Laura Emilia Pacheco - El infinito naufragio

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Poeta consciente de que el paso del tiempo es inexorable y todo lo devasta, José Emilio Pacheco es también un narrador que vislumbra lo fantástico aun en lo más cotidiano y explora la presencia del pasado que nos asedia. Crítico y ensayista, aplicó la agudeza de su mirada para describir las distintas realidades humanas y su condición siempre falible.El infinito naufragio reúne poemas, relatos e «inventarios» que dan cuenta de las inquietudes literarias que José Emilio Pacheco exploró e interrogó a lo largo de más de medio siglo de escritura. El lenguaje, la Historia como figura de reverencia y terror, la música, la naturaleza, la capacidad humana para la destrucción, la memoria, los naufragios —ancestrales y ordinarios— se dan cita en un volumen que muestra, tanto a los más experimentados como a las nuevas generaciones de lectores, que la de Pacheco es una obra llena de pasión por el mundo y de asombro ante su fugacidad. Siempre renovada por obra del lector, la suya es una de las voces imprescindibles y entrañables de la literatura en lengua castellana.

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4

El verano encerraba en un pozo de calor a Monterrey. La noche hervía en la Plaza de Armas. José Morales terminó de lustrar unos zapatos, recibió algunas monedas y siguió conversando con Teodoro:

—¿Así que tú también te pelaste de la Correccional de Ciudad Victoria?

—Pues aquí nomás. ¿A poco sólo tú tienes tus mañas?

—A mí me salió peor —dijo Morales—. Después me agarraron robando espejos de coche y, aunque todavía soy menor de edad, o eso creo porque no tengo acta de nacimiento, me mandaron al bote en San Luis Potosí con pura gente de lo peor. Allí me enseñaron todo lo bueno y lo malo que sé, desde bolear zapatos hasta abrir puertas con ganzúa.

”Cuando menos el botellón me aseguraba casa y comida. Yo no quería salir pero me echaron a la calle. Ahora hasta para ser cargador necesitas papeles y escuela. No encontraba chamba, dormía en los parques y comía basura arrebatándosela a los perros. No me quedó más remedio que meterme a una feria. Me daban algo de lana por pasarme de seis a doce, con la cabeza pintada para verme más negro de lo que soy, asomado a un hueco, esquivando las bolas de hilacha que me tiraban para divertirse. El que me ponía un chingadazo en la frente o en el hocico se llevaba un muñeco de barro o cualquier otra pendejada. Hasta que un cabrón quiso hacerse el muy salsa con su chamaca, envolvió una piedra dentro de la bolita y me descalabró. Salí furioso y le tiré los dientes a madrazos. Se armó un escándalo de la chingada y me pelé antes de que llegara la policía.

”Me vine para acá y hace un año que ando de bolero. Apenas gano para comerme unos tacos, pagar el cuarto, ir al cine y al box que me gusta mucho. Todo se me va en los materiales. He querido buscarle por otro lado pero no sé leer bien, aunque algo aprendí en el bote. Francamente más vale andar con tu cajón que trabajar de gato o lavando coches en una gasolinería. ¿No crees?”

—Para mí que estoy cojo sí aguanta la boleada, pero tú, Morales, eres bueno para los madrazos y estás a tiempo todavía. Conozco a un señor que tiene un gimnasio. Si quieres te lo presento.

5

Amigos radioescuchas, La Voz de la Laguna, trasmitiendo desde sus estudios en la bella ciudad de Torreón, les desea muy buenas noches y lleva hasta sus hogares una entrevista exclusiva con El Negro Morales, el sensacional noqueador tamaulipeco que anoche derrotó en el primer round a Carlitos Godoy, el hasta ayer invicto estilista de Gómez Palacio.

Como todos ustedes saben, la carrera de este joven peleador ha sido meteórica. El Negro Morales se perfila como el gran prospecto de la temporada boxística. En dos años y medio de actividad sobre los rings ha participado en treinta combates, de los cuales ha ganado veintiocho, dieciséis de ellos por nocaut; empatado una pelea y perdido otra por decisión. ¡Una sola vez conoció la derrota este muchacho que nació para el triunfo!

No creemos equivocarnos, amigos, al decir que ustedes también quedaron impresionados por el ponch, la velocidad y la decisión de este joven peleador que, estamos seguros, hará brillar su nombre al lado de los grandes campeones mexicanos. Con nosotros en el estudio, ¡El Negro Morales!

6

Terminó la instrucción militar. Los conscriptos rompieron filas. José Morales se alejó caminando a solas por la avenida bordeada de álamos. Enrique Altamirano le dio alcance:

—Espérame. Vámonos juntos. Te invito a comer.

—No, déjalo. Muchas gracias. Tengo que entrenar. El martes peleo en Durango.

—Espérate un momento. Me gustaría seguir hablando contigo. Quiero que entiendas bien lo que te he dicho.

—Mira, Enrique, te agradezco que te preocupes por mí. Tienes razón: el viejo me explota pero no puedo dejar el boxeo. Es lo único que sé hacer. Además cada vez que me trepo a un ring siento que me desquito de todo lo que me ha pasado. Ya sabes. No olvides que el viejo me consiguió el acta de nacimiento y el certificado de primaria.

—Entonces ¿para qué vienes a marchar? También hubiera podido sacarte chueca la cartilla.

—Sí, claro, pero se empeñó en que hiciera el Servicio Militar. Dice que es bueno para mi disciplina. Cuando tenga la cartilla podré conseguir el pasaporte e irme a California… Si no, me discriminan dos veces: por negro y por mexicano. ¡Imagínate!

—Te repito que es una tontería sentirse mal por lo que uno es. No hay nadie que tenga derecho a despreciar a otra persona.

—Para ti es fácil decirlo porque te ha ido bien. Tu familia te apoyó y pronto te recibirás de profesor. En cambio yo sólo tengo el box.

—No, José: tienes la vida por delante. Estudia, lee. Lee sobre todo los libros y las revistas que te di. Debes estar orgulloso de llamarte como él. Stalin es el hombre más bueno y más inteligente que existe. Sufre por los que sufren. No te conoce pero te comprende y lucha para que todo el mundo sea feliz.

—¿En serio?

—Claro que sí. Analiza su biografía. Aprende a usar el diccionario que te regalé y haz listas de todas las palabras que no sepas.

—Me aburre.

—Entonces permíteme que te lea y te vaya explicando.

—Bueno, cuando regrese de Durango.

7

En la semifinal El Negro Morales, que había llamado la atención en los rings del norte, tuvo su debut, beneficio y despedida en la Arena Coliseo al caer por nocaut técnico bajo los puños del extraordinario novato Pepe Ponce. En el primer round Ponce envió dos veces a la lona a Morales, que se vio lento y falto de reflejos. Al minuto y veinte segundos del tercer asalto, el árbitro detuvo la pelea cuando los ganchos de izquierda que hizo llover su implacable adversario ya habían transformado en zombi al indefenso Morales.

8

Editorial. Quousque tandem…? La Libertad de Prensa es garantía de la vida democrática y se ejerce sin restricciones en todo el país. Sin embargo, su ejercicio no debe confundirse, en aras de un falso y mal entendido liberalismo, con las incitaciones a la disolución social y la calumnia irrestricta contra autoridades legítimamente elegidas por el voto popular y contra empresarios que mantienen abiertas fuentes de trabajo para beneficio de muchas familias en nuestra región, y así contribuyen al notable desenvolvimiento económico, que ha sido el asombro de propios y extraños.

Motiva estas reflexiones la persistencia inexplicable de un pasquín disolvente, lleno de ideas exóticas e injurias al brillante régimen que preside el Señor Licenciado Don Miguel Alemán y ha puesto a México en un sitio de privilegio entre las naciones del orbe. El hediondo panfleto, mal impreso y peor redactado, se distribuye en escuelas y fábricas, a ciencia y paciencia de los responsables de vigilar el orden e impedir todo conato de subversión en una tierra como la nuestra que apenas se repone de largos años de violencia fratricida.

Perpetra ese crimen de lesa Patria un sedicente “profesor” que venenosamente infunde en la conciencia maleable de sus infortunados educandos ideas enemigas del bienestar social de que disfrutamos. Este agitador pretende ignorar que hace mucho el Pueblo de México, unido como un solo hombre, acabó con la nefanda y torpe “educación socialista”, error de pasados gobiernos, lacra de la que no quisiéramos ni acordarnos, disparate que autorizaba cualquier desenfreno de los cuerpos y de las conciencias.

La Sociedad exige ponerle un hasta aquí al rojillo de marras que tanto daño está sembrando no sólo entre la juventud estudiosa, porvenir radiante de México, sino entre obreros y campesinos, tan beneficiados por el dinámico régimen alemanista. ¡Basta ya! Preguntemos con el inmortal Cicerón: Quousque tandem abutere Altamirano patientia nostra?

9

Ya hay claridad de día cuando subes los siete pisos del edificio sin elevador en la colonia Escandón. Abres la puerta de tu departamento. Te desvistes y te arrojas a la cama. No puedes dormir. Te persigue la imagen de Enrique Altamirano. Altamirano bajo los golpes, en la pileta, sometido a los toques eléctricos en el cuerpo mojado. Altamirano sangrante, escupiendo los dientes, tumefacto, asfixiándose. Por último Altamirano inerte con los ojos abiertos. En tus treinta años de vida sólo dos personas se han portado bien contigo: Enrique Altamirano y Ernesto Domínguez Puga.

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