Ángel Barahona Plaza - La fuente última del acompañamiento

Здесь есть возможность читать онлайн «Ángel Barahona Plaza - La fuente última del acompañamiento» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La fuente última del acompañamiento: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La fuente última del acompañamiento»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En estas páginas se ahonda en el caudal inestimable de sabiduría espiritual que la Iglesia ha ido atesorando a través de la lectura que durante siglos ha hecho de las Sagradas Escrituras y que custodia celosamente como un depósito capaz de seguir ayudando al hombre de hoy, ávido de acompañamiento.No hay mejores maestros en acompañar que Cristo y la Iglesia, ni un lenguaje más certero ni una experiencia más penetrante que lo que la Revelación nos ha entregado a través de las Escrituras. Un tesoro por explorar y explotar, escrito en un lenguaje intemporal, lleno de relatos de vida y sabiduría que los autores han tratado de actualizar desde su experiencia de años dedicados a la formación.

La fuente última del acompañamiento — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La fuente última del acompañamiento», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

La batalla con Esaú, no obstante, es una expresión de la guerra perenne que los hombres entablamos por pan o lentejas. No tanto porque no haya para todos, como parece darnos a entender la historia sembrada de guerras que parecen tener esa motivación, como por ser humillados, por experimentar que nuestro orgullo ha sido aplastado por otro más listo que nos ha robado ese pan, primogenitura, bendición o puesto afectivo, etc. La mayor parte de los conflictos lo son por cuestiones metafísicas, psicológicas, por prestigio, por ser reconocidos, como dirá Hegel. Esta plaga es fácilmente observable en la relación entre hermanos de sangre, pero es también observable entre personas que conviven en cualquier otro ámbito, sea familia, laboral, universitario, religioso, profesional, nacional o político. Esa guerra rival contra otros, que tan bien nos ilustra Girard en su obra, es un antagonismo diferido. Si uno repasa los grandes ateos de este siglo, percibe sin dilación que han sido los más dignos de los hombres buscando con sinceridad a un Dios en cualquier vado del mundo, en cualquier noche de su historia, pero han querido seguir ganando sin saber que perdían. Han querido seguir siendo suplantadores, no de Esaú, aunque también, sino del propio Dios proponiendo utopías para no rendirse, reconciliarse con su hermano, haciéndolos tropezar a todos, reivindicando la primogenitura. Desde Nietzsche y Sartre, pasando por Freud y Marx, hasta Dawkins y Dennet, encontramos la misma desesperación, la misma angustia, la misma necesidad de explicar la injusticia de no ser el primero en nacer, de haber sido robados, de no ser Dios mismo, de haber sido zancadilleados, en esa lucha de tú a tú, cara a cara con Dios, y querer convertirse en el zancadilleador, piedra de tropiezo de Dios, de los hombres. Aquí también la relación fraterna entraña el misterioso infierno que son los otros para cada uno y que nos desvela Sartre en A puerta cerrada . 58Entre los múltiples modos que los hombres usan para zafarse del verdadero problema, encontramos el atajo de buscar en los otros culpables, rivales o fórmulas de escape del sufrimiento al que nos someten, psicológicas, políticas o económicas. No hay otra forma de afrontarlos que de manera radical. Preguntarle a Dios el porqué de ese rostro ininteligible y hostil frente a mí.

Pero estos profetas de nuestro tiempo son falsos , porque no tocan el problema profundo del hombre, perdidos en etiquetas y esencias de difícil comprensión, cautivos de su misma trampa para atrapar a Dios y reducirlo a su propio ego. No entienden la potencia teológica del pecado original. El pecado consiste en que el hombre ha sido invitado por Satán a sustituir a Dios y, como todo otro también quiere ser Dios, aparece inmediatamente la rivalidad. Todo otro me quita el ser, me suplanta, me roba el lugar (Penuel, panim , el otro) que tengo en el mundo, de ahí que la lucha que sostiene Jacob con ese otro, indefinido en principio, sea el paradigma de la lucha de todo hombre con su otro y que permanece a oscuras, sumido en la méconnaissance 59(Girard) hasta que llega el momento de la conversión. Momento de humildad en el que se descubre que «nuestra lucha no es contra la carne ni la sangre, sino contra los espíritus del mal» (Ef 6:12). Es Satán el acusador, el que nos acusa día y noche diciéndonos que no somos hijos de Dios, que Dios no es amor hacia el hombre, sino su competidor. El acusador (Job 1:6; Zac 3:1) «que quiere la muerte del hombre por medio de las mentiras y que cuando dice mentira “dice lo que le sale de dentro”» (Jn 8:44). Satán acusa a los hombres en apariencia para el beneficio de uno de entre ellos, pero actúa al efecto para que aquel mismo acabe por acusarse a sí mismo y por disponerse para la muerte sin fin ni tregua; pero la trampa así tendida no puede funcionar en toda su extensión más que si el último hombre no puede ya deshacerse de su responsabilidad (respecto a las víctimas, pero también respecto a sí mismo), más que acusándose a sí mismo. Para hacer eso, Satán debe desaparecer, traicionar la confianza y traicionar su propia traición hurtándose a sí mismo. Solo esta espantada cierra el infierno: el infierno es la ausencia de todo otro, incluso de Satán; la trampa no deviene infernal más que si su víctima se descubre en ella definitivamente encerrada y, por tanto, como única responsable. La fuerza de Satán consiste en hacer creer que él no existe. 60Pero la lógica de Satán se encuentra presente también en Esaú: «Antes vengarse de sí mismo que cesar de vengarse», 61al no poder olvidar en tanto tiempo el agravio de su hermano y convertir en objetivo de su vida consumar la venganza.

La grandeza del paradigma de Jacob consiste en que ha sido tentado de pensar que tenía derecho a la primogenitura, derecho a robarla, pero cuando ha visto que esa actitud lo sustraía de la paz, tras su exilio privado en Jarán, de las mieles de la reconciliación, ha dado marcha atrás, ha sido fuerte, ha reconocido la primariedad del otro, se ha humillado y retorna . Ese reconocimiento lo deja cojo, le ha mostrado su debilidad, que es criatura y no creador. Si hubiera querido seguir manteniendo una postura soberbia ante los hombres, mostrando que él no se inclina ante nadie, que él es Dios, no quedaría ningún signo de esa lucha titánica —como la tau de Caín—, ni una señal de debilidad, sino la pírrica corona del endiosamiento, de un Prometeo siempre insatisfecho luchando con dioses de carne y hueso. Jacob no pasaría de ser un Sísifo más, trabajador incansable, que le mantiene vivo la sinrazón de querer demostrarse a sí mismo que está solo en la tarea de subir los montes, afrontar los retos de la existencia cargado de razones patéticas, pesimistas, nihilistas, trágicas, de ser un lince en los negocios, un orgulloso en las relaciones humanas, un líder en medio de la nada del mundo, castigado por la envidia de los dioses a vivir como una pasión inútil . Esta es la tarea del acompañamiento espiritual: anonadarse, experimentar ese descenso kenótico a los infiernos, donde nos está esperando el que bajó primero para ascender con él.

Jacob se ha vencido a sí mismo antes que a Dios, ha vencido su orgullo atreviéndose heroicamente a confesarse a sí mismo que hay un otro siempre más fuerte que uno y que todos. Y que, aunque es un rival nada celoso de su imagen, más allá de toda competencia, lo dignifica soportando la tensión de un combate que estaba ganado ya antes de empezar. YHWH actúa no con el cinismo del padre que sujeta con un solo brazo a su hijo, cuando rabioso quiera patalear contra todo lo que se ponga delante, sino con la ternura del que impide a otro golpearse a sí mismo evitando que se haga daño al darse con algo más sólido que sus puños o su cabeza. Jacob ha comprendido que el agresor es Dios a la vez que ha tomado conciencia de que el dolor consiste en percatarse de que él es el suplantador, el trapacero. La confesión de una falta deja siempre huellas, heridas, señales identificativas de lo que hubo, pero a partir de ese momento son luminarias de lo acontecido. «Toma tu camilla y anda» o «el sol salió así que hubo pasado Penuel, pero él cojeaba del muslo» (Gn 32:32).

4. EL ACOMPAÑADO EMPIEZA A SER UN HOMBRE NUEVO

Ser un hombre nuevo le ha costado una cojera, pero le ha merecido la pena: será capaz de enfrentarse cara a cara y soportar la mirada de su hermano viendo en su rostro el de Dios, el suyo, el de cualquier hombre. Porque ha sido perdonado por Dios sabe que su hermano tiene razón, que él es un ladrón y que su hermano está en el derecho de exigirle su humillación, cuando menos. Con esta actitud, implora el perdón de su hermano. La única garantía es que ha perdido el miedo a la muerte que le provoca el rostro del otro, su libertad y su capacidad —abierta por Caín— para matar. Si ya no tiene miedo de Dios, que puede dar la muerte con su solo rostro, la reconciliación tiene que ser viendo el rostro; si la lucha es como un acoplamiento fetal, la reconciliación tiene que respetar esa simetría con el abrazo recíproco, la fusión de los cuerpos, como Jacob hará con Esaú, como el padre de la parábola del hijo pródigo hará con su hijo abrazándolo y saliéndole al encuentro y levantándolo de su prosternación, como Dios ha hecho con Jacob. «Luego Jacob levantó los ojos y vio llegar a Esaú» (Gn 33:1).

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La fuente última del acompañamiento»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La fuente última del acompañamiento» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La fuente última del acompañamiento»

Обсуждение, отзывы о книге «La fuente última del acompañamiento» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x