Pero en Res Gestae hay otros silencios que llaman la atención y que se refieren a aquellos aspectos que bien podrían haber encontrado cabida en la inscripción y destacado elementos importantes del gobierno de Augusto. Sin embargo, fueron dejados de lado por algún motivo difícil de comprender. Nos referimos, a modo de ejemplo, a una buena parte de lo hecho por el gobierno de Augusto en la ciudad de Roma, aquella que encontró de ladrillos y dejó de mármol, según la famosa sentencia de Suetonio; la significativa promoción de libertos a cargos de importancia dentro de la administración 30; su acción en las provincias, presentadas de manera casi exclusiva en su aspecto de pacificación; la promoción sostenida de artistas y escritores que llevaron a la vida cultural romana a uno de sus momentos mejor logrados, etc. Es cierto que todo esto habría ido en contra de la brevitas buscada y habría terminado por exceder los marcos exigidos para una inscripción, pero esto no deja de gene-rar curiosidad y cierta extrañeza respecto de los mecanismos de selección utilizados por el autor.
La historia de la inscripción
Res Gestae Divi Augusti ha tenido una vida accidentada y variada a lo largo del tiempo. Este proceso puede muy bien constituir un capítulo aparte que ilustra la forma en que un texto antiguo llega hasta nosotros y cómo resulta marcado de manera profunda por su travesía y las lecturas que distintas épocas han hecho de él. A continuación intentaremos reconstruir este camino en sus grandes trazos, identificar las interpretaciones y usos más significativos durante los siglos XIX y XX; esto es, a partir del momento en que fueron editados los contenidos de los restos antiguos que de manera progresiva habían sido transcritos, para finalmente intentar una aproximación a las lecturas actuales 31. Un aspecto central de este recorrido consiste en que el autor de esta inscripción fue el emperador romano Augusto, una figura valorada de manera diversa a los largo de la historia, por lo cual la inscripción que él redactara ha estado siempre relacionada con el interés, o la falta de este, que en distintas épocas se ha hecho de su autor.
El proceso del descubrimiento progresivo de la inscripción a partir del siglo XVI en Ancyra (Turquía), bajo condiciones muy adversas marcadas por el deterioro del templo y de la inscripción en él contenida, tuvo un momento decisivo en la segunda parte del siglo XIX, cuando Georges Perrot y Edmond Guillaume, encargados por Napoleón, hicieron una serie de dibujos del templo donde se encontraba RGDA . y realizaron una copia de esta. Sobre estos fragmentos copiados, Theodor Mommsem realizó la primera edición de este documento en el año 1865. Diecisiete años más tarde, los investigadores de la Academia de Berlín sacaron a la luz la totalidad del texto griego, y el propio Mommsem realizó la segunda edición (1883) 32. Hacia mediados de la década de 1930 cuando la inscripción fue completamente recuperada, pudo contarse con un texto establecido para su trabajo 33.
Una labor especialmente importante fue la edición a cargo de Jean Gagé en 1935 y que publicó la editorial Belles Lettres. Esta fue considerada por la casi totalidad de los comentaristas como la heredera, en cuanto calidad y seriedad en el trabajo, de la segunda edición de Mommsen. En sus más de doscientas páginas, se encuentra una introducción extensa de unas 60 páginas, la inscripción en sus versiones latina y griega, comentarios a cada una de sus párrafos, además de apéndices útiles. La crítica especializada 34otorga a esta edición un carácter fundacional en relación con todo lo posterior que se hará en el siglo XX.
Hacia fines de la década de 1930 tuvieron lugar dos hechos externos que incidieron en las formas de utilizar y comprender Res Gestae Divi Augusti . En 1938 el gobierno fascista italiano instaló una copia de la inscripción en la base del podio que sostenía el recién excavado Altar de la Paz ( Ara Pacis ) 35. Quedaban así unidas por primera vez dos piezas que originalmente habían nacido separadas, pero que el mencionado régimen puso en relación por cuanto representaban aquellos valores de la romanidad que se reivindicaban como sustento del régimen de Mussolini y de la proclamada nueva época que se estaría iniciando para el pueblo italiano. Esta actividad tuvo lugar en un contexto más amplio de recuperación y apropiación del gobierno de la experiencia romana antigua 36. Como veremos en breve, esta situación marcó la lectura –o la no lectura– de RGDA . por varias décadas, pero antes debemos decir que hasta el día de hoy el Altar de la Paz y la inscripción augustea comparten un mismo espacio.
Ara Pacis Augustae (Altar de la Paz Augusta) fue levantado por indicación del Senado romano con motivo del retorno del Emperador desde Hispania y Las Galias en el año 13 a. C. Inaugurado tres años después, fue una de las construcciones en las que se expresaron con mayor fuerza y claridad las ideas del régimen. Los otros dos fueron el Mausoleo y el Foro de Augusto.
Un año después, en 1939, pero en Oxford, comenzó a circular el libro The Roman Revolution de Ronald Syme, una obra que revolucionaba lo que había sido hasta entonces el tratamiento del gobierno del emperador Augusto y del régimen imperial que estableciera 37. La importancia de esta obra radicó en la visión según la cual el programa y la obra de Augusto había sido el resultado de la acción de un partido –una parte o un sindicato, según el término que usó Syme– que pudo ponerse a la cabeza del imperio mediante una serie de acciones militares y políticas combinadas; a partir de este punto se transitó hacia un aceptación general que se fue produciendo a través del extenso gobierno de más de cuarenta años. A lo largo de este tiempo doblegó a los sectores sociales que habían gobernado Roma con anterioridad e impuso un sistema nuevo, aunque explicara esta novedad en un contexto de restauración del sistema republicano y de los valores antiguos de Roma. Pero, y tal como el título del libro lo indica, habría primado la revolución por sobre la restauración, voceada por la publicidad imperial y aceptada generalmente por la historiografía hasta ese momento.
La obra de Syme implicó dos aspectos más: fue la primera que, dedicada a la historia romana y referida al emperador Augusto, revisó de manera crítica a la figura de un emperador que había gozado de un crédito ilimitado por parte de la historiografía 38, insistiendo en el divorcio entre acción y discurso político. En este punto, el texto de Syme participó de manera profunda de la desconfianza que empezaba a generalizarse durante el período de entreguerras mundiales en relación con las intenciones y acciones del poder político y de las élites gobernantes. La segunda consistió en que Roman Revolution fue entendida por algunos críticos influyentes –Hugh Last y Arnoldo Momigliano, entre otros– como un libro anti fascista, lo que marcó la circulación y comprensión de esta obra por varias décadas. Esta lectura ha empezado a ser superada en los años recientes.
La utilización de RGDA . durante el fascismo, así como la desconfianza ante los discursos del poder propuesta por Syme y que sería compartida por una parte significativa de la historiografía posterior, determinaron que en el período de posguerra, la inscripción fuese objeto de escasa atención. En 1967, P. A. Brunt y J. M. Moore publicaron una edición comentada que contiene una breve introducción, el texto latino, su traducción y un cuerpo de comentarios suscintos. Esta edición gozó de mucha aceptación y fue consulta obligada hasta la aparición de la edición de Alison Cooley (2009). En Italia, en el año 1982, apareció luego de una larga sequía al respecto, una pequeña edición a cargo de Luca Canali con texto latino y traducción al italiano, acompañada de breves comentarios. Su aparición fue considerada muy significativa por el vacío que venía a llenar más que por los contenidos que aportaba sobre el tema.
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