1 ...7 8 9 11 12 13 ...25 El Dr. W. E. Sangster afirmaba:
«¡Llamado a predicar! ¡Comisionado por Dios para enseñar su palabra! ¡Un heraldo del gran Rey! ¡Un testigo del evangelio eterno! ¿Puede algún trabajo ser más elevado y santo? ¡A esta tarea suprema Dios envió a su Hijo único! En medio de todas las confusiones y frustraciones de los tiempos, ¿es posible imaginar una obra comparable en importancia a la de proclamar la voluntad de Dios a un mundo descarriado?» 2.
Ciertamente, la predicación es la tarea más difícil del mundo desde la perspectiva humana, pero al mismo tiempo la más gloriosa para esta vida y la eternidad. Siempre demandará lo mejor de nosotros, pero los resultados excederán con creces lo mejor que podamos imaginar. Predicar a Jesucristo es un trabajo que los ángeles envidian. Por lo tanto, dé lo mejor de usted mismo, aprenda a desarrollar un sermón excelente, y prepárese para ver a Dios entrar en acción. El gozo que experimentará será inefable y glorioso.
Peguntas para repaso, reflexión y discusión
1.Nuestro autor menciona siete razones por las cuales la predicación es la tarea más difícil que debemos emprender y ofrece cuatro razones por las cuales al mismo tiempo es la ocupación más gozosa a la cual podemos ser llamados en nuestra vida. ¿Cuáles son estas razones?
2.Considerando su propia experiencia, ¿qué otras razones podría agregar a las que ofrece el autor? Tanto las negativas, como las positivas.
3.Sánchez nos recuerda que durante el acto de la predicación, siempre hay un elemento de lucha espiritual. ¿Cómo lo sabemos? ¿Qué ataques utiliza el maligno para neutralizar la predicación cristiana?
4.¿Qué otros versículos bíblicos podría agregar a los que cita el autor, para demostrar que la predicación del mensaje cristiano es el invento de Dios y la necesidad más apremiante de la iglesia de todos los tiempos?
1Matthew Simpson, Lectures on Preaching, Phillips & Hunt, New York, 1879, pág. 66.
2W. E. Sangster, The Craft of Sermon Construction (El arte de construir un sermón) , The Westminster Press, Philadelphia, 1951, pág. 24.
CAPÍTULO 2
La importancia vital de la predicación cristiana
«Varón de Dios, hay muerte en la olla…» (2 Reyes 4:40).
«El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado» (Mateo 13:33).
Nunca el peligro puede ser más formidable, o el enemigo más peligroso, que cuando viene disfrazado como amigo. En la década de los setenta mi país de nacimiento debió atravesar una de las crisis políticas más grandes de su historia. De pronto, las noticias diarias comenzaron a decirnos con frecuencia creciente que distintos líderes del mundo de la política y la industria estaban siendo secuestrados. ¿Cómo hacían los victimarios para lograr sus propósitos? Muy simple. Se disfrazaban de policías. Durante largo tiempo estudiaban a la víctima, y cuando finalmente llegaba el día del golpe, montaban un control policial en su camino. Le indicaban que estaba bajo arresto y debía acompañarlos a la comisaría. Una vez que la persona subía al pseudo- patrullero de policía, todo quedaba terminado. Cuando el individuo secuestrado descubría el ardid, ya era demasiado tarde. Muchas de las víctimas sobrevivieron porque se pagaron fortunas cuantiosas a los secuestradores. Muchos otros nunca pudieron regresar a contar lo que les había pasado. No importa en qué orden de la vida nos desenvolvamos, los enemigos siempre existen, y nunca son tan mortíferos como cuando vienen disfrazados como amigos. La fe cristiana no ha sido la excepción.
La palabra de Dios nos advierte mediante San Pablo, que «en los últimos días vendrán tiempos peligrosos» (2 Tim. 3:1). Si estamos en los últimos días, no me propongo demostrarlo; pero que estamos viviendo tiempos bien peligrosos para la iglesia de Jesucristo a lo largo y a lo ancho de nuestro continente es suficiente con mirar al estado del púlpito evangélico. Basta con escuchar las enseñanzas que se ofrecen en las iglesias a través de las radios y canales de TV cristianos, y cuesta salir del asombro ante el arco iris inmenso que va desde la ausencia total de la Biblia, hasta las herejías más crasas y las promesas más ridículas. Desde las ofertas más sensacionalistas y engañosas, hasta los sermones desprovistos de siquiera un miligramo de pensamiento o doctrina cristiana. Desde la psicología secular bautizada con dos o tres versículos bíblicos para hacerla parecer algo genuino, hasta las grotescas promesas de prosperidad material. Desde la oferta de milagros fraudulentos, hasta las promesas de felicidad y mejora personal si aprendemos a usar correctamente el poder de nuestra mente y voluntad.
En el capítulo anterior dijimos que la predicación bíblica es la tarea más desafiante y al mismo tiempo la más gozosa por las increíbles posibilidades de transformación que ofrece a las personas. Sin embargo, uno parece escuchar las voces que a coro se levantan diciendo: Pero después de todo, ¿vale la pena predicar? ¿Hay lugar para la predicación bíblica, tal como proponemos en este libro, en el siglo XXI? Los malos ejemplos que abundan, nos fuerzan a preguntarnos: ¿Cuáles son las razones que han llevado a la predicación cristiana a declinar de forma tan ostensible? ¿Cuáles son los disfraces que el enemigo ha usado para destruir la proclamación bíblica desde adentro, y en consecuencia, restarles el poder y la vitalidad a los discípulos de Jesús? ¿Cuáles son los caballos de Troya que ha usado con tremenda efectividad? Para hallar las respuestas debemos analizar algunas de las fuerzas más notables que tanto desde afuera como desde adentro del reino de Dios han influenciado de manera poderosa la tarea de la comunicación del mensaje cristiano.
I. Razones externas al ámbito de la fe
Cuando uno analiza las fuerzas que desde afuera han ejercido una influencia notable sobre la predicación cristiana, debemos mencionar tres de ellas.
1. El ambiente político cultural
Usted lo ve todos los días en la noticias. Cuando los mandatarios deben dar un discurso o una declaración en una conferencia de prensa, jamás hablan de forma espontánea. Más bien leen con precisión absoluta el escrito que profesionales pagados han preparado con sumo cuidado, con el propósito expreso de no ofender a nadie. Esta es la época de lo políticamente correcto. Para aquellos que vivimos en Norteamérica, especialmente, decir algo ofensivo para un sector determinado de la sociedad le puede costar a cualquier figura política un dolor de cabeza mayúsculo, si no la carrera misma. Por lo tanto, cuando un político habla, cualquiera puede percibir que no entrega un mensaje que le «brota del corazón». Más bien, nos ofrece algo bien cerebral y calculado. Inclusive nunca hablan de forma espontánea, más bien, aunque son profesionales para disimular, la gran mayoría de las veces leen todo el discurso en el tele prompter que está frente a ellos.
La consecuencia práctica de esta influencia, es que posiblemente hasta el 50% de los predicadores que conozco en Norteamérica, a la hora de entregar el sermón lo leen en su totalidad. Este medio de entregar un discurso es el menos efectivo, como explicaremos con mayor detalle en el capítulo 15.
2. La influencia que ha ejercido la TV
La televisión ha producido muchos efectos notables sobre la sociedad contemporánea. Todo el ámbito de la comunicación ha sentido su impacto, y dentro de los efectos que ha ejercido sobre la predicación cristiana, hay dos que debemos recalcar: primero, que ha acortado el límite de nuestra atención; y segundo, que ha eliminado el elemento de acción.
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