En el capítulo 3 particularizamos el estudio a través del análisis de las diferentes etapas en la organización de la producción y los procesos laborales en la empresa Siam Di Tella. La aplicación de un activo incentivo de modernización y racionalización del trabajo industrial será uno de los principales rasgos tratados en este capítulo. Las relaciones entre la Siam Di Tella y los trabajadores a partir de este proceso estuvieron signadas por diferentes momentos durante el período comprendido entre 1935 y 1955. Los métodos tayloristas y fordistas de organización de la producción y del trabajo encarados por la Siam tuvieron su instancia de mayor iniciativa en 1942, a partir del referido convenio con la Westinghouse. Lo que implicó una intensificación del tiempo de trabajo (reorganización de espacios productivos y tiempos laborales) sin garantizar mejoras en las condiciones del desempeño laboral. Este proceso además se desarrollaba desde 1935 en un contexto en el que la mayor parte de las industrias metalúrgicas permitía a empresas como la Siam obtener una fuerte rentabilidad. Precisamente estas reformas productivistas y managerialistas acentuaron la lucha de los trabajadores; de allí la importancia del análisis realizado en el capítulo siguiente sobre los conflictos obrero-patronales, y especialmente la huelga metalúrgica de 1942.
En el capítulo 4 se analiza la resistencia del trabajo a la pérdida del control de la producción y la lucha por la hegemonía en el espacio fabril durante el período de 1935-1946. La aplicación de nuevos ritmos de trabajo, técnicas tayloristas y fordistas para la obtención de una mayor intensificación de trabajo generó una gran extensión, organización y virulencia en las experiencias obreras que resistieron y disputaron con el capital las iniciativas productivistas, como lo demuestran las fuentes periodísticas y los documentos obreros y empresariales de la época, tendientes a lograr mayores rindes de los trabajadores. Las innovaciones organizativas obreras tuvieron su base de operaciones en la Siam Di Tella: la iniciativa de fortalecer las comisiones internas y sumar agremiaciones mixtas (capataces y obreros) e incluso, como veremos, las adhesiones más contundentes a las medidas de fuerza (trabajo a desgano, boicots, huelgas, etc.) presentaron un anclaje más duradero y efectivo en esta firma. También se analizan los efectos y la naturaleza de la disputa política entre empresarios y obreros en el campo de educación. Aquí nuevamente es posible evidenciar las estrategias de uno y otro sector de clase respecto de las concepciones y formación que los obreros debían tener. Nuevamente en este terreno la Siam tomó la iniciativa creando una escuela técnica en su planta, que resumiría muchas de las aspiraciones empresariales en este campo.
Por último, en el capítulo 5 se analiza el proceso de resistencia obrera a las estrategias productivistas del empresariado, en particular las huelgas metalúrgicas durante el peronismo y los conflictos en torno al control obrero de la productividad, especialmente en su impacto en la empresa Siam y su nivel de expansión y llegada al conjunto de la rama metalúrgica. Presentaremos argumentos para distinguir por qué los tiempos del peronismo en el gobierno (1946-1955) constituyeron un escenario particular para la Siam y los trabajadores. Desde una perspectiva económica, fueron épocas de expansión y acercamiento político por parte del Estado a la empresa, así como de obtención de nuevas y mayores reformas sociales para los trabajadores. Las acciones de resistencia laboral a partir de una progresiva y constante politización de la puja redistributiva favorecida por la política gubernamental significaron una profunda ruptura respecto de los años anteriores. Las experiencias de clase protagonizadas por los trabajadores desbordaron y resignificaron las expectativas del capital respecto del lugar disciplinador que, en tanto asalariados, los obreros debían cumplir, según sus consideraciones, en la nueva etapa. El conjunto de conquistas sociales y las luchas llevadas adelante por los obreros para garantizar y ampliar estos logros le otorgaron una dimensión y ritmo vertiginoso a la acción obrera, que justificada por la nueva etapa política, tornaba la naturaleza de sus disputas en movimientos algo más que poco confiables para los capitalistas. Los discursos gubernamentales sobre la armonía social y una identidad política amplia y ambigua como la peronista potenciaron, paradójicamente, momentos de profunda conflictividad y autovalorización obrera. 15
Las acciones de lucha y resistencia de los trabajadores se expresaron también en el campo educativo. Así, desde la creación de las escuelas-fábrica hasta la formación de una universidad obrera veremos cómo se manifestó una compleja gama de experiencias que, si bien no fueron formuladas en términos clasistas, tampoco fueron diseñadas a la medida de las necesidades del capital. Por lo tanto, el desarrollo de una formación integral de los trabajadores coadyuvó, con el tiempo, a generar una conciencia política en los trabajadores –alejada de las demandas de los empresarios– que, luego del derrocamiento del peronismo, activó y radicalizó las propuestas de lucha del movimiento obrero en su conjunto.
Por otra parte, observaremos en estos años un claro apoyo del gobierno peronista a la Siam, el cual estuvo basado en que esta empresa era una clara expresión del tipo de industria de mercado interno que el Estado alentaría en su desarrollo por más de ocho años. Sin embargo, como veremos, esta nueva situación no eliminó la continuidad y virulencia de los conflictos sociales. Es más, la nueva alianza social que expresaba políticamente el peronismo –entre trabajadores y burguesía industrial– profundizó la lucha distributiva y, por lo tanto, el conflicto entre el capital y el trabajo también se trasladó al espacio social de la planta fabril. En muchos casos, las huelgas continuaron y, en otros, crecieron medidas de lucha, tales como el trabajo a reglamento, el ausentismo y las acciones de brazos caídos.
La resistencia de los trabajadores también se expresó en la ampliación de sus organizaciones en el marco de los espacios fabriles. La pugna por la legitimación de las comisiones internas –en tanto representaciones obreras de planta– tuvo como resultado el reconocimiento gubernamental de esta instancia organizativa junto a la reacción adversa de los empresarios. Las comisiones internas otorgaron un mayor peso político a los trabajadores en el seno fabril; en términos generales, significó una “transferencia de poder de la empresa a los trabajadores”. 16
Los empresarios, por su parte, sostenían que en los años del peronismo se habían alterado las jerarquías en las empresas y que las comisiones internas y las políticas sociales que les otorgaban legalidad habían creado una suerte de quiebre en la ley fabril. Especialmente, objetaban, en el caso de la empresa Siam, aquellas instancias de organización obrera que dentro de la fábrica cuestionaban y disputaban los criterios de autoridad del capital para fijar unilateralmente los términos del control de la producción y la distribución de los beneficios. 17
Estas luchas sociales y políticas con el capital en los años 50 tuvieron una continuidad en el proceso de politización de las relaciones de producción en los espacios fabriles durante los años posteriores al peronismo. Por ello, nos parece que los procesos de conflictividad obrera en cualquiera de sus manifestaciones expresaron la resistencia permanente del trabajo al capital agudizado, en este período histórico, por la particular relación que los trabajadores establecieron con el escenario político de la época.
Por último, analizaremos los cambios que, a partir de la llamada Revolución Libertadora se produjeron en el mundo de los trabajadores y sus organizaciones sindicales, especialmente en la empresa Siam. La proscripción del peronismo, la persecución de sus dirigentes sindicales fueron el rasgo más destacado durante esta etapa. Los empresarios, por su parte, aprovecharon el clima de época y reclamaron sanciones y castigos para buena parte de los trabajadores involucrados en las demandas sociales, especialmente para los delegados fabriles. 18
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