dirigido a la supervivencia o a la obtención de placeres. Un conjunto de extractores de energía muy bien organizados. Todos los que deseamos maximizar nuestro rendimiento en beneficio propio de manera creativa y consciente sabemos que tenemos que interiorizar nuestra conciencia y dirigirnos al centro, tu propio centro. Os confirmo con toda certeza, avalada por la experiencia, que ese camino hacia el centro de ti es la aventura más increíble que hayas podido soñar jamás. Como en la obra Viaje al centro de la tierra, de Jules Verne, dentro de ti hay un mundo por descubrir donde primero encuentras lo que no eres, que son todas esas identificaciones con las cosas materiales, apegos, con personas y más apegos, con creencias, ideologías y fidelidades que no has revisado si te son útiles o no, pero a las que obedeces sin rechistar porque tienen una función cohesiva de todas tus acciones dándole un poco de sentido a la vida. Si quieres evolucionar o progresar es necesario dirigirse hacia tu propio centro dejando atrás de manera progresiva el pasado para existir en el presente y darle vida a un nuevo futuro intuido y anhelado donde el protagonista eres tú mismo.
Los buscadores de algo nuevo y diferente por los caminos de la conciencia no saben que en realidad se están buscando a sí mismos. Intuyen que en sus vidas solo se manifiesta una parte pequeña de la verdad. Intuyen que hay un pastel más grande al que hincarle el diente. Así es para la ambición de las cosas del mundo, pero igual es para el imperativo impulso del espíritu que te guía hacia ti mismo en tu mejor versión, con paz, equilibrio, fuerza y amor, principio y fin de todas las búsquedas. La brújula interior nos señala hacia la plenitud que es un estado expandido de la consciencia que algunos afortunados, entre las que me encuentro, han podido experimentar ocasionalmente. El reto consiste en mantener el estándar de ese nivel de consciencia en plenitud expansiva que requiere de mucha disciplina, atención y revisión de vida. Pero también es verdad que lo bueno se valora si se invierte un esfuerzo en conseguirlo.
La buena noticia de esta propuesta transformativa es que no hay que convertirse en un monje Shaolin para caminar en ella, cada uno empieza desde donde está porque lo que busca se encuentra justo ahí, con la edad que tienes, en el país que vives y con los aprendizajes adquiridos hasta que decides iniciar tu personal re-evolución .
Decidir la transformación es imprescindible porque estamos en el momento cero, atemporal, en tempus fugit a cada instante. El tiempo más que escaparse es prácticamente inexistente, también es el tesoro más preciado porque cada momento tiene un potencial extraordinario. Tu tiempo vale más que el oro y si aún no eres consciente de este valor otro lo tomará por ti. Dejadme aclarar que no son palabras que oímos y repetimos sin contenido alguno. El tiempo desde un punto de vista cuántico no existe, y miles de personas vivimos con la sensación de que los días se han convertido en horas o minutos. El que tiene la maestría del tiempo es capaz de crear en un momento lo que en el pasado hubiera necesitado años. Por eso, cada instante de tu tiempo tiene un grandísimo valor porque contiene el potencial de la eternidad. ¿Qué mejor empresa que dedicar tu tiempo a ti mismo?, ¿a recrearte desde dentro con nuevos conceptos y valores?, ¿a imprimir en tu memoria celular, atómica y subatómica una nueva autodefinición de ti que se manifieste de manera extraordinariamente diferente y satisfactoria en el mundo material?
Hagamos del tiempo un factor capital para desarrollarse evolutivamente, de la misma manera que lo haces con el dinero, es igual que una cuenta en el banco, trabaja con él como si fuese un plan de inversiones. El profesor Lanza, de la Universidad de Harvard, afirma categóricamente que el sujeto observador crea tiempo, y que este es solo un constructo de nuestra mente y sentidos limitados. Podemos crear tiempo, lo necesitamos para la transformación. La vida contemplativa y el silencio son creadores de tiempo. La conciencia pura amplifica el alcance activo en cualquier sistema facilitando de forma exponencial acontecimientos, lo que necesitó siglos ahora se crea en semanas.
Existe una fusión atemporal de pasado, presente y futuro, saltamos de uno a otro perdiendo nuestro equilibrio que solo se encuentra en el aquí y ahora. No se trata de vivir en modo carpe diem, que tanto hemos utilizado en la psicología de finales del siglo XX, de disfrutar y aprovechar el momento, con una connotación de aceleración vital, de escasez de tiempo, de carencia e incertidumbre, de consumir precipitadamente la vida como si no existiera mañana. Se trata de que hay que empezar con la atención y redireccionamiento enfocado de tu mente porque, en general, estamos muy dispersos procesando docenas de informaciones a la vez. Para que al final sepamos de todo y de todos menos de nosotros mismos. Para entrar en la escuela del autoconocimiento necesitamos un poco de disciplina que incluye, además, una mente enfocada a la participación del cuerpo. Nuestro cuerpo recibe muchos mensajes captando energías de todo tipo sin poderlas procesar. Por eso, es muy importante cuidarlo y mimarlo para que mejore con nosotros de manera integrada.
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