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El borde exterior
Primera edición electrónica: diciembre de 2020
© Rodrigo Romero-Flores
© Paracaídas Soluciones Editoriales S.A.C., 2020
para su sello Paracaídas Editores
APV. Las Margaritas Mz. C, Lt. 17,
San Martín de Porres, Lima
http://paracaidas-se.com/
editorial@paracaidas-se.com
Composición: Juan Pablo Mejía
Ilustración de portada: Antena satelital Radar de Doppler
Pintura interior: Fotograma de THX 1138, George Lucas (1971)
ISBN ePub: 978-612-4405-24-2
Se prohibe la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio sin el correspondiente permiso por escrito de la editorial.
Producido en Perú.
para Esther y Liam
1. _LA ISLA DIGITAL_
(Origen)
imprimo con el canto de las rocas
al ser humano y a su tiempo,
cincelando en los huesos
la tragedia tecnológica y el abuso de fuerza
que se ha dejado caer en nuestra única casa.
a través de la palabra implantamos
las huellas de un chip disidente
para vivir aferrados a la resistencia,
mientras en la deriva plena del holoceno
los reinos están a punto de sumergirse bajo las olas.
así pasan las lunas y resistimos,
decodificando las cenizas de una civilización postindustrial
que ha confundido los caminos y las semillas con su aparente hermosura.
para grabar esta relación de los hechos,
me balanceo entre las zonas australes y septentrionales
de este planeta,
territorios completamente fagocitados
por el bucle cargante del oro,
y me doy cuenta,
con la claridad de una calavera limpia y reluciente,
que a esta masa que arde su desdicha
le roban poco a poco, noche tras noche,
su espíritu y su libertad,
convertidos en neoesclavos
deben ser liberados
a punta de poemas.
vivo, entonces, en una trinchera que son muchas islas,
todas suspendidas con la suficiente distancia
para desenmascarar lo que va quedando de patria,
llámese gran capital, tecnoceno, nave nodriza.
junto a más sobrevivientes
garabateamos sobre las cenizas que descienden sobre esta ciudad,
las señales para que los humanos venideros
eviten las zonas de sacrificio por donde transitan los capitales ferocidad,
intentando
que esa galaxia de tinta
que acaricia nuestro borde exterior
venga cada noche,
desprendiendo su abecedario por los cuerpos del mundo,
tatuando las coordenadas por donde se movilizan
los sentidos perdidos de una existencia justa,
para que tengamos,
al menos, una oportunidad
de recuperarlos.
a fin y al cabo,
orbitamos con paciencia de piedra
los sucesos terribles de la alimaña digital
que se cierne corporativa y azucarada sobre la Tierra
y esperamos
el momento exacto
para borrar de nuestras nucas
el código de barras
al que nos han condenado.
Arca digital
I
vamos a la deriva en un arca
alumbrándonos con antorchas bajo la tormenta,
desorientados en el sagrado desorden
de la última bacanal antes del diluvio digital,
sin dios ni ley que nos castigue
sobreviviendo
al diluvio de bits
a la desinformación programada
a bordo, lejísimos,
navegando sin transar,
muriendo, como tantas otras veces migrando,
inaprensibles en este reino condenado
escucho a la distancia
el murmullo aterrado de mis congéneres que se preguntan
¿dónde está la solución a todos mis problemas?
y reflexionan
sobre la posibilidad
de que algún acontecimiento superlativo
los aleje de Nave Nodriza,
y se desmayan con ademanes ampulosos
sin embargo, sus voluntades continúan atrapadas
al control parental del oro, paralizados,
inutilizados por la frustración de siglos
a fin de cuentas droides de una deuda soberana
nosotros, en cambio, intentamos una embarcación que resista
las embestidas de un mar ensangrentado
y consumido por los rastreadores,
una independencia que nos saque del más acá:
nos camuflamos para ello, resistimos
II
un sonar se interna
en la espesura de la noche
llamándote, amor analogía,
para que me acompañes a alterar el curso de los hechos,
para que lleguemos hasta la Mar Australis
y podamos juntos quitarle el velo a la arquitectura de la red,
antidiluviana nínfula
dame el beso ácido de tu enteógeno electro,
para que abramos las puertas de la luna
y descubramos así el origen de tu presencia
divino tesoro incomprendido,
encarnas tu cuerpo en toda la materia terrestre,
mi demonia vampira telúrica vegetación
eres mi dueña y mi ama, mi dueña y mi ama,
mi dueña y mi ama,
sin pasaporte ni visado en esta isla
en este jardín de las delicias,
en el paso de las estrellas
en el ocaso de las horas
III
este pedazo de país imaginario y desprendido de su memoria
debe volver necesariamente a la montaña
a su origen rokhero y caótico
que no es otra cosa que los Andes pleistocénicos
este pedazo de país imaginario y desprendido de sus raíces
debe volver al mar
que en tanto diálogo paleontológico
nos revela
que las rítmicas secuencias del refugio sudaca
fueron testificadas por el ojo Ammonite,
sabandija que escribió sus versos de fuego en estratos
justo antes de desaparecer,
tatuando en el basalto la llave que libera
al único holograma certero en esta Mar Australis:
una embarcación llena de niveles y saltos temporales,
una vieja arca tectónica
IV
los maderos garabateados flotan en un mar de cables y sueños,
envueltos en el himno sin banderas
y en la anarquía total tras el timón multidireccional,
abierto a la libertad de los sentidos
y a la dictadura de los espejos,
una chalupa tecnológica que es un lupanar divino
y arrasado por electropoemas:
el delirio convertido en un holograma de provincias
navega al garete en su mismo nido,
con resucitados mentirosos perdidos,
con travestidos
con macacos pseudoletrados y eruditos simios
veo un arca saturada de espectros
los que cayeron en el loop eterno de la deriva,
deriva que es una resistencia,
una danza stereo-primitiva:
la evidencia del ocaso de una forma inexacta de vida
por eso nos hemos propuesto, entre otras cosas,
sabotear el plan divino,
el plan divino...
in nomine patris et filiis et chupalakecuelga,
borregos de costas culpables
obligados a la fellatio ecuménica o si no para el limbo los boletos,
no paramos de gritarles:
—no respetamos a nadie ni a nada—
mientras un arca cyberfemenina nos acaricia
todo lo que podemos llamar cuerpo y espíritu,
mientras este hermoso planeta se va al carajo,
mientras las olas se hinchan con la lluvia
y las memorias se llenan de ceniza,
con ese par de volcanes encendidos
que giran alrededor de esta novela,
en medio de un diluvio,
en medio de la reestructuración del caos,
en medio del marketing del apocalipsis,
en medio de la humedad que traspasa los huesos embarrados,
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