Metió la mano en la boca del monstruo, la retuvo largo rato y luego, jubilosa, la sacó intacta. Había dicho verdad: el intruso del beso había entrado aquella noche por la ventana de su casa.
TELEVISIONES
4 de junio de 1969
¿Qué vino primero: el huevo o la gallina? Además de divertida, la pregunta tiene, como dicen los españoles, mucha miga. Aplicada al ser humano primitivo, ¿qué vino primeramente: la rueda o la necesidad de la rueda? ¿Es que el hombre encontró en un bosque un trozo natural de madera y ese hallazgo le hizo pensar en hacerlo rodar o, a la inversa, la necesidad del transporte le hizo buscar y, eventualmente, hallar el trozo de madera, y por él la rueda?
Ambos casos tienen algo en común, pero las probabilidades están por el segundo: la necesidad de la rueda dio nacimiento a la rueda.
La civilización griega estuvo al lado mentalmente de una serie de invenciones que no tomaron forma porque el heleno pensó que no las necesitaba, prefería llegar a ellas con su pensamiento y no hacerlas con sus manos.
Estas observaciones fluyen con la obsesión del siglo XX por la comunicación. ¿Vino primero el descubrimiento rudimentario de la radio? ¿Pensó el hombre de hoy que en vista de que tenía ese instrumento lo destinaría a comunicarse? Nada de eso. El caso fue precisamente el opuesto. Desde principios de siglo el hombre occidental tuvo ansias de hablar y de oír. Así “encontró” la radio y después el portento −al que desgraciadamente ya se ha acostumbrado−: la televisión. El progreso de este medio es tal, que hablar y actuar ante la pantalla va a ser, dentro de poco, más natural que hacerlo fuera de ella. El hombre y la mujer, para ser naturales, van a tener que copiar a las figuras de la televisión.
No es esa la única alteración de valores. Sucede ahora algo interesante: el medio ha pasado a ser más importante que el fin. Los tubos y circuitos son mejores que las palabras e imágenes. Ahora el hombre puede comunicarse de un lado a otro del mundo y fuera de él también; en segundos, puede transmitir palabra y figuras en forma maravillosa. Pues bien, realizado su sueño, ahora no tiene qué transmitir. El medio se transformó en fin. El televisor se comió al cerebro. El portentoso “canal” va vacío.
ADOPCIONES
18 de junio de 1969
¿Qué vínculo es más respetable en un niño: el de la sangre o el del medio? En otras palabras, ¿son sus genitores padres más auténticos que quienes le han dado hogar? La respuesta varía con la época. Antes solo importaba la sangre; hoy, más que nada, el hogar. Salomón fue un rey sapientísimo. Él supo escoger la verdadera madre, la de la sangre, la que prefirió entregarlo entero antes de ser dueña de una parte. Ahí está la escena pintada por Poussin, el maestro francés, el rey haciendo justicia desde el trono, entrega la criatura a la madre carnal y deja en congojas a la criadora. Eso fue ayer. Con igual sapiencia, Salomón la entregaría hoy a esta última como su verdadera madre. El medio se ha impuesto a la sangre. Así lo demuestra Bertold Brecht, en una de sus piezas teatrales más celebrada: Madre Coraje.
No significa esto que la sangre como vínculo haya perdido toda importancia. No. Significa que teniéndola, la crianza, el hogar y el ambiente han tomado una importancia superior. Un somero estudio de los últimos casos legales, especialmente en Inglaterra, donde la justicia es muy justa, confirma este acierto. El bullado caso del niño español entregado a un hogar inglés, pedido después de varios años y retenido por los tribunales, es uno de muchos.
Antes se consideraba que al niño adoptado le faltaba lo más: el vínculo de la sangre. Hoy no es así. La tendencia se ha invertido y al dar una familia su hogar a una criatura que no ha nacido en él, le da lo más. Mañana eso será todo.
Que esa criatura, ya crecida, quiera saber quiénes fueron sus padres biológicos, es perfectamente natural. Sigue en esto la historia de su especie. Ya en la mitología griega, Teseo pasa por situaciones de horror y peligro para averiguar sus orígenes. Posteriormente, y en vena de curiosidad, Tom Jones también. Hay que contar con la fantasía y la imaginación. ¿No sería su madre una famosa estrella de cine o su padre, un magnate que tuvo un gran amor secreto? En su libro clásico, Emma, Jean Austin se hace cargo de sueños −y pesadillas− sobre la infortunada Harriet Smith.
Todo esto es inevitable. Pero no es lo más importante en las adopciones. Sí lo es que el niño adoptado y el natural tienden ahora más que nunca a una total identificación.
LA LUNA Y VIETNAM
6 de agosto de 1969
El desequilibrio actual entre el pensamiento y la técnica necesita una aclaración por su misma trascendencia. La mejor aclaración es un ejemplo y el mejor ejemplo lo constituye Estados Unidos.
En estos momentos hay una bandera estadounidense clavada por la mano del hombre en el satélite terrestre. Es un símbolo y una realidad. Durante años, disciplinadamente, con dedicación extraordinaria, los técnicos de ese país trabajaron −y trabajan− en la empresa cósmica. Contaron −y cuentan− con la fe y los medios del país. No es un triunfo de un pequeño grupo, sino el de todos. La técnica nacional de Estados Unidos ha emergido victoriosa de un desafío dificilísimo.
Pues bien, en este mismo tiempo −ahora−, ese mismo país, en idénticas circunstancias, fue llamado a tomar una decisión sobre un caso no ya de disciplinas tecnológicas, sino de relaciones humanas, caso profundo que implicaba una conmoción para los principios institucionales norteamericanos: el caso de Vietnam. Medio millón de hombres y el armamento más perfeccionado y costoso que registra la historia fueron enviados a la otra fase del planeta a una lucha cruenta, que dejó herida a toda una generación y que llevó al mundo angustia y dolor.
Así como la conquista del satélite ha traído esperanzas, optimismo y fe en el hombre, la guerra de Vietnam trajo el odio, la crueldad y la violencia.
Es evidente la desproporción entre el técnico y el gobernante. Ya se había visto antes en el propio Estados Unidos: quienes diseñaron la bomba atómica desequilibraron con su especialización a quienes innecesariamente ordenaron el holocausto de Hiroshima.
La conquista de la Luna no carece de aspectos aprensivos. El pensamiento se ha quedado a la zaga de la técnica. Que esta técnica vaya de por sí a iluminar el pensamiento puede ser solo una ilusión.
ISLAM
29 de octubre de 1969
El escritor clásico del misticismo islámico Yalal ad-Din Muhammad Rumi da a entender el sentido de identificación del verdadero amor al relatar el caso de un enamorado que golpeó una noche a la puerta de su amada.
–¿Quién es?
–Soy yo.
–Sigue tu camino –exclamó ella.
Días más tarde, sintiendo la angustia de su amor, golpeó él de nuevo.
–¿Quién es?
–Eres tú –replicó él.
La puerta se abrió.
Los místicos auténticos se identifican con su propio amor. El tú y el yo se funden en un todo indivisible.
VEINTE KILOS
3 de diciembre de 1969
La antigua generación viajó a Europa por mar. Del Pacífico pasaba al Atlántico por Panamá. Un mes entre Valparaíso y La Rochelle. Se hacía entonces necesario llevar atuendo para todos los climas, y todas las fiestas que, según el tiempo y la hora, iban desde el baño en la piscina hasta la comida de etiqueta. Había baúles en el camarote y otros más grandes abajo en la bodega.
Si todos estos bultos iban hacia allá, tres veces más volvían de Europa con compras de todo orden. Aún quedan por ahí enormes baúles y canastos donde cabe entero el menaje de un moderno departamento dfl-2.
Todo esto terminó. A pesar de que la tendencia a poseer es hoy tan marcada como entonces −¿no son los “bienes” de un hombre sus posesiones?−, la aparición del transporte aéreo eliminó el largo viaje por el mar y junto con él, los baúles.
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