29Green, H.: «Linguistic Evidence for the Early Migration of the Goths», 37-40. Inscripción citada por Schwarcz en la discusión con Heather, en Heather, P., 1996 (reed. 1997), 70-71.
30Jordanes, Getica , III 22.
31Tácito, Germania , 6, 3-4; Green, H.: «Linguistic Evidence for the Early Migration of the Goths», 12-16 y 27-30.
32Jordanes menciona a varias tribus finoúgrias sometidas a los godos: merenos, mordenos e inmiscaros. Véase, Jordanes, Getica , XXIII 116. Para la influencia goda en las lenguas finoúgrias y eslavas, véase Green, H.: «Linguistic Evidence for the Early Migration of the Goths», 19-24.
33Jordanes, Getica , XVII 94-100 y XXII 113-115.
34Jordanes, Getica , V 41 y Procopio de Cesarea, V, 15, 24-26; Halsall, G., 2012, 135. Aunque san Isidoro da otra explicación al etnónimo godo y afirma que, en realidad, significaba «techo» o «fortaleza»: San Isidoro, 2; Heather, P., 1996 (reed. 1997), 78-91.
35Musset, L., 1982, 30-32; Halsall, G., 2012, 134-152.
36Jordanes, Getica , XVI 89. El pago de subsidios o tributos por parte de varios emperadores romanos a los godos se halla también evidenciado en otras fuentes como por ejemplo Eusebio de Cesarea, quien reconoce que antes del favorable foedus firmado por Constantino con los godos en el año 332, los romanos pagaban subsidios a los godos: Eusebio de Cesarea, Vida de Constantino , IV, 5. La inscripción de Sapor I en Frye, R. N.: «Res Gestae Divi Saporis», 371-373.
37Jordanes, Getica , XVI 90-93; Zósimo, Nueva Historia , I, 20.
38Jordanes, Getica , XVII 94-100.
39Zósimo, Nueva Historia , I, 23; Lactancio, De mortibus persecutorum , 4, 3, en: Teja, R., 1982; Aurelio Víctor, Libro de los Césares , 29, 2-5; Paulo Orosio, VII, 20.3; Jordanes, Getica , XVIII 101-103; Amiano Marcelino, Historia , 31.5.16-17 y 31.13.13, en Harto Trujillo, M.ª L., 2002; Eutropio, Breviario , IX, 4; Sanz Serrano, R., 2009, 97-99, que comete el error de situar la batalla de Abrittus en Hisarlak, en el territorio europeo de la actual Turquía y a más de 300 km del verdadero emplazamiento de la batalla que, en efecto, fue cerca de Hisarlak, pero en este caso no en Turquía, sino en la ubicación del mismo nombre situada en Bulgaria, en la región fronteriza con Rumanía de Dobrudja y muy cerca de Razgrad. Para una correcta ubicación de la batalla y de sus pormenores: Rodríguez González, J., 2005, 11.
40Sulimirski, T.: «Los nómadas sármatas. Un pueblo ahora olvidado, disperso entre las naciones», 289-298; Heather, P., 1996 (reed. 1997), 78-90.
41Jorge el Sincelo, Crónica universal , 5754, 466, en Adler, W., Duffin, P., 2002.
42Zósimo, Nueva Historia , I, 24-38; Jordanes, Getica , XIX y XX; Amiano Marcelino, Historia , 31.5.16-17; Aurelio Víctor 33, 1-12; Paulo Orosio VII, 22.7-9; Rodríguez González, J., 2005, 532; Sanz Serrano, R., 2009, 98-102.
43Aurelio Víctor, Libro de los Césares , 33, 2-29 y Eutropio, Breviario , IX, 8; San Jerónimo, Crónica, 1832; Paulo Orosio, VII, 22.7-9 y VII, 41.2; Jorge el Sincelo, Crónica universal , 466-467. Sigue siendo de utilidad la lectura de Sánchez Real, J.: «La invasión germánica del 259», 129 y ss.
44Frye, R. N.: «Res Gestae Divi Saporis», 371-373; Lactancio, De mortibus persecutorum 5, 1-7; Zósimo, Nueva Historia , I, 36-37; Paulo Orosio VII, 22.4-7; Aurelio Víctor, Libro de los Césares , 31, 5; Eutropio, Breviario , IX, 7; San Isidoro, Historias , 4. Los «Alpes» que nombra en este pasaje san Isidoro como morada de los godos se refieren a la sección meridional de los Cárpatos, los llamados Alpes transilvanos.
45Las fuentes constatan la existencia de leones y uros en esta región de Macedonia desde la época de Heródoto a la de Pausanias. Esto es, hasta el año 180 de nuestra era como poco. Al ser el de Pausanias el último testimonio sobre la cuestión, es probable que los leones europeos se extinguieran en los siglos III o IV. Véase Heródoto, Historia , VII, 126 en Schrader, C., Cabellos Álvarez, B., García Gual, C., 1985; Pausanias, Descripción de Grecia , VI, 5, 4.
46Zósimo, Nueva Historia , I, 29 y I, 37-39; Jordanes, Romana , 287; Historia Augusta , «Los dos galienos», 23.8-9, en Picón, V., Cascón, A. (eds.), 1989; Jorge el Sincelo, Crónica universal , 468; Juan Zonarás XII,23 y 26, en: Grigoriadis, I., 1995; Rodríguez González, J., 2005, 73-74 y 491-492; Heather, P., 1996 (reed. 1997), 69-78, quien sitúa las batallas de Nessos y Naisus no en 267 y 269, como es correcto, sino en 268 y 270.
47 Historia Augusta , El divino Claudio, 255.
48 Historia Augusta , El divino Claudio, 25.7.4-6.
49Zósimo, Nueva Historia , I, 41-46; Juan Zonarás, XII, 26; Historia Augusta , El divino Claudio, 25.5-11 y El divino Aureliano, 26.16.1-7; Aurelio Víctor, Libro de los Césares , 33, 26-35 y 34, 1-7; Paulo Orosio, VII. 23, 1; Eutropio, Breviario , IX, 11.2; Rodríguez González, J., 2005, 487 y 74; Heather, P., 1996 (reed. 1997), 68-85.
50 Historia Augusta , El divino Aureliano, 26, 30 y 34; Heather, P., 1996 (reed. 1997), 69-77.
51 Historia Augusta , el divino Aureliano, 26, 39.7-8.
52 Historia Augusta , el divino Aureliano, 26-34.
53Zósimo, Nueva Historia , I, 63-64; Historia Augusta , Tácito, 27, 13 y Probo 28, 1.3-4; Heather, P., 1996 (reed. 1997), 69-77.
54Amiano Marcelino, Historia , 28.1.5; Heather, P., 1996 (reed. 1997), 84-86.
55Sulimirski, T.: «Los nómadas sármatas. Un pueblo ahora olvidado, disperso entre las naciones», 289-298; Aurelio Víctor, Libro de los Césares 39, 43-44; Eutropio, Breviario , IX, 18-19 y 25-26; Jordanes, Getica XXI, 110-112.
56 Origo Constantini Imperatoris , 5, 21, en Lasala Navarro, I., López Hernando, M. P.: «“Origo Constantini Imperatoris”, comentario, notas y traducción», 271-285; Potter, D., 2013, 343-344; Heather, P., 1996 (reed. 1997), 57-75.
57 Origo Constantini Imperatoris , 5, 27.
58Amiano Marcelino, Historia , 31.3.1-5; Zósimo, Nueva Historia , IV, 25, 2 y IV, 34, 3; Origo Constantini Imperatoris , 5, 27 y 6, 31; Eusebio de Cesarea, Vida de Constantino , IV, 5; Paulo Orosio, VII, 26-28; Eutropio, Breviario , X, 6.1-2; Heather, P., 1996 (reed. 1997), 57-68.
59 Origo Constantini Imperatoris , 6, 32, 34 y 35; Eusebio de Cesarea, Vida de Constantino , IV, 6; Barnes, T. D.: «The Victories of Constantine», 149-155; Potter, D., 2013, 343-344.
2
De los tervingios a los visigodos (337-378)
Como un rayo que se precipita entre las montañas.
Amiano Marcelino, Historia , 31.12.17e
LA REVOLUCIÓN DE «LOS NUEVOS GODOS»
La cita con que se inicia el capítulo propone una imagen muy potente, con la que el historiador Amiano Marcelino, contemporáneo de los hechos, trata de hacernos entender el devastador efecto que causó el ataque de la caballería goda y alana sobre las legiones, cohortes, alae y vexillationes del emperador Valente durante la apocalíptica batalla de Adrianópolis, el 9 de agosto del año 378. Fue una gran victoria para los bárbaros y cambió para siempre las relaciones entre Roma y los godos.
Roma, desde los días de César, había establecido siempre sus relaciones con los bárbaros sobre un principio de fuerte desigualdad. Es decir, no toleraba vecinos fuertes en sus fronteras y si algún pueblo bárbaro trataba de establecer una posición hegemónica sobre los demás, Roma no tardaba mucho en destruirlo. Tal ocurrió, por ejemplo, con los dacios que, demasiado poderosos y demasiado amenazantes, fueron derrotados y anexionados por Trajano. Esa idea romana de lo que debían de ser sus relaciones con los bárbaros casi se quiebra en el siglo III. Si los ataques sufridos por el Imperio en el reinado de Marco Aurelio habían sido formidables, los que soportó a partir del 251 fueron casi imparables y en esos ataques, ya lo hemos visto, los godos fueron un actor determinante. Y, sin embargo, pese a todo, el Imperio se alzó con la victoria. ¿Del todo? No, pues el esquema tradicional de relaciones entre bárbaros y romanos, la total e incuestionable superioridad romana, se hallaba en cuestión.
Читать дальше