En el artículo de Rodolfo Moguillansky de este mismo libro se menciona la historia y actividades de la Comisión de Familia y Pareja de Fepal, que coordinamos conjuntamente. Para evitar redundancias, remito a su texto. Aquí sólo quiero agregar el papel que cumplen las valiosas colegas de Panamá Lea Setton, Yolanda de Varela, Betty Benahim y otras, las que integran un importante foco de difusión del Psicoanálisis de Familia y Pareja en todo Centroamérica.
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En 1984, bajo la presidencia de Jorge García Badaracco, la Asociación Psicoanalítica Argentina creó el Departamento para la Investigación Psicoanalítica de la Familia y la Pareja (el que desde 2012, estando el Departamento bajo mi coordinación, pasó a denominarse, como homenaje a su creador, Departamento de Familia y Pareja Prof. Dr. Jorge García Badaracco). Se trató del primer caso mundial de una institución psicoanalítica perteneciente a la IPA que otorgaba estatus oficial al enfoque familiar y de pareja. Posteriormente, la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires creó su Departamento de Familia y Pareja, y también la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo y la Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados poseen Departamentos o secciones dedicadas a Psicoanálisis de Familia y Pareja, así como muchos otros grupos fuera de dichas instituciones. La Asociación Psicoanalítica Argentina organizó periódicamente, hasta la actualidad, Jornadas de Familia y Pareja, varias conjuntamente con la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, algunas de ellas bajo mi coordinación.
Finalmente, y last but not least , diré que el enfoque de la familia y la pareja, a la que tanto ha contribuido Latinoamérica, ha ayudado a atraer la atención de los psicoanalistas sobre la importancia de la función de la intersubjetividad en la génesis y en el mantenimiento de la estructuración del aparato psíquico, incluyendo la constitución del inconsciente, y ha permitido arrojar nuevas luces sobre conceptos psicoanalíticos básicos. Además, ha permitido estudiar los niveles más “primitivos” (indiscriminados) del psiquismo, los que se activan en el marco de la sesión familiar (Czertok, Guzzo y Losso, 1993).
PARTE II.
EL DESARROLLO DEL PSICOANÁLISIS VINCULAR
Rodolfo Moguillansky
En la segunda mitad del siglo XX la cuestión familiar adquirió mayor relevancia en el campo de la salud mental y en el psicoanálisis. A esta nueva mirada no estuvo ajena América Latina. Distintas fuentes confluyeron para que así sucediera. Entre ellas tuvo un papel preponderante el renovado interés en la psicosis. Diversos equipos de investigación, liderados entre otros por G. Bateson, T. Lidz, L. Wynne, R. Laing, trabajaron bajo el supuesto de que la esquizofrenia era el resultado de procesos interactivos de la familia.
También contribuyó que múltiples autores, como Jacques Lacan, Harold Searles, Margaret Mahler, José Bleger, René Kaës, Donald Winnicott, Wilfred Bion, Piera Aulagnier y Jean Laplanche, concibieron que la familia era la trama en la que el humano procesa los momentos constitutivos de su subjetividad
En esa línea, fue central que en la posguerra se comenzaran a atender parejas y familias, en particular la experiencia pionera de Dicks en la clínica Tavistock, que nos llegó a través de Tensiones matrimoniales (1970) difundida también por Guillermo Teruel en su texto Diagnóstico y tratamiento de parejas en conflicto: Psicopatología del Proceso Matrimonial , o la de Willi (1976) en Suiza.
Lo vincular en la Argentina
Las instituciones de la IPA tuvieron inicialmente una actitud ambivalente frente a las concepciones vinculares. En los comienzos circularon extramuros y de a poco se fueron incorporando. Así en los años 50, de la mano de Enrique Pichon Rivière y José Bleger, se comenzó a tener en cuenta una comprensión vincular en el psicoanálisis en la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
Fue fundamental para el desarrollo de un punto de vista vincular, dentro de una perspectiva psicoanalítica, que en el territorio de la salud mental Mauricio Goldenberg, un psiquiatra dinámico, acompañado por numerosos psicoanalistas, muy conmovido por las ideas de la psiquiatría comunitaria que Maxwell Jones (1953) estaba desarrollando en Inglaterra, creara en 1956 en Lanús, localidad situada en los alrededores de la ciudad de Buenos Aires, un Servicio de Psicopatología en un hospital general. En esta institución se desarrolló una psiquiatría dinámica fuertemente apoyada en el psicoanálisis, que tenía como ideario no separar al paciente psiquiátrico de su comunidad ni de su familia. Las ideas que acompañaron la experiencia de Goldenberg (1958) están presentes en “Estado actual de la asistencia psiquiátrica en el país”. Muchos de nosotros llegamos al psicoanálisis –y en particular a enfoques vinculares– después de habernos formado como psiquiatras dinámicos con Goldenberg. La incorporación promovida por Goldenberg de servicios de psiquiatría dinámica en hospitales generales como un plan de desmanicomialización, fue la primera experiencia de ese tipo en América Latina y luego fue tomada como modelo por la OMS en la Conferencia de Alma Ata en 1978.
En este cambio de mirada también fue importante que García Badaracco, miembro conspicuo de la APA en 1967, creara el primer Hospital de Día, en el Hospital Borda (el mayor hospital psiquiátrico de Buenos Aires).
Una persona central en la incorporación del punto de vista familiar dentro del psicoanálisis, en particular en el psicoanálisis de niños, fue Aurora Pérez, quien además de dirigir el Departamento de Niños de El Lanús, creó en esa época junto a un grupo de pediatras el “consultorio del niño sano” en el Hospital de Niños, R. Gutiérrez (el más importante Hospital Pediátrico de Buenos Aires), en donde se asesoraba a los padres en el cuidado de sus hijos.
Al son de lo promovido por lo anterior, desde fines de los años 60, se creó en la Argentina un interesante movimiento que se ocupó de los vínculos familiares que culminó en el Primer Congreso de Patología y Terapéutica del Grupo Familiar con sede en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires en 1970. En este Congreso confluyeron contribuciones sistémicas y psicoanalíticas que siguen aún vigentes. Sluzki propuso una generalización de la hipótesis del doble vínculo, que meses más tarde tomó forma de libro en Comunicación y neurosis (1970). Isidoro Berenstein presentó un trabajo que fue el protomodelo de la Estructura Familiar Inconsciente (EFI), que formalizaría en Familia y enfermedad mental (1976) y Psicoanálisis de la estructura familiar (1984).
Este movimiento se ralentizó y casi se paralizó con el comienzo del terrorismo de estado en la Argentina con la acción de la Triple A, que pocos meses después culminó con el golpe de Estado de 1976 que dio comienzo a la cruenta dictadura militar, “el Proceso”, que duraría hasta 1983.
Con la vuelta de la democracia este movimiento penetró en las sociedades psicoanalíticas locales y en 1984 se crearon Áreas y Departamentos de Familia en APA y APdeBA (en APdeBA se creó en 1984 el Área de Pareja y Familia sobre la base de un grupo de psicoanalistas que nos habíamos formado en el Lanús y convocamos a participar en la misma a Janine Puget e Isidoro Berenstein que desarrollaban hasta ese momento su enseñanza del punto de vista vincular en la Asociación de Grupos AAPPG, una sociedad no perteneciente a la IPA. Yo fui el primer coordinador de esta Área).
Como muestra de ese interés, hacia 1987 tuvo lugar el Primer Congreso de Psicoanálisis de Pareja y Familia, convocado de modo conjunto por la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA), la Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados (AEAPG) y la Asociación de Psicología y Psicoterapia de Grupos (AAPPG). Resalto esta múltiple convocatoria en tanto muestra cómo circulaba el punto de vista vincular dentro de las instituciones de la IPA y extramuros de las mismas.
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