Jorge Javier Pérez - Poemas en intimidad

JORGE JAVIER PÉREZ

POEMAS

en intimidad

Editorial Autores de Argentina

Pérez, Jorge Javier

Poemas en intimidad / Jorge Javier Pérez. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2020.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: online

ISBN 978-987-87-1015-0

1. Literatura Argentina. 2. Poesía. 3. Cuentos. I. Título.

CDD A860

Editorial Autores de Argentina

www.autoresdeargentina.com

Mail: info@autoresdeargentina.com

Diseño y autoría: Jorge Javier Perez

Autores invitados: Graciela Alicia Perez y Malena Díaz Perez

Asesor literario: Graciela Alicia Perez

Idea de tapas: Martina Díaz Perez

Tapa principal: Graciela Alicia Perez

Nombre de la Imagen: “Colores del atardecer”

Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

Impreso en Argentina – Printed in Argentina

Índice

-Prólogo- -PRÓLOGO- Estos sumisos versos fueron escritos, y dedicados a un pequeño pueblo llamado Villa Ventana, y a su Comarca Serrana. El apego, el llanto, la alegría, la tristeza, la memoria, la belleza, lo espiritual, lo residual en el tiempo, el amor, el rugido impotente, la paz, la sencillez, etc., manifiestan los mecanismos del corazón. Y ello lo íntimo del alma, que todavía no podemos representar, pero si, imaginar.

-Rugidos- -Rugidos- Ellos lastiman a la expresión, y no son los ruidos de la vida. Es un canto de dolor, por el derecho de estar vivo. Abruma, su expresión salvaje, al resto de los corazones, que parecen normales. La madre, su mejor olor, y su padre, la entereza de la ilusión. La resignación de los dos, humedece y oprime las fibras de la compasión. Concebir un hijo no es un castigo, sino un derecho divino de poder nacer, para el futuro de la humanidad. Es el tiempo del alma, que perdura en la eternidad.

-La guardiana- -La guardiana- En la mañana, murmuran las palomas la sequedad del calor. Amarillento el follaje, y con mirasoles tostados. Las ratuchas husmean; las garzas están ausentes en el agobiante paisaje. El tajante pajonal cede, ante el recio pampero, y rueda por la senda, hasta liarse en la alambrada. La Luna ilumina, la cumbre del Tres picos, y la ranita Serrana, en una nueva noche, con manchas rojas y amarillas, y de tenue verde en su piel, croa sin tregua, con ansias de humedad, y a punto de no cantar más. Apenas unas gotas caen, un suspiro de tierra mojada y la Villa se yergue. Comienza el nuevo día, y todos buscan comida para las hambrientas crías. Ella, una vez más, engendró sus deseos, cual guardiana de las sierras. .

-Cenizas- -Cenizas- ...Rogelio se fue al cielo... Un balido, conmueve al silencio. Las sierras agitaron al viento y ellas ya sienten su ausencia. Murmuran los pinares que lloran sobre la roca, y que gota a gota caen en el arroyo proclamando la partida. Perfuman sin reproche al amor sin consuelo, las damas de noche. El conjuro se rompió. Y en el ocaso, ella se desvaneció, convirtiéndose en el resplandor del nuevo amanecer. Cuesta abajo va la blanca melena, de silueta marcada por el dolor. El sendero la acaricia en la picada de su endeble derrotero. El canto dolido, de las aves en vuelo, se posan a su pasar. ¡No hay consuelo! Dos son las heridas, y también las cenizas esparcidas.

-Antojo- -Antojo- Corto, como un beso en la mejilla, los versos de las hojas verdes del álamo plateado, con el sol por delante. Pasión inadvertida, que perfuma todo el cuerpo al caer la tarde, como el vuelo de un Ada que besa mis ojos, con bellas caricias de pétalos rojos, para saciar, el glamur de mis antojos.

-Evocación- -Evocación- Tu beso en la frente, en el despertar de las mañanas, la caricia de tus dedos con piel de seda y algodón, recorren la mejilla hasta el mentón. En el abrazo sin fin, tu perfume, a limón y jazmín, El aroma, del pan tostado con manteca y miel. Y para no dejar de lado, el desayuno en la cama, para afrontar el nuevo día, como una proclama. Con el índice, corres la cortina, y por la ventana, los estáticos árboles de verdes brillantes, esperan la briza ausente para hacer sonar, la melodía del presente. ... Como no recordarte, si sos la que me criaste.

-Calla y escucha-

-Mañanitas-

-Fiel-

-Nuevo pimpollo-

-Delirio o coyuntura-

-Tan solo una-

-Si bien -

-Tan vieja como el viento-

-La “76”-

-Retrato-

-A pesar de todo-

-Sin discusión-

-Esbozo-

-Meticulosa-

-Esperanza-

-Ya no está-

-Sal- (De Graciela Alicia Perez)

-La vieja ruta-

-Pasión-

- Llévame-

-Temores-

-Al palo-

-Encantadora-

-El o La-

-La naranja- (De Malena Díaz Perez)

-Una de tantas melodías-

-El primer encuentro-

-La vergüenza también tiene cara de hereje-

-PROCLAMA-

-De igual a igual-

-Egoísta eternidad -

-A pesar de todo-

-La musa de Omero-

-Siempre-

-Auka-

-Tardíamente-

Biografía

-PRÓLOGO-

Estos sumisos versos fueron escritos, y dedicados a un pequeño pueblo llamado Villa Ventana, y a su Comarca Serrana.

El apego, el llanto, la alegría, la tristeza, la memoria, la belleza, lo espiritual, lo residual en el tiempo, el amor, el rugido impotente, la paz, la sencillez, etc., manifiestan los mecanismos del corazón. Y ello lo íntimo del alma, que todavía no podemos representar, pero si, imaginar.

-Rugidos-

Ellos lastiman a la expresión, y no son los ruidos de la vida.

Es un canto de dolor, por el derecho de estar vivo.

Abruma,

su expresión salvaje, al resto de los corazones, que parecen normales.

La madre, su mejor olor,

y su padre,

la entereza de la ilusión.

La resignación de los dos,

humedece y oprime las fibras de la compasión.

Concebir un hijo

no es un castigo, sino un derecho divino

de poder nacer,

para el futuro de la humanidad.

Es el tiempo del alma, que perdura en la eternidad.

-La guardiana-

En la mañana, murmuran las palomas la sequedad del calor. Amarillento el follaje,

y con mirasoles tostados.

Las ratuchas husmean;

las garzas están ausentes en el agobiante paisaje.

El tajante pajonal cede, ante el recio pampero, y rueda por la senda,

hasta liarse en la alambrada.

La Luna ilumina,

la cumbre del Tres picos, y la ranita Serrana,

en una nueva noche,

con manchas rojas y amarillas, y de tenue verde en su piel,

croa sin tregua, con ansias de humedad,

y a punto

de no cantar más.

Apenas unas gotas caen, un suspiro de tierra mojada y la Villa se yergue.

Comienza el nuevo día, y todos buscan comida

para las hambrientas crías.

Ella, una vez más,

engendró sus deseos, cual guardiana de las sierras.

.

-Cenizas-

...Rogelio se fue al cielo...

Un balido, conmueve al silencio.

Las sierras agitaron al viento y ellas ya sienten su ausencia.

Murmuran los pinares que lloran sobre la roca, y que gota a gota

caen en el arroyo proclamando la partida.

Perfuman sin reproche al amor sin consuelo, las damas de noche.

El conjuro se rompió.