La experiencia como hecho social
Ensayos de sociología cultural
Santiago Carassale Real
Liliana Martínez Pérez
(coordinadores)
Estudio introductorio: experiencia, cultura y observación Estudio introductorio: experiencia, cultura y observación Santiago Carassale Real, Liliana Martínez Pérez Este libro se enmarca en el campo de la sociología cultural y sus artes, sus modos de hacer y de representarse. La (a)puesta fundamental pretende subrayar el ejercicio paralelo entre la experiencia investigada y la experiencia de investigar. Esta clave enfatiza en dos posibilidades: por un lado, la experiencia que constituye contenidos informativos; por el otro, la experiencia del observar y del escribir sobre lo que se observa. Aunque estas alternativas se mantienen diferenciadas, aquí se sostiene un juego contrapuntístico que busca generar un espacio de observación diferente en las ciencias sociales: un zigzagueante ir y venir entre las dos posibilidades de la investigación de las ciencias sociales: lo investigado y la investigación. La cultura, como objeto de investigación, ha sido abordada desde distintas perspectivas y disciplinas de las ciencias sociales —en particular, la antropología, la historia y la sociología— con la intención de definir y orientar (delimitar y encaminar) el contenido y el quehacer de las investigaciones culturales. En tal sentido, esta introducción propone un apretado balance de las conceptualizaciones clave en torno a la cultura, a la manera de un mapa que describe y localiza los fundamentos que sostienen las distintas indagaciones analíticas agrupadas en este libro, así como el horizonte de expectativas que ha guiado el seminario Sociología e Historia Cultural y el Programa de Acción de Línea Sociología en la Frontera en el que se emplazó este esfuerzo colectivo.
Santiago Carassale Real, Liliana Martínez Pérez
Primera parte La cultura como operación y acción simbólica Primera parte
1 La obsesión participante. Ensayo sobre el método 1. La obsesión participante. Ensayo sobre el método Federico Gobato ¿Acaso el lenguaje no tiene como condición, no solo implicar sino poner como un otro distinto de él mismo, a la realidad de que habla? michel de certeau (1993: 35)
Federico Gobato
2 Ocultamiento, privacidad y experiencia
Jorge Lavín García
3 Preguntas peligrosas. Sobre la (re)presentación, la entrevista y la violencia simbólica en la investigación
Luis Manuel Hernández Aguilar
Segunda parte La cultura como estructura de significados y performance
1 Calderón y el juego de la guerra. Performancecultural y política
Lucio Israel Cervantes Porrúa
2 Habitar la historia: lecturas y transgresiones del monumento conmemorativo
Carlos Nazario Mora Duro
Tercera parte La cultura como experiencia temporalizada
1 Testimonio de Judith
Eufemio Franco Pimentel
2 Regímenes de historicidad: entre la experiencia y la expectativa
Jorge Eduardo Suárez Gómez
Los autores
Notas
Créditos
Estudio introductorio: experiencia, cultura y observación
Santiago Carassale Real, Liliana Martínez Pérez
Este libro se enmarca en el campo de la sociología cultural y sus artes, sus modos de hacer y de representarse. La (a)puesta fundamental pretende subrayar el ejercicio paralelo entre la experiencia investigada y la experiencia de investigar. Esta clave enfatiza en dos posibilidades: por un lado, la experiencia que constituye contenidos informativos; por el otro, la experiencia del observar y del escribir sobre lo que se observa. Aunque estas alternativas se mantienen diferenciadas, aquí se sostiene un juego contrapuntístico que busca generar un espacio de observación diferente en las ciencias sociales: un zigzagueante ir y venir entre las dos posibilidades de la investigación de las ciencias sociales: lo investigado y la investigación.
La cultura, como objeto de investigación, ha sido abordada desde distintas perspectivas y disciplinas de las ciencias sociales —en particular, la antropología, la historia y la sociología— con la intención de definir y orientar (delimitar y encaminar) el contenido y el quehacer de las investigaciones culturales. En tal sentido, esta introducción propone un apretado balance de las conceptualizaciones clave en torno a la cultura, a la manera de un mapa que describe y localiza los fundamentos que sostienen las distintas indagaciones analíticas agrupadas en este libro, así como el horizonte de expectativas que ha guiado el seminario Sociología e Historia Cultural y el Programa de Acción de Línea Sociología en la Frontera en el que se emplazó este esfuerzo colectivo.
La cultura como operación y acción simbólica
Desde una perspectiva sociológica, Niklas Luhmann propone comprender la cultura como un concepto histórico cuya emergencia sitúa a partir de la segunda mitad del siglo xviii. Se trata de una operación que consiste en una observación de segundo orden, observación de observaciones, que sustituye las preguntas orientadas al qué se observa por las dirigidas al cómo se observa , algo propio de la modernidad enfrascada en comparar sociedades (Luhmann, [1995] 1997).
De este modo, el concepto de cultura aflora históricamente a partir del giro que significó observar observadores; preguntarse cómo los observadores observan y comparar estas observaciones con las realizadas por otros observadores. Según Luhmann: “muchos campos sociales se empezaron a observar con la observación de segundo orden y con los conceptos que esto requería […] Esto es válido, por ejemplo, […] para el nuevo concepto de ideología con el fin de observar la conducción del observador observado mediante ideas ( Beachtung der Steuerung der beobachteter Beobachter durch Ideen ), que son tomadas por ello (no importa por qué razón)” (Luhmann, 1997: 14). [1]
Aparece así un interés por la comparación (observación de observadores), el cual se pone de relieve a partir de un concepto de cultura “que está tomado del círculo ordenado de los temas de lo comparable y que expresamente así se presenta” (Luhmann, 1997: 16).
Este conocimiento comparativo, visible como cultura, relativiza la religión mediante su comparación con otras religiones, lo que no conduce, sin embargo, a que la cultura ocupe el lugar jerárquico que antes tenía la religión.
Asimismo, el lenguaje es objeto de comparación y estos intereses de comparación lingüística apuntalan el papel de la cultura, ya que por medio del lenguaje todo es intercambiable y, por tanto, comparable lingüísticamente. En este caso, de lo que se trata es del lenguaje escrito, dado que “con la escritura, las exteriorizaciones pueden ser formuladas de manera más libre y menos comprometida socialmente ya que se deslindan más de las situaciones sociales en las que los presentes reaccionan corporalmente y con ello perciben cómo se los percibe en la realidad” (Luhmann, 1997: 17).
Por ello, la cultura ocupa un metanivel, en el cual permanece indeterminada con respecto a las relaciones de orden social ( Vorrangverhältnisse ), al igual que los valores indeterminados, a la vez que debe ser compatible con diferentes prioridades.
De este descubrimiento se puede extraer una comparación triple, no solo porque lo comparado tiene que ser diferente, sino también porque debe ser elegido el punto de vista de la comparación (la cultura como observación), debe garantizarse la igualdad de lo comparado a pesar de la diferencia (observación de observadores) y debe asumirse la contingencia de la comparación.
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