—Hola, hijo.
—Hola, ma…
—Estaba saliendo para el trabajo. ¿Qué pasó? ¿No había función?
—Sí, pero… No me sentía bien y volví.
—¿Te pasa algo? ¿Estás enfermo?
—Un poco de dolor de cabeza.
—¿Querés que me quede? Sabés que me cuesta cubrir estas guardias, dejarte solo en casa…
—No, mami. No es para tanto.
—Me quedo. Llamo y aviso.
—¡No estoy tan enfermo!
—Es que si te sentís debilucho…
—Mami, soltá, ya soy grande… Además no podés faltar al trabajo así nomás.
—¿Por qué no?
—Mirá el ejemplo que me estás dando.
—Tenés razón.
—Chau, mamá. No te preocupes.
—Te dejé comidita en el horno, hijo.
—Bueno, gracias, chau.
—Mañana te despierto con el desayuno…
—Sí, okey, dale, se te hace tarde.
—Beso de esquimal…
—¡Mamá!
—Beso de esquimal y me voy…
—Aaaah…
—Chau, hijito, te quiero, cuidate mucho…
—Chau, chau, chau…
Menos mal que se fue. Si se queda me arruina los planes. Tendría que esperar al miércoles que viene y ya no aguanto más. Quiero saber. Necesito enterarme. En un rato se hace de noche. Aprovecho, ceno temprano, junto las cosas y me voy para arriba.
Estaba bueno el pollo con papas… Las llaves mías y las de la cocina, el “Oído espía”, los auriculares con los 22 metros de cable, un buzo por si refresca (no creo, pero por las dudas)… ¿Qué más? ¿Me olvido de algo? De última vuelvo. Pero no quiero andar yendo y viniendo. No quiero que me vean… Mejor voy por la escalera. Son dos pisos. Así nadie se asombra de que el ascensor esté en la terraza a esta hora. Hum… Esta cerradura. ¿Nunca la van a arreglar? Empujo para afuera, giro la llave y ahí sí, abre, pero cuesta. Uh, no, el cartel de neón. Se me había pasado. Con todo lo que alumbra. Alguien me puede ver desde otro edificio y llamar a la policía. Rápido. Me acerco al segundo hueco. Al espacio aire y luz al que dan los departamentos C y D.
Muy bien, en este lugar la pared hace sombra. Incluso puedo sentarme cómodo… Conecto el auricular al “Oído espía”. Ah, no, pero… Hay un problema. Si dejo que el equipo cuelgue libremente del cable, el micrófono apunta para abajo. No me sirve.
¿Y si hago un nudo con el cable, así, enganchando esta patita del aparato? Ahí queda de costado. Va a apuntar a las ventanas. Lo puedo ir moviendo de a poquito para que quede dirigido a una y a otra. ¿Funcionará? Espero que sí. Tiene que andar… Despacito… Voy bajando el “Oído espía” y…
—¿Dónde hay mostaza?
—Se terminó.
—¡¿Nunca hay nada en esta casa?!
—¿Cómo te fue?
—Mal. Pedí la reunión con Morgado pero…
—¿Y el aumento que ibas a reclamar?
—¡Ni me atendió!
—¡Dejá de ver la tele, Camila, y hacé la tarea ya!
—La hago mañana…
—De ninguna manera, señorita. ¡La hace hoy mismo!
—¡Ufa!
—Hola, tía, ¿cómo estás? Te llamaba para darte una buena noticia… Me caso…
—¿Qué te dijo la médica?
—Tengo que cuidarme con la sal, hacer ejercicio…
—¿La presión muy alta?
—Un poco…
—Sí, sí. Estoy acá, con mi socio, esperando la orden…
—Decile si tiene confirmado el horario…
—Falta poco…
—Natalia, hacete cargo… ¿El pibe te gusta o no?
¡Ahí, ahí...! Quedate quieto, no te muevas…
—Yo no me puedo hacer cargo de nada, nena.
¿Cómo que no?
—Pero Natalia… ¿Hace cuánto que el vecinito te tira onda?
—No me tira onda. Y el vecinito tiene nombre. Se llama Gastón.
¡Bien!
—Estás hasta las manos…
—¿Qué decís?
—Mirá cómo hablás de él… “El vecinito tiene nombre, se llama Gastón…” Estás re enamorada.
Obvio.
—Si estuviera lo confesaría.
No digas eso…
—Pero algo te pasa con él. No mientas.
—¿Qué sé yo? Me pasan cosas con muchos chicos.
¿Muchos?
—Al final no me contás nada.
—Es que no tengo nada que contarte.
—A ver, pongámoslo así… Si Gastón te invitara a salir…
—¿Qué me va a invitar?
¿Tanto se nota que soy un cobarde?
—Supongamos… Ya sé que Gastón es tímido, retraído, que habla poco, se pone nervioso, tartamudea…
¿Todo eso hago?
—Ya sé que no es un galán que te mira y te derretís…
Bueno, tampoco la pavada.
—Pero si ocurriera el milagro. Si por alguna casualidad Gastón te invitara a salir… ¿qué le responderías?
¿Por qué tanto silencio? ¿Se rompió el aparato?
—Eso no te lo voy a decir.
—¡Sos una turra, Natalia!
—Dale, vamos a comer que nos están llamando.
—Contestame, Nati.
—¡No!
¡Hey! Vuelvan. Sigan hablando en la pieza. Si se van para el living no capto nada. Yo puse para escuchar en un rango de dos a tres metros… ¿Y ahora qué hago? Esperar. Pero seguro que terminan de cenar y la amiga se va. ¿Si subo el “Oído espía” y lo modifico para escuchar más lejos? ¿Llegará la señal? Medio difícil, porque el living no está en línea recta. Hay un pasillo, un recodo… Antes de alquilar nuestro departamento, con mamá habíamos visto el segundo piso D, que está debajo del de Natalia, y es igual. Entonces nada. Por hoy no voy a escuchar más. Mejor voy subiendo el dispositivo y…
—Por eso alquilé acá. Desde la terraza tenés un disparo limpio.
¿Perdón? ¿Escuché disparo?
—¿El ángulo es bueno? ¿Se ve bien?
—Confiá en mí. El ministro viene dos veces por semana con su secretaria. Son amantes. Los vi yo, pero no tengo el equipo necesario. Por eso te llamé a vos. Vamos mitad y mitad.
¿Disparar? ¿A un ministro? ¿Desde la terraza?
Riiiing.
—Ahí está... Hola… Sí… Listo. Dalo por hecho…
—Por fin…
—Bien calladitos, eh. Sin hacer bardo…
—Pero más vale… ¿Qué te creés? ¿Que soy un aficionado?
Están subiendo… Vienen para la terraza… Para cometer un asesinato… Me van a ver… Tengo que irme… Pero si bajo me los puedo cruzar… Mejor me escondo… Ahí están, oigo la puerta… Les cuesta abrirla, pero lo logran… Los escucho…
—Sssh…
—Sssh…
—Desde aquella baranda. Ahí está el otro edificio… ¿Lo ves al ministro? ¿Lo tenés en la mira?
—Esperá que cargo…
—Apurate…
Tengo que hacer algo. No puedo dejar que maten al ministro y a esa mujer. ¿Qué es esto? Un balde viejo, de metal… El cartel de neón… Ma' sí… Yo lo tiro… Lo revoleo bien alto y…
¡Plum! ¡Paf! ¡Booom!
¡Parecen fuegos artificiales! ¡Qué chispazos!
—¿Y eso qué es?
—¡Vos dispará! ¡Dispará!
—Te dije que estaba cargando…
—¡¿Todavía cargando?! ¡Dispará! ¡No! ¡Nos vio! Está bajando la persiana…
—Decile que espere…
—¡¿Pero vos pensás que nos va a esperar, tarado?!
—Va a haber otra oportunidad…
—¿Otra oportunidad? ¿Cuándo? ¡Nunca! ¡Esto me pasa por llamar a un fotógrafo sin experiencia!
¿Fotógrafo? Ah, pero entonces… No eran asesinos. ¡Eran periodistas que venían a escrachar a un ministro!
¡BOOOOOOOM!
—¡Rajemos de acá! ¡A ver si encima terminamos presos!
Uy, qué feo que se puso… Más que chispas… eso es… ¡fuego! ¿Para qué me metí en lo que no me importaba?... Yo creí que lo iban a matar… Mejor me voy…
—¿Qué pasó?
—Llamen a los bomberos.
—Ya llamé. Dicen que evacuemos el edificio. Tranquilos, solo por precaución.
—Yo estaba cenando…
—Y yo quería ver el partido…
—Vamos, despacio. No pasa nada. Usemos las escaleras.
Читать дальше