La Rusia de los zares
La Rusia de los zares
La forja de un gran imperio en la Europa oriental
Carles Buenacasa Pérez
La Rusia de los zares. La forja de un gran imperio en la Europa oriental
© 2020, Carles Buenacasa Pérez
© 2020, de esta edición, Shackleton Books, S.L.
www.shackletonbooks.com
Realización editorial: Bonalletra Alcompas, S.L.
© Ilustración de cubierta: Nacho García
Diseño de tripa y maquetación: Kira Riera
Composición ebook: Víctor Sabaté (Iglú de libros)
Cartografía incluida en los apéndices: Geotec
© Fotografías (referencias sobre la página de la edición en papel): p. 9, Geotec; p. 16, Bjoern Wylezich/Shutterstock.com; p. 19, Labrador Photo Video/ Shutterstock.com; pp. 21, 31, 49, 67, 72, 86, 113, 119, 131, 144, 173, d. p.; p. 37, © 2012 Encyclopaedia Britannica, Inc.; p. 47, © Collection of Dr. Lawrence A. Adams. Ex Moreira Collection; p. 59, © Carles Buenacasa; p. 63, Mary_Photo/Shutterstock.com; p. 75, © D.P: Augustus Sherman/New York Public Library; p. 93, Irina Borsuchenko/Shutterstock.com; p. 97, Roman Evgenev/Shutterstock.com; p. 100, Vladímir Sazonov/Shutterstock.com; p. 171, yingko/Shutterstock.com; p. 175, dimbar76/Shutterstock.com.
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ISBN: 978-84-18139-19-2
Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento y su distribución mediante alquiler o préstamo públicos.
Introducción
La formación del Estado ruso ~ 862-1325 ~
De Nóvgorod a Kiev
La cristianización de Rusia
La sumisión a los mongoles
El sueño imperial y la creación del zarato ~ 1325-1613 ~
El gran ducado de Moscú y la victoria de Kulikovo
El apogeo de Moscovia: Iván III y Basilio III
El poder de los boyardos y de la Iglesia en la Rusia medieval
Iván IV el Terrible, primer zar de todas las Rusias
La época del terror (1564-1584)
Los Tiempos Turbulentos
Los Romanov y la Rusia de Pedro el Grande ~ 1613-1725 ~
Los primeros pasos de la dinastía Romanov
El correinado de Iván V y Pedro I
La llegada de Pedro el Grande al poder
El viaje de Pedro a Occidente
El inicio de las reformas y el período de guerras
Las grandes reformas
La fundación de San Petersburgo
Los detractores de las reformas petrinas
El esplendor del zarato: las zarinas Isabel y Catalina II ~ 1725-1801 ~
El reinado de Isabel
La usurpación del trono
Catalina II la Grande y el apogeo del Imperio
Las grandes anexiones: Polonia y Crimea
Muerte de Catalina II y reinado de Pablo
Sociedad y economía en el apogeo del Imperio
El declive de los Romanov ~ 1801-1917 ~
El gobierno reaccionario de los últimos Romanov
El movimiento obrero y la difusión del comunismo
Nicolás II y la Revolución rusa de 1917 ~ 1917 ~
La represión como estrategia para reforzar la autocracia
Los desaciertos militares de Nicolás II y el declive del zarato
La abdicación de Nicolás II y el triunfo de los bolcheviques
El fin de los Romanov
El surgimiento de la URSS
Apéndices
Sobre el autor
Hoy en día, la Rusia de los zares se nos antoja como el más oriental de los Estados surgidos en Europa. Sin embargo, en un principio, los orígenes escandinavos y eslavos de sus fundadores (los príncipes de la Rus de Kiev) no le permitieron vincularse a la tradición de romanidad que había avalado la formación de las principales monarquías europeas, especialmente Inglaterra, Francia, España, las repúblicas italianas y, sobre todo, el Sacro Imperio Romano Germánico. Los zares rusos tuvieron que desarrollar sus propias estrategias para que en Europa reconocieran su rango imperial y fueran tratados como iguales, aunque cabe decir que, en un primer momento, a los príncipes rusos les preocupó muy poco revindicar el europeísmo de sus estados. Prefirieron reforzar las raíces eslavas de los mismos y protegerse del expansionismo católico —que para ellos equivalía a una sumisión al papado romano— apostando por la conversión a la fe ortodoxa, una decisión que les permitió estrechar sus vínculos con el Imperio bizantino.
La constitución de una Rusia eslava y ortodoxa se fue configurando, de reinado en reinado, gracias a la labor de los monarcas de la primera dinastía rusa: la Casa de Rúrik, denominada así a partir de un antecesor, probablemente mítico, que se habría convertido en el año 862 en el príncipe de la ciudad de Nóvgorod, un importante emporio comercial de la Europa oriental. Luego, sus sucesores gobernarían en Rusia hasta tiempos del zar Teodoro I (r. 1584-1598).
Uno de ellos, el príncipe Oleg, trasladó la capital a Kiev (882) y fundó un Estado conocido como la Rus de Kiev, cuyas raíces continuaron siendo predominantemente eslavas y al cual se reconoció categoría política de principado. Sus descendientes se enzarzaron en luchas intestinas por el poder que duraron varios siglos y tuvieron como consecuencia la constante subdivisión de los principados y un largo período de sujeción al poder del Imperio mongol (1236-1480), que empezó a declinar tras la victoria rusa en Kulikovo (1380). Durante toda esta época, el mosaico de estados rusos se organizó en principados y sus gobernantes recibían la denominación eslava de knyaz , un término que puede traducirse como «príncipe» o como «gran duque». De ahí que, por un lado, se hable del principado de Kiev y, por el otro, del gran ducado de Moscovia. El término «zar» empezó a ser utilizado por los monarcas moscovitas en el siglo xv, aunque el primer monarca que lo utilizó en su ceremonia de coronación fue Iván IV el Terrible (r. 1533-1584). Por ello la historiografía ha considerado, de manera convencional, que el Imperio ruso (o el «zarato») nació con este monarca.
Entre los siglos xvii y xviii, a la Gran Rusia se anexionaron la Pequeña Rusia, Siberia y la Rusia Blanca.
De entre todos los estados que fundaron los descendientes de Rúrik, el que resultó históricamente más trascendente fue el gran ducado de Moscovia, con capital en Moscú. Fueron sus soberanos quienes lideraron tanto el proceso de liberación de los mongoles como los de unificación y centralización en torno al trono moscovita. En esta evolución histórica resultó de vital importancia la conquista otomana de Constantinopla (1453), ya que puso fin al Imperio bizantino, cuyo emperador era el jefe de la Iglesia ortodoxa. Así pues, la corte moscovita del siglo xvi vio en la reivindicación de la sucesión del Imperio bizantino la oportunidad de cimentar en la romanidad la legitimidad del zarato ruso. De esta manera, se abrió la puerta a un nuevo espíritu ruso, de tono europeísta, que dio pie a todo tipo de contactos, sobre todo diplomáticos y comerciales, con las principales cortes europeas, especialmente, la inglesa y la del Sacro Imperio Romano Germánico, que se consideraba el principal heredero tanto de Roma como de Bizancio.
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