Las Bienaventuranzas
La Oración del Padrenuestro
A. W. Pink
Publicaciones Faro de Gracia
P.O. Box 1043
Graham, NC 27253
www.farodegracia.org
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Publicaciones Faro de Gracia
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ISBN: 978-1-629461-28-1
© Traducción al español por Publicaciones Faro de Gracia, Copyright 2016. Todos los Derechos Reservados.
El diseño de la portada fue realizado por Joe Hearn y Joshua Vandgrift, de Relative Creative.
Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación de datos o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio – electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación o cualquier otro – excepto por breves citas en revistas impresas, sin permiso previo del editor.
Las citas marcadas por un asterisco son la traducción del autor. Las itálicas en las citas de la Escritura indican un énfasis añadido.
© Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso. Todos los derechos reservados.
Contenido
Las Bienaventuranzas
Introducción
La Primera Bienaventuranza
La Segunda Bienaventuranza
La Tercera Bienaventuranza
La Cuarta Bienaventuranza
La Quinta Bienaventuranza
La Sexta Bienaventuranza
La Séptima Bienaventuranza
La Octava Bienaventuranza
Conclusión: Las Bienaventuranzas y Cristo
La Oración del Padrenuestro
Introducción
A Quién está dirigida
La Primera Petición
La Segunda Petición
La Tercera Petición
La Cuarta Petición
La Quinta Petición
La Sexta Petición
La Séptima Petición
La Doxología
Otros títulos de Publicaciones Faro de Gracia
Las Bienaventuranzas
La Oración del Padrenuestro
Por A.W. Pink
Las Bienaventuranzas
Han existido opiniones muy divididas en relación al diseño, el alcance y la aplicación del Sermón del Monte. La mayoría de los comentaristas lo han interpretado como una exposición de las éticas cristianas. Hombres como el difunto Conde Tolstoi lo han interpretado como la exposición de la “regla de oro” según la cual todos los hombres deben vivir. Otros han ahondado en sus aspectos dispensacionales, insistiendo en que no le pertenece a los santos de la actual dispensación, sino que a los creyentes del futuro milenio. Sin embargo, dos inspiradas afirmaciones nos revelan su verdadero alcance. En Mateo 5:1, 2, vemos que Cristo le estaba enseñando a Sus discípulos. En Mateo 7:28, 29, queda claro que Él se estaba dirigiendo a una gran multitud de personas. Por lo tanto, es evidente que este mensaje de nuestro Señor contiene instrucciones tanto para creyentes como para no creyentes por igual.
Se debe tener en cuenta que este sermón fue la primera instancia en la que Cristo se dirigió al público general, a quienes se habían criado en un judaísmo defectuoso. También es posible que este haya sido Su primer discurso para los discípulos. Su diseño no sólo consistía en enseñar éticas cristianas, sino que también consistía en exponer los errores de los fariseos y despertar la conciencia de Sus oyentes legalistas. En Mateo 5:20 Él dijo, “si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”. Luego, hacia el final del capítulo, Él expuso en detalle la espiritualidad de la ley a fin de despertar a Sus oyentes a darse cuenta de la necesidad que tenían de Su propia perfecta rectitud. Era su ignorancia de la espiritualidad de la ley la que representaba la verdadera fuente del fariseísmo, ya que sus líderes afirmaban cumplir la ley en su aparente significado literal. Por lo que era el buen propósito de nuestro Señor despertar sus conciencias a través de hacer valer la verdadera importancia y el verdadero requisito interno de la ley.
Es de notar que este Sermón del Monte sólo está registrado en el evangelio de Mateo. Las diferencias entre éste y el Sermón de la Llanura en Lucas 6 son marcadas y numerosas. Mientras que es verdad que Mateo es por mucho el más judío de los cuatros evangelios, aun así creemos que es un serio error limitar su aplicación a los judíos devotos, ya sea del pasado o del futuro. El versículo con el que comienza el evangelio, en el cual Cristo es presentado en un sentido doble, debiera advertirnos en contra de tal restricción. Ahí Él es presentado como el Hijo de David y el Hijo de Abraham, “padre de todos los creyentes” (Romanos 4:11). Por lo tanto, estamos completamente seguros de que este sermón enuncia principios espirituales que rigen en toda era, y sobre esta base procederemos.
La primera predicación de Cristo parece haber sido resumida en una corta, pero crucial oración, tal como lo fue la de Juan el Bautista antes de Él, “Arrepentíos, porque el Reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3:2; 4:17). No es apropiado exponer en un estudio tan breve aquel tema tan interesante, el Reino de los cielos —qué es y cuáles son los diversos periodos de su desarrollo— pero estas Bienaventuranzas nos enseñan mucho respecto de aquellos que pertenecen a aquel Reino, y sobre quienes Cristo pronunció sus formas más sublimes de bendición.
Cristo vino una vez en la carne, y vendrá otra vez. Cada advenimiento tiene un objetivo especial relacionado con el Reino de los cielos. El primer advenimiento de nuestro Señor tuvo el propósito de establecer un imperio en medio de los hombres y sobre los hombres, a través de sentar los fundamentos de aquel imperio en la vida de las almas individuales. Su segunda venida tendrá el propósito de establecer aquel imperio en gloria. Por lo que es de vital importancia que comprendamos cuál es el carácter de los súbditos en el Reino, para que podamos saber si es que nosotros mismos pertenecemos a él, y si es que sus privilegios, inmunidades y las recompensas futuras son parte de nuestra herencia presente y futura. De este modo, uno puede entender la importancia de un estudio devoto y cuidadoso de estas Bienaventuranzas. Debemos examinarlas como un todo; no podemos tomar una sola sin perder una parte de la lección que ellas nos enseñan en conjunto. Estas Bienaventuranzas forman un único retrato. Cuando un artista dibuja un cuadro, cada línea puede ser elegante y magistral, pero es la unión de las líneas la que revela su relación mutua; es la combinación de las distintas delineaciones artísticas y de los pequeños toques lo que nos da el retrato completo. Por lo que aquí, aunque cada aspecto separado tiene su propia belleza y gracia particular y demuestra la mano del maestro, es sólo cuando tomamos todas las líneas en combinación que conseguimos el retrato completo de un verdadero súbdito y ciudadano en el Reino de Dios (Dr. A. T. Pierson parafraseado).
La gran salvación es gratis, “sin dinero y sin precio” (Isaías 55:1). Esta es una provisión de gracia divina sumamente misericordiosa, ya que si Dios ofreciera la salvación a la venta, ningún pecador pobre podría conseguirla, viendo que no tiene nada con qué comprarla. Pero la gran mayoría es insensible respecto a esto; sí, todos nosotros lo somos hasta que el Espíritu Santo abre nuestros ojos segados por el pecado. Sólo los que han pasado de la muerte a la vida se vuelven conscientes de su pobreza, toman el lugar de mendigos, están felices de recibir caridad divina y empiezan a buscar las verdaderas riquezas. De este modo, “a los pobres es anunciado el evangelio” (Mateo 11:5), anunciado no sólo a sus oídos, ¡sino que también a sus corazones!
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