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Belt and Road Initiative (BRI) es una estrategia del presidente chino Xi Jinping lanzada en 2013 que, desde una fundamentación geopolítica, enfatiza la importancia de Eurasia para consolidar un sistema chicéntrico 1. A través de ella, el gigante asiático busca alcanzar sus prioridades nacionales (crecimiento económico, estabilidad de su régimen político, entre otros) y enfrentar sus desafíos geopolíticos. De este modo, logra influir en la nueva configuración del poder internacional. Lo anterior, tiene impacto sobre América Latina.
Palabras clave: Obor, China, India, Eurasia
Belt and Road Initiative (BRI) is a strategy of the Chinese president Xi Jinping launched in 2013 that, from a geopolitical foundation, emphasizes the importance of Eurasia to consolidate a Chinese-Centric system. Through BRI, the Asian giant seeks to achieve its national priorities (economic growth, stability of its political regime, among others) and face its geopolitical challenges. In this way, it manages to influence the new international power’s configuration, which has an impact on Latin America.
Key words: OBOR, China, India, Eurasia.
La ascensión económica y política de China es uno de los fenómenos más inquietantes de la política internacional del siglo XXI. Este proceso que tiene como protagonista a un pueblo multifacético, multirregional y multiétnico ( Chun, 2013), articulado a través de una identidad plural y dinámica, tiene como punto de arranque las reformas modernizadoras promovidas por Deng Xiaoping a finales de los años setenta y que, desde entonces, se encaminan a concretar los objetivos chinos de largo plazo: la primacía del desarrollo para apalancar el crecimiento económico y la estabilidad de su sistema socialista ( Ploberger, 2017).
De allí que resulte crucial estudiar la manera cómo Beijing viene mostrando una mayor asertividad a nivel internacional, en virtud de una autoestima que se basa tanto en su milenario pasado imperial como en el crecimiento de sus actuales capacidades materiales, lo que tiene efectos en el sistema internacional.
Este protagonismo desde 2013 se concreta en One Belt One Road (Obor), hoy Belt and Road Iniciative (BRI), iniciativa bandera del presidente Xi Jinping que combina un componente terrestre que transita e integra Eurasia; al que se suma una ruta marítima que nace en los puertos chinos y alcanza el Mediterráneo pasando por el océano Índico y la costa africana.
Sin embargo, el presente capítulo busca evidenciar que Obor no es simplemente una etiqueta para un plan colosal de inversiones económicas, sino que hace parte de la estrategia china para hacer valer sus intereses políticos y económicos en escala regional y global; dicho de otro modo, se trata de una iniciativa de conectividad y cooperación dirigida a potenciar su influencia en Eurasia a través del control de recursos energéticos estratégicos, impactando así mismo la dinámica política mundial. De allí que sea importante subrayar que la Ruta de la Seda se acompaña de un esfuerzo robusto de China para modernizar y fortalecer sus fuerzas armadas, principalmente su poder marítimo, como lo evidencia el avance de su industria naval que, además de su importancia internacional, ya fabrica sus propios portaviones, o la reciente instalación de la base de Yibuti en el cuerno de África como parte del denominado “Collar de Perlas” (ver figura 4).
De esta manera este primer capítulo busca, a partir de las perspectivas realistas y de la escuela inglesa de relaciones internacionales, describir Obor como parte de una nueva estrategia geopolítica del gigante asiático que, con foco en Asia Central y el Sudeste Asiático, evidencia sus ambiciones de asumir un rol más activo y transformador del orden internacional.
Para los fines de este capítulo, se usa el concepto de poder en el sentido weberiano; es decir, en la capacidad de maximizar la propia voluntad independiente de la voluntad de terceros, es decir, la capacidad de un actor para alcanzar sus objetivos influenciando a otros, lo que conduce a decisiones por parte de estos que no habían sido posibles sin el ejercicio de esta influencia o “dominación” ( López, s.f.; Weber, 2014). Coincidiendo con lo anterior, cuando se habla de “esfera de influencia” se alude a una relación de fuerzas en que los Estados que componen una región conceden “deferencias” a los intereses de la “potencia dominante” a la hora de definir sus propias políticas ( López, s.f.).
Este capítulo de alcance exploratorio se ha construido a partir de una metodología cualitativa e interpretativa; se fundamentó en una revisión de documentos oficiales, fuentes bibliográficas y periodísticas. Para tal fin se estructura en cuatro partes: en primer lugar se presentan los cambios en la inserción internacional china desde 1949; posteriormente, se detallan los aspectos logísticos, normativos e institucionales de Obor; a continuación se presenta la geopolítica que rodea esta iniciativa con foco en la importancia de Eurasia y su Heartland ; por último, se describe el contexto de seguridad que ha impedido una participación de la India en el proyecto en los términos deseados por Beijing. Concluyendo así con unas breves consideraciones generales en las que se resalta que la proyección internacional china también alcanza a Colombia, y al conjunto de Latinoamérica, lo que plantea desafíos en términos de política exterior.
1. LOS CAMBIOS EN LA INSERCIÓN INTERNACIONAL CHINA Y LA EMERGENCIA DE OBOR
En las dos décadas que siguieron a la instauración de la República Popular China, y en virtud del aislamiento internacional a que esta fue sometida, la diplomacia china, conducida por Chu En Lai, hizo de la reinserción del país en el sistema de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) su prioridad ( Visentini, 2012). A comienzos de los sesenta la ONU era una “compleja área política” por cuenta de una menor influencia estadounidense, acompañada de cambios en la política internacional como: la détente ; la autonomía francesa y china; la recuperación de Japón y Europa occidental; el “nacionalismo latinoamericano”; la descolonización africana y asiática que impulsó la creación de los No Alineados ( Visentini, 2012).
El desgaste del maoísmo y los conflictos fronterizos con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas 2(URSS) en 1969 y, más adelante, la mayor influencia soviética en Asia Pacífico, condujeron a que a partir de 1971 ideas reformistas se abrieran espacio; China se acercó a los Estados Unidos en la llamada “Diplomacia del Ping Pong”, y con ello obtuvo un asiento en el Consejo de Seguridad y el reconocimiento de su régimen por parte de los principales países capitalistas con los que normalizó sus relaciones diplomáticas ( Visentini, 2012).
La “alianza táctica” con Washington se fundamentó en la Teoría de los tres mundos de Deng Xioaoping, que enfatizaba la crítica al “social-imperialismo” de la URSS, trajo también ventajas económicas y tecnológicas a China ( Visentini, 2012).
Una nueva fase de la política externa china empezó en 1978 con la normalización de las relaciones con Tokio y Washington, para impulsar una estrategia de desarrollo de largo plazo basada en la modernización industrial, agrícola, militar y científico-tecnológica. Ese año tuvo lugar el XI Comité Central del Partido Comunista chino que definió las directrices de la política de Reforma y Apertura para enfrentar la crisis política y económica y el aislamiento internacional, dando prioridad a la reconstrucción nacional ( Pautasso & Ungaretti, 2016). Este esfuerzo modernizador exigió mayor interacción con el mercado internacional y una apertura selectiva del país para captar capital y tecnología del extranjero en las Zonas Económicas Especiales (ZEE), al tiempo que supo aprovechar sus “ventajas comparativas”: razonable base industrial, un sistema de producción energética y de transporte, algunos nichos tecnológicos, estabilidad sociopolítica y una mano de obra barata ( Visentini, 2012).
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