Índice
Dramatis personae
1. Flama Flama Y ahora… ¡Damas, caballeros y hadas!
Nívea Nívea Flama y yo somos mellizas, pero también hermanastras. Sucedió como puede imaginarse, por supuesto. Nuestra madre amaba a dos hombres a la vez y se acostó con ambos el mismo mes. Nuestros padres quisieron que eligiera solo a uno, así que ella los dejó a los dos antes de saber siquiera que estábamos en camino. De todas formas, los vimos tan poco durante nuestra infancia que, por lo que a nosotras respecta, podríamos ser hijas del mismo. Dos padres ausentes son iguales que uno solo. Pero son hombres distintos y la gente siempre se sorprende. Una cosa es que seamos hermanastras mellizas, pero… ¿que además nuestra madre sea una mujer barbuda que ha trabajado rodeada de bichos raros, como ella dice cariñosamente, desde que solo era una muchachita de catorce años con bigote incipiente? Flama y yo llevamos el circo en la sangre. Jamás hubo posibilidad alguna de que nos dedicáramos a otra cosa. Sin embargo, Flama nació para el espectáculo de una forma muy distinta que yo. Creo que su piel se estremece de frío si no está bajo la luz de los focos. Cuando recorre la cuerda floja con los brazos extendidos y una enorme sonrisa, su energía se restablece como si tomara el sol. Flota de un trapecio a otro como una sirena entre las olas de un mar resplandeciente, sin dudar ni un segundo que el aire la sostendrá. Resulta totalmente deslumbrante incluso cuando solo baila. Resulta deslumbrante, y deslumbra al mundo entero. Yo prefiero quedarme entre las sombras. Me cambié de bando, abandoné la luz de los focos y me dediqué a ser tramoyista en cuanto me di cuenta de que podía hacerlo. Por suerte, nuestra madre no se lo tomó a mal. Renunció a sus sueños de contar con un número doble sin queja alguna, al menos que yo sepa, y pidió al equipo entre bastidores que me enseñara el oficio. Yo me planté detrás de los focos y Flama se expuso a ellos. Pero la luz la compartimos, incluso así.
Flama Flama ¡Niños de todas las edades! Nívea y yo somos mellizas y hermanastras. Hay quien nos considera un número secundario. Les presentamos, Pero esta es la gran verdad: para su entretenimiento y placer: los grandes artistas son números dobles ¡la Rosa del Circo de la Rosa! en soledad.
Nívea
Flama
Nívea
2. Flama
Nívea
Flama
3. Nívea
Flama
Nívea
Flama
4. Nívea
Flama
Nívea
Flama
Nívea
Flama
Nívea
5. Nívea
Flama
Nívea
6. Flama
Nívea
7. Flama
Nívea
Flama
Nívea
Flama
Nívea
Flama
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8. Flama
Nívea
Flama
Nívea
Flama
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9. Nívea
Flama
Nívea
Flama
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Flama
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10. Nívea
Flama
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Nívea
Flama
Nívea
Agradecimientos
Créditos
Para Kathrin,mi querida hermana
Las dos se querían tanto que siempre iban de la mano cuando salían juntas y, cuando Blancanieves decía: «Jamás nos separaremos», Rojaflor respondía: «No mientras vivamos».
Dramatis personae
Flama
Y ahora…
¡Damas, caballeros y hadas!
Nívea
Flama y yo somos mellizas, pero también hermanastras.
Sucedió como puede imaginarse, por supuesto. Nuestra madre amaba a dos hombres a la vez y se acostó con ambos el mismo mes.
Nuestros padres quisieron que eligiera solo a uno, así que ella los dejó a los dos antes de saber siquiera que estábamos en camino.
De todas formas, los vimos tan poco durante nuestra infancia que, por lo que a nosotras respecta, podríamos ser hijas del mismo. Dos padres ausentes son iguales que uno solo.
Pero son hombres distintos y la gente siempre se sorprende.
Una cosa es que seamos hermanastras mellizas, pero… ¿que además nuestra madre sea una mujer barbuda que ha trabajado rodeada de bichos raros, como ella dice cariñosamente, desde que solo era una muchachita de catorce años con bigote incipiente?
Flama y yo llevamos el circo en la sangre. Jamás hubo posibilidad alguna de que nos dedicáramos a otra cosa.
Sin embargo, Flama nació para el espectáculo de una forma muy distinta que yo. Creo que su piel se estremece de frío si no está bajo la luz de los focos. Cuando recorre la cuerda floja con los brazos extendidos y una enorme sonrisa, su energía se restablece como si tomara el sol. Flota de un trapecio a otro como una sirena entre las olas de un mar resplandeciente, sin dudar ni un segundo que el aire la sostendrá. Resulta totalmente deslumbrante incluso cuando solo baila.
Resulta deslumbrante, y deslumbra al mundo entero.
Yo prefiero quedarme entre las sombras.
Me cambié de bando, abandoné la luz de los focos y me dediqué a ser tramoyista en cuanto me di cuenta de que podía hacerlo. Por suerte, nuestra madre no se lo tomó a mal. Renunció a sus sueños de contar con un número doble sin queja alguna, al menos que yo sepa, y pidió al equipo entre bastidores que me enseñara el oficio.
Yo me planté detrás de los focos y Flama se expuso a ellos.
Pero la luz la compartimos, incluso así.
Flama
¡Niños de todas las edades!
Nívea y yo
somos mellizas
y hermanastras.
Hay quien nos considera
un número secundario.
Les presentamos,
Pero esta es
la gran verdad:
para su
entretenimiento y placer:
los grandes artistas
son números
dobles
¡la Rosa del Circo de la Rosa!
en soledad.
Nívea
Para cuando fui lo suficientemente mayor como para recordar cosas, nuestra madre había reunido una compañía de una docena de artistas. Siempre había querido que el Circo de la Rosa creciera y se convirtiera en el mayor espectáculo de su clase de los tres continentes.
Sin embargo, no tenía ningún equipo técnico y ella, Vera y Toro se encargaban de las gestiones entre bambalinas a todo correr entre sus propias actuaciones. Todo el mundo tenía tres trabajos: actuar, ocuparse del aspecto técnico y cuidar de Flama y de mí: siempre jugábamos, comíamos y dormíamos bajo la atenta mirada de contorsionistas, siameses, albinos, acróbatas, jinetes, domadores de leones, payasos y bailarines.
Al cabo de un tiempo y presa del agotamiento y la desesperación, nuestra madre reconoció que necesitaba un regidor.
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