A partir del conflicto de Antioquía (probablemente en el año 49), no tenemos más noticias explícitas sobre relación alguna entre ambos apóstoles. De momento lo que se da es ruptura entre Pablo y las Iglesias de Jerusalén y Antioquía; él prefiere formar un equipo misionero propio, con Silas y Timoteo, y dirigirse hacia Europa. Pasado algún tiempo, no sabemos cuánto, Pedro abandona también Siria y se establece en Roma (dato garantizado por toda la tradición, que parte del mismo NT –cf. la ficción de 1 Pe, escrita supuestamente «en Babilonia»– y de Clemente Romano). A veces se ha especulado sobre si Pablo, al proyectar detenerse en Roma de paso para España (cf. Rom 15,24), pretendía «arreglar» la comunidad romana petrina («compartir con vosotros algún don espiritual para fortaleceros»: Rom 1,11); no es imposible, pero no hay indicios suficientes. En cuanto a encuentros entre ambos apóstoles en la capital del imperio, tampoco hay datos fiables.
4. La aportación del evangelio de Mateo
Ya hemos indicado que, en algunos pasajes de este evangelio, Pedro viene a suplantar al conjunto de los discípulos («crecimiento») y que en la narración del caminar Jesús sobre las aguas (Mt 14,28ss) hay una reminiscencia de la protofanía pascual. Ahora nos limitamos a la consideración de dos pasajes exclusivos de Mateo y estrictamente petrinos.
a) El llamado «texto del primado»: Mt 16,17-19
Se trata de una inserción mateana en la secuencia narrativa que comparte con los otros sinópticos. En ella resuena un texto Q: «Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar» (Mt 11,27 // Lc 10,22), solo que en tal pasaje no figura el Padre como revelador del Hijo, sino solo el Hijo como revelador del Padre. Según Mt 16,17, Pedro no ha descubierto a Jesús por deducción o por indicaciones de otros, sino que «te lo ha revelado mi Padre que está en los cielos», y esa revelación privilegiada le concede también un rango privilegiado entre los discípulos. Tenemos la impresión de que el primer evangelista ha elaborado un conjunto solemne partiendo de materiales previos, diversos y dispersos, que vamos a analizar someramente:
• |
La bienaventuranza inicial pudiera tener un origen apologético, surgida en un medio en que se conocía la expresión autobiográfica de Pablo en Gál 1,14-16: «el que me separó… me reveló a su Hijo… no consulté a la carne ni la sangre». La comunidad mateana, en un medio cercano a Antioquía, comunidad en la que Pablo tuvo una gran autoridad pero con la que posteriormente rompió en condiciones desagradables, con la fórmula «no la carne ni la sangre sino mi Padre… [te ha revelado que yo soy el Hijo]», afirmaría que Pedro no es inferior a Pablo en cuanto a capacitación apostólica 14. Por otra parte, la expresión «Simón, hijo de Jonás» (gr. Simôn Bariôna) está emparentada con la de Jn 1,42, «Simón, el hijo de Juan» (gr. Simôn ho huios Iôannou), lo que apunta a un material tradicional. |
• |
La expresión «Te digo que tú eres Pedro» es prácticamente idéntica a la de Jn 1,42 («serás llamado Kefas», klêthêsê Kêfas), y está en toda la tradición evangélica. |
• |
«Te daré las llaves» se inspira muy probablemente en Is 22,15-25. Allí el ministro Eliaquín tiene las llaves del palacio de Ezequías y controla el acceso al rey (o la exclusión del mismo). Hay que contar con que el logion mateano es originariamente independiente del «atar y desatar» que viene a continuación y que conocemos individualizado en Mt 18,18 y Jn 20,23. De ahí que el dicho de las llaves pudiera ser en su origen meramente misionero y de carácter positivo: Pedro, al revés que los escribas fariseos, que «cierran a los hombres el Reino de los cielos» (Mt 23,13) o, en versión lucana, «se han llevado la llave de la ciencia» (Lc 11,52), está llamado a abrir la Iglesia a todos. La llave que recibe Pedro será la de abrir la casa de la Iglesia, que se edificará sobre él, y estaría contrapuesta a «la llave del Hades y de la muerte» (tas kleis tou adou kai tou thanatou, Ap 1,18), que posee Cristo glorioso para mantenerla echada, cerrando el paso a la condenación 15. Por lo demás, la Iglesia edificada por Jesús sobre Pedro resistirá contra los embates del Hades, pues está edificada sobre «roca», kêfas (cf. Mt 7,25 // Lc 6,47). Hay, por tanto, también en los vv. 18c.19 bastantes reminiscencias de tradición premateana, quizá en parte jesuana. |
• |
«Lo que ates, lo que desates», como hemos visto, es individualización de lo que en Mt 18,18 y en Jn 20,23 tenemos en plural. Es, por tanto, también material tradicional, que ahora se aplica en particular a Pedro, al cual la Iglesia mateana reserva la capacidad de excomulgar y readmitir, «cerrar y abrir». En el contexto actual se ha convertido en una especificación del poder de las llaves, especificación que queda completada con la referencia a las «puertas del infierno» (pylai tou adou). |
• |
Especialmente discutido ha sido el sentido y el origen de la expresión «sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». No merece atención la vieja controversia católico-protestante 16respecto de si la base de la Iglesia es la persona de Pedro o su confesión de fe: si la confesión procede de él, él y ella van unidos. En general se ha negado origen jesuano a la expresión «edificaré mi Iglesia» a causa de la palabra «Iglesia» (gr. ekklêsia, derivado del verbo ekkalein, «convocar»), palabra al parecer extraña al lenguaje de Jesús y que solo se encuentra en este evangelio. Además de la palabra, la frase misma sería extraña al presumible pensamiento de Jesús: si contaba con un fin del mundo inminente, difícilmente podría pretender fundar una Iglesia. |
Pero en estos puntos hace ya mucho tiempo que se nos invitó a ser cautos. Ante todo, la palabra ekklêsia, usada alrededor de cien veces en la LXX, es la normal traducción de términos hebreo/arameos como qahal o ‘edah, es decir, «comunidad»; construir la qahal o la ‘edah de Yahvé no es sino buscar «las ovejas perdidas de Israel» (Mt 15,24) o «reunir a los hijos de Jerusalén, como la clueca reúne a sus polluelos» (Mt 23,37). Y la espera apocalíptica de Jesús no se opone a la reunión de una comunidad:
La expectación de la cercanía del fin no contradice en modo alguno este hecho, sino todo lo contrario. Precisamente al considerar Jesús que el fin estaba próximo, tuvo que sentir deseos de congregar al Pueblo de Dios, a ese pueblo del tiempo de salvación 17.
En este punto resulta iluminador lo acontecido entre los sectarios de Qumrán, que, cabalmente ante la perspectiva de un final muy próximo, procuran organizarse al máximo como el verdadero Pueblo de Dios, como el Resto santo; y, según el comentario pésher 18de esta secta al Sal 37,24, la expresión «el justo, aunque caiga no quedará en tierra, porque Yahvé lo sostiene con su manos» significa que «Dios ha elegido al Maestro de Justicia para que esté en su presencia, y le ha fortalecido para que le edifique una comunidad» 19. Añadamos que Jesús se definió a sí mismo como «constructor» del nuevo templo (cf. Mt 26,61: dynamai oikodomêsai). Algunos han visto ya una alusión velada a ello en el hecho de dar a Simón el sobrenombre Kefas, que por entonces ya se pronunciaba exactamente igual que Caifás y sugería que Jesús estaba estableciendo un sumo sacerdote alternativo para un templo alternativo 20.
Mayores dificultades constituye el posesivo «mi iglesia»; tal expresión parece conducir a la época pospascual 21: mientras que Jesús reunía la comunidad de Yahvé, la iglesia misionera quiere formar la comunidad del Señor Jesús. El posesivo «mi» nos invita a percibir en el texto el proceso de cristologización al que se fue sometiendo todo el material tradicional, en este caso quizá material proveniente directamente de Jesús.
Читать дальше