InsectorX es sin duda uno de mis videojuegos favoritos. Recuerdo que cuando jugaba se me pasaban las horas volando. Tenía trece años la primera vez que lo vi en los recreativos de al lado de mi casa. Eran unos recreativos similares a los de la película Tron , pero sin ningún CCP que pusiera en peligro nuestras vidas. Lo que más me fascinó de este videojuego era consecuencia de la hermosa particularidad que lo distinguía. Al irse desplazando la pantalla, por la derecha iban apareciendo los distintos elementos propios del videojuego como: retos, peligros o premios que dejaban los enemigos al ser eliminados. Por supuesto, disponías de un tiempo limitado para interactuar con los elementos que aparecían por el lado derecho, para ser exactos, el tiempo que tardan en cruzar la pantalla y desaparecer para siempre por el lado izquierdo de la misma. Algunas veces más rápido, otras más lento. Todo esto resultaba interesantísimo, pero lo que me fascinaba era que daba igual lo que yo quisiera, el movimiento ininterrumpido de la pantalla «propulsaba» todos los elementos en mi dirección, hasta el punto en el que al final estaba obligado a tomar una decisión para resolver la interacción con ese elemento. Decisión que en última instancia se simplificaba en dos opciones: o lo atendía y trataba de resolverlo o lo dejaba pasar para que desapareciera por el lado izquierdo de la pantalla.
Así que los videojuegos en los que la pantalla se desplaza se promueve el afrontar decisiones que el videojuego te va «lanzando», directa o indirectamente, hacia ti.
Aun no lo sabía pero acababa de descubrir la segunda ley que a día de hoy forma parte de mi vida como videojuego y que muy pronto, espero, forme parte de la tuya:
Decidir te pone a los mandos de tu vida.
En el videojuego, que te quedes quieto en la pantalla no hace que esta deje de avanzar. La pantalla continúa su avance hacia la derecha desvelando el mundo, los retos, los peligros y dejando atrás importantes mejoras para tu personaje. Si te detienes, la pantalla te empujará por la izquierda, no dejará que te desvanezcas para siempre, porque eres el protagonista y aun estás con vida. Así que tu propósito es el de tomar decisiones sobre cada uno de los elementos que van apareciendo y así elegir el tipo de interacción que tendrás con ellos... Y créeme, el momento de encontrarte con el elemento en cuestión llegará, quieras o no, ya que en el peor de los casos, en el caso de que te mantengas estático, la pantalla te arrastrará a su encuentro, encuentro que, como ves, es inevitable.
En la vida sucede exactamente lo mismo. La vida avanza implacable, da igual que quieras o no, el tiempo cumple su papel, y la vida te mueve irremediablemente hacia adelante, en dirección a elementos y situaciones que tendrás que atender de una forma u otra. Cada vez que suceda algo en tu vida, cada vez que te encuentres ante una situación, un problema o un reto, el tiempo se encargará de que el momento del encuentro entre ambos sea inevitable, ese momento en el que tendrás que tomar la decisión: atenderlo o dejarlo marchar.
Tanto en el videojuego como en la vida, llegará el momento en el que estés frente a frente con aquello sobre lo que has de decidir.
No voy a entrar ahora en las ventajas o desventajas de atender o dejar pasar un reto, ya que es algo que abordaré más adelante y sobre lo que tú tienes, en cada caso, la última palabra. Lo que sí voy a contarte son los pros y los contras de ser proactivo o reactivo ante los elementos que te plantea la vida sobre los cuales tienes que decidir. Por cierto, cuando me refiero a elementos sobre la vida, hablo de retos, problemas, eventos, situaciones y todo aquello que requiera de tu intervención para ser resuelto a tu favor.
Cada vez que en el videojuego o en la vida aparece un elemento, obligatoriamente, tienes que atenderlo, es decir, tienes que tomar una decisión y elegir qué hacer con él. Esa decisión reducida al mínimo exponente consiste, como ya te he contado, en tratar de resolverlo o en «dejarlo pasar».
Cuando actúas de forma reactiva, es decir, cuando atiendes el siguiente elemento que se encuentra justo delante de ti sucede que:
— Careces de planificación alguna.
— Dispones de un menor tiempo para evaluar la situación.
— Fuerzas tomar decisiones más instintivas y menos racionales por falta de tiempo.
— Es posible que no dispongas de suficiente tiempo para atender dicho elemento, por la falta de planificación, y que esto te lleve a mal atenderlo o incluso a tener que «dejar pasar» otros elementos que sí te hubiese gustado atender.
— Ante imprevistos, las prisas forzadas con la que resuelves la situación, dado que es fácil que se te acumulen los elementos por atender, provoca que aumente tu estrés, llegando al punto de la ansiedad y dificultando la toma de decisiones tanto presentes como futuras.
— El orden para atender elementos se lo concedes a factores externos como, por ejemplo, otras personas, la vida o el videojuego.
— Te sientes víctima de las circunstancias sintiendo una perdida casi total del control de tu vida, con todas las emociones negativas que esto implica.
Actuar de forma reactiva favorece la ansiedad y el sentimiento de pérdida de control sobre tu vida.
En cambio, cuando actúas de forma proactiva, es decir, escogiendo cuál es el orden —en medida de lo posible y en función de tus prioridades— en el que vas a atender cada uno de los elementos que la vida o el videojuego te plantea pasa que:
— Son atendidos según una planificación previa.
— Dispones de un mayor tiempo para evaluar la situación.
— Tomas decisiones más racionales y acordes con tus prioridades y principios.
— Dispones de más tiempo para atender cada uno de los elementos, permitiéndote la posibilidad de elegir atender aun más o dedicarle más tiempo a los que escojas.
— Ante los imprevistos, no se genera un exceso de estrés por tener elementos pendientes de atender, favoreciendo un estado de paz con la cantidad ideal de estrés necesario para cada situación, sin llegar a provocar ansiedad.
— El orden en que atiendas cada uno de los elementos depende exclusivamente de ti.
— Te sientes protagonista de las circunstancias, estando al mando de tu vida.
Actuar de forma proactiva favorece sentirte en paz y a los mandos de tu vida.
Cuando jugaba al videojuego y me dedicaba a atender de uno en uno los elementos tal y como llegaban a mí, es decir de forma reactiva, se me iban acumulando los peligros y los beneficios en la pantalla, perdía toda posibilidad de tener un plan de acción, actuaba a la defensiva, perdía oportunidades, atendía elementos que no necesitaba y dejaba ir otros muy importantes... el caos reinaba por doquier, me sentía a merced total del videojuego y sentía que cada elemento sería el fin.
En cambio, cuando actuaba de forma proactiva, decidiendo de qué manera iba a interactuar con cada elemento y eligiendo el orden que consideraba más adecuado, el videojuego fluía. Atendía los elementos en función de mis necesidades, siempre tenía el mejor ataque posible, lo que favorecía que cada vez fuera más sencillo derrotar a los enemigos. Rara vez se acumulaban los elementos y rara vez perdía beneficios, sencillamente, todo era más divertido, era como un círculo de mejora continua, cuanto más proactivo era, más disfrutaba y mejor me iba. El videojuego estaba a mi servicio, era yo quien jugaba con él y cada elemento parecía dispuesto a mejorar aun más la experiencia.
En la vida sucede exactamente lo mismo. Comprendo que tomar decisiones sobre los elementos que van surgiendo no siempre resulta agradable o divertido, pero ten en cuenta que decidir es algo que has de hacer durante toda tu vida. Así que conviene que comiences a practicar cuanto antes. Ten en cuenta estos tres detalles:
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