Debo expresar mi más profunda gratitud a quienes me iniciaron en la pasión por la Reforma y Calvino y a quienes contribuyeron después con nuevos insumos y perspectivas. Sus nombres son: Ángel Reynoso, Mariano Ávila, Salatiel Palomino, Samuel Trujillo (†), Abel Clemente, José Luis Velazco y Eliseo Pérez-Álvarez. Su amistad y simpatía incondicionales han acompañado el fervor y la dedicación a este tema. En años recientes, los amigos Odair Pedroso Mateus, Germán Zijlstra, Eduardo Galasso Faria, Zwinglio M. Dias, Gonzalo Balderas, Alicia Mayer y Rubén Arjona, además de una nueva generación de estudiantes entusiastas, han expresado su interés en el trabajo llevado a cabo. Odair, en particular, desde la Alianza Reformada Mundial, y Germán desde la Alianza de Iglesias Presbiterianas y Reformadas de América Latina (AIPRAL). Desde España, Ignacio Simal ( Lupa Protestante y Ateneo Teológico) ha sido el cómplice ideal para estas y otras aventuras teológicas y editoriales, y Pedro Tarquis, quien abrió su espacio periodístico ( Protestante Digital ) para promover todo lo relacionado con Calvino. Este recuento de gratitudes estaría incompleto si no se mencionara a Lukas Vischer (†) y Serge Fornerod, de la Federación de Iglesias Protestantes Suizas, quienes estimularon la participación en las actividades internacionales de celebración del Jubileo de Calvino.
Leopoldo Cervantes-Ortiz
ASPECTOS INTRODUCTORIOS
¿Quién es y quién fue Calvino? Interpretaciones recientes
Eberhard Busch
I. Interpretaciones anteriores
Cuando miramos atrás en cuanto a las interpretaciones de Calvino de 100 años para acá, encontramos una amplia variedad de puntos de vista, si bien han definido durante décadas la apreciación de este reformador. Según Albrecht Ritschl, Calvino confundió y combinó la diferenciación luterana entre la Iglesia como agente de gracia y el Estado como agente de la “ley y el orden”. Así, Calvino pudo haber dicho algo impensable para los luteranos alemanes, esto es, que cada persona es igual ante la ley y que el derrocamiento de los tiranos por parte del pueblo es legítimo. 1Más recientemente, en 1940, Dietrich Bonhoeffer repitió esta afirmación en su Ética . 2En contraste, Jacob Burckhardt, el historiador de la cultura, en Basilea, señaló: “La tiranía de un solo hombre nunca fue promovida mejor que por Calvino, quien no sólo hizo de sus convicciones privadas una ley general y oprimió o confinó las demás opiniones sino que también insultó a todos constantemente considerando los asuntos más inocentes de prueba (taste)” . 3Siguiendo esta línea, el poeta Stefan Zweig utilizó, en 1937, esta caracterización de Calvino para acusar a Adolfo Hitler de ser un hombre satánico. 4Incluso Karl Barth escribió que, al considerar a Calvino vienen a la mente palabras como tiranía y fariseísmo. “A ninguno de nosotros... le gustaría haber vivido en esta santa ciudad [Ginebra]”. 5
Las tesis ampliamente difundidas de Max Weber acerca de que Calvino fue uno de los pilares del capitalismo fue repudiada por Ernst Troeltsch antes de que lo hiciera André Biéler. 6Según Troeltsch, fue más bien el caso del “socialismo religioso”, a comienzos del siglo XX, que surgió dentro de la tradición reformada, siguiendo los pasos de Calvino, muy diferente del luteranismo conservador y antidemocrático. 7En contraste con Troeltsch, Charles Hodge en Princeton, vio a Calvino como un representante de la doctrina luterana de “los dos reinos”. Pensaba que la Iglesia como tal no tenía nada que ver con asuntos seculares. Esto fue verdad incluso si, continúa Hodge, los políticos no silencian a los representantes de la Iglesia, cuando ellos dan testimonio de la verdad y la ley de Dios. 8De la misma manera, el holandés Abraham Kuyper declaró que por un lado el calvinismo distinguió fuertemente entre la Iglesia y el Estado, incluso en la cultura, pero por otro lado afirmó que ambos están directamente sujetos al gobierno divino. 9Lo que es verdad en la mayoría de estas interpretaciones es que todas hablan más generalmente del llamado calvinismo que de Calvino como tal o, como señaló Stanford Reid en 1991, hablan frecuentemente de Calvino, “sin tomarse la molestia de observar qué dijo él realmente”. 10
II. El núcleo de su teología
Probablemente sea cierto que cada época influye en los resultados de la investigación a la hora de formular preguntas. Pero uno debe decir, también, que los estudiosos de décadas anteriores “han hecho grandes esfuerzos” para escuchar cuidadosamente “lo que realmente dijo Calvino” dentro del horizonte de la Reforma, inicialmente en Francia y Ginebra. Esto ha tenido como resultado una mayor comprensión del hecho de que la Reforma de la Iglesia no debe medirse solamente por la figura de Lutero, como se hacía antes, sobre todo en Alemania. Ha quedado cada vez más claro que la formulación de la doctrina de la justificación no es la única diferencia decisiva entre la Reforma Protestante y el catolicismo romano. Esto debe afirmarse aun cuando Calvino ciertamente enseñó la justificación por la gracia sola, mientras, para estar seguro, insistió más que el luteranismo de su época en que la justificación y la santificación son inseparables. Al hacer eso, enfatizaba lo escrito en I Corintios 1.30: “Cristo Jesús nos es hecho sabiduría, justicia, santificación y redención”. Demostró, además, qué tan pura era su exposición de la doctrina de la justificación en 1547 en que fue la primera, en el ámbito protestante, que se diferenció de la doctrina propuesta por el Concilio de Trento, la cual era en sí misma una declaración sustantiva. Sus comentarios no se publicaron en el momento, aunque él estaba bien informado no sólo sobre el texto del Concilio sino también acerca de la discusiones conciliares. Este material no apareció en traducción alemana hasta la edición de estudio de Calvino en 1999. Como ha mostrado Anthony Lane, Calvino participó en la preparación del Concilio de Trento, especialmente en la reunión de Regensburg entre teólogos protestantes y católicos, cuya primera sesión estuvo dedicada al tema de la justificación. 11Y las discusiones van más allá entre los intérpretes de Calvino acerca de los alcances de esta participación en términos del entendimiento común posible entre ambas confesiones en cuanto a la afirmación paulina de Gálatas 2.6, según la cual la fe justifica sin las obras y Gálatas 5.6, sobre las obras de la fe mediante el amor.
En cualquier caso, Calvino establece su doctrina de la justificación sobre la base de la Reforma Protestante. No obstante, la diferencia decisiva con Roma se encontraba, para él, en otro aspecto. Bernard Cottret escribe en su biografía de Calvino, publicada en 1995 en París, que el llamado episodio de los panfletos (placards) a fines de 1534 en París representó para Calvino el punto de ruptura. Estos panfletos, colocados en varios lugares, dirigían una fuerte crítica a la misa católica basándose en la carta a los Hebreos: Cristo es el único mediador y el único sacerdote; mediante su sacrificio único transforma en ilusoria la dignidad sacerdotal de los oficiales eclesiásticos humanos, algo central para el pensamiento católico. 12Este contraste fundamental fue grabado en la mente de Calvino cuando el rey Francisco I preparó una procesión a lo largo de París, y al mismo tiempo eran “sacrificados” algunos “herejes”, es decir, fueron asesinados por oponerse a la doctrina del sacrificio. 13Al procesar todo esto, Calvino no optó por el servicio de predicación medieval como hizo Zwinglio, ni la liturgia dejó de tener importancia para él. Asimismo, como ha mostrado recientemente Christian Grosse, comenzó a desarrollar una liturgia siguiendo el modelo de la iglesia antigua. 14Como su centro es el Espíritu Santo “nos” comunica en la Cena del Señor la reconciliación con Dios mediada por Cristo, y en gratitud por ello, “nosotros” testificamos en el mismo evento que somos su comunidad. Calvino, el cuestionado soberano todopoderoso de Ginebra, no fue capaz, sin embargo, de persuadir al gobierno de la ciudad para que, según su profunda convicción, la Cena del Señor se realizase en cada servicio divino, acompañada por oraciones públicas (esto es, el Salterio) y la interpretación de la Sagrada Escritura (no como varias perícopas seleccionadas de la Biblia, sino como lectio continua , exposición de todos los libros de la Biblia). 15
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