Lo que los seres humanos necesitamos es tener una salud óptima. Y cuando hablo de salud, no me refiero solamente a los aspectos orgánicos, sino también a los psicológicos, los mentales; todo lo que se pone en juego para tener una vida plena y que podamos disfrutar.
Porque ¿de qué nos sirve vivir privándonos de lo que nos gusta si así la pasamos mal, si nuestra salud mental se ve afectada?
No podemos pasarnos toda la vida a dieta, preocupándonos tanto por cada alimento que nos llevamos a la boca, que nos sentimos casi presos del número que aparece en una balanza, ¡y hasta podemos llegar a tenerles pánico a ciertas comidas! Eso no es sano, sino que enferma los pensamientos y deteriora la mente.
Cuidarnos está muy bien, pero no al extremo de que termine perjudicando nuestra salud considerada en todos sus aspectos.
Debemos dejar de hacerle caso a la opinión de cierta parte de la sociedad y pensar más en nosotros mismos, en nuestra vida, no en lo que piensen los demás.
En esta vida estamos de paso y no podemos desperdiciar las oportunidades de hacer lo que nos gusta, porque después puede ser tarde y no hay manera de recuperar los momentos perdidos. Si no aprovechamos las posibilidades de disfrute que se nos presentan cada día, no podremos evitar arrepentirnos, y ese arrepentimiento nos hará mal. ¿Vas a privarte de la comida de tu mamá o de tus abuelos, hecha con todo el amor del mundo, porque “engorda”, porque tiene harinas refinadas o simplemente porque está de moda comer otras cosas? ¡No! Hay que tener siempre presente que esas son oportunidades que la vida no nos da a menudo y no podemos perderlas.
Disfrutar la vida es lo mejor que uno puede hacer, siempre que sea de manera saludable para la mente y el cuerpo.
Cuando tomé la decisión de abrir una cuenta de Instagram, fue más que nada por entretenimiento. ¡Nunca imaginé que iba a alcanzar la popularidad que hoy tiene!
Si bien siempre me gustó educar a la gente en cuestiones alimentarias, no creí que iba a llegar a tantas personas y a ayudar hasta mediante un teléfono celular.
Empecé haciendo publicaciones “básicas”, en las que, por ejemplo, explicaba los aspectos más esenciales de los macronutrientes, es decir, los hidratos de carbono, las proteínas y las grasas; de las vitaminas, los minerales, y de algunas enfermedades, como diabetes, fenilcetonuria, hipercolesterolemia, entre otras.
“Lo que realmente me incentivó a continuar con este proyecto fueron mis seguidores”
Luego mi cuenta fue cambiando y me encaminé a derribar mitos, a la comparación de tablas nutricionales, a abordar las obsesiones alimentarias y a concientizar sobre las modas en alimentación, que en la actualidad circulan y hacen furor en las redes, como la moda fit, de la que les hablaré más adelante.
Sentí el impulso de darle este perfil a mi cuenta a raíz de la observación de algunas otras cuentas. Después de verlas un poco, noté que había cierta obsesión generalizada y muchas creencias erróneas, que pueden tener consecuencias muy peligrosas para la mente humana y la salud física.
Lo que realmente me incentivó a continuar con este proyecto fueron mis seguidores, con sus mensajes donde a menudo y con cariño me halagaban, me felicitaban y sobre todo me contaban (¡y me siguen halagando, felicitando y contando!) que gracias a mi cuenta habían mejorado su alimentación y aprendido mucho. Sus ideas y sugerencias, tanto ayer como hoy, para que haga publicaciones, y todo el apoyo que recibo de miles y miles de seguidores, me hicieron sentir más ganas de continuar avanzando y enseñar sobre alimentación, que es algo muy importante.
También a través de esta cuenta conocí a pacientes nuevos, a mucha gente con ganas de mejorar y de aprender a comer ¡Todo esto también es muy bueno!
Obviamente, y como en toda red social, no todos son elogios, sino que también recibo críticas, que pueden ser útiles cuando son constructivas, pero lamentablemente han llegado hasta a insultarme y hacer comentarios “fuertes”. Son la minoría, y nada de eso me impide seguir brindando información para ayudar a las personas, que es lo que realmente quiero y me gusta.
No es fácil utilizar una red social. Siempre hay que pensar la manera de escribir las cosas para que el que lo lea no lo malinterprete; además, pronto se aprende a prever las reacciones de los seguidores frente a determinado tema, así que hay que tener bien en cuenta qué palabras usar y cuáles no.
Redactar el texto para un posteo es sumamente difícil y lleva bastante tiempo, aunque no lo parezca. Pensar cada palabra y cada párrafo, para que el mensaje llegue con la intención con la que yo lo comparto y a la vez para reducir al mínimo la cantidad de mensajes malintencionados, lleva mucho trabajo, al igual que saber qué imágenes elegir.
Pero más allá de eso, es algo que me apasiona y que trae sus frutos.
Por suerte, la mayoría y casi todos mis seguidores me bridan un cariño enorme y un gran apoyo. Recibo mensajes muy lindos, y eso me da más ganas de continuar con los posteos de todos los días.
No es real que, para bajar de peso, debamos suprimir alimentos. Ni siquiera los chocolates, los helados, la pizza y esas comidas que compartimos con amigos o familiares.
Si bien toda la vida se dijo y se creyó que para bajar de peso había que restringir, el tiempo finalmente nos demuestra que no es así.
Por ejemplo, ¿cuántos pudieron sostener más allá de algunos días, algunas semanas, incluso durante algunos meses, una dieta a base de pollo con ensalada, sin hidratos y sin comer un chocolate? Seguramente hayan bajado de peso al final de ese lapso, pero cuando se termina, se produce un efecto rebote y esto hace que se vuelva a restringir para bajarlo, una y otra vez, en un círculo vicioso.
A veces alcanza con usar un poquito el sentido común… ¿Realmente alguien va a subir de peso por comer un día dos porciones de pizza?
El tema no es dejar de comer las cosas que nos gusten, sino aprender a hacerlo. Este es un trabajo muy largo, no hay “recetas mágicas e instantáneas”, sino que lleva tiempo. Lamentablemente, no todos los profesionales usan este método.
Esto lo sé porque antes de recibirme acompañé a mi mamá a consultar nutricionistas, porque mis pacientes me cuentan sus anteriores consultas y también porque lo veo en varias cuentas de Instagram o de Facebook de algunos colegas que indican el método restrictivo como la base de un plan de descenso de peso.
En la Facultad, jamás nos enseñan a sacar hidratos de carbono, proteínas, ni grasas, sino que se enseña a dar cada uno de ellos de acuerdo con el requerimiento de la persona. De hecho, ciertos alimentos con mala fama ¡ni para una persona con diabetes se eliminan por completo!
Si yo tuviera que explicar por qué tantos profesionales hacen dietas “de fotocopia”, donde se eliminan ciertos alimentos y se restringen otros, diría que es por dos motivos.
El primero es que la educación alimentaria, que es lo que deberíamos hacer todos los profesionales de la nutrición, es un trabajo muy complejo y largo. Consiste en explicarle al paciente cómo comer, en qué horarios, enseñarle a darse cuenta de si tiene hambre o si come por ansiedad, explicarle qué contiene cada alimento, cuáles son las cantidades recomendadas, etc.
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