No obstante, el lugar de la ignorancia no puede ser considerado recíproco, dado que hay una menor tendencia de las personas a estudiar en las culturas del Sur. Por ello, la globalización se convierte en un pilar estructural en esta transición, dado que hay un potencial de creación, saber, conocimiento y cultura de las universidades, anticipado por los intereses empresariales, y que se adscribe al capitalismo cognitivo. Adicionalmente, se consolida una competencia que pretende jerarquizar centros que atraigan a los posibles estudiantes hacia los centros de primera.
Como resultado de este panorama, a partir de la jerarquización mencionada, resulta evidente una dualización de las universidades, debido a que, por un lado, se conforman centros de excelencia con mayor financiación y mejores condiciones, pero en el extremo se ubican aquellas instituciones cuyas condiciones no son las más favorables y, por el contrario, han sido infravaloradas.
La Universidad como inversión describe el escenario en el cual esta ha tomado connotación como empresa. Esta transformación refleja el resultado de su incorporación a los circuitos empresariales y mercantiles de la actual sociedad capitalista. La Universidad-empresa resulta ser el modo de entender la institución que se acerca al mundo empresarial y se aleja del control político. En este sentido, se presentan estos cuatro rasgos esenciales:
1. Aplica la denominación de inversión al tipo de Universidad que resulta de las reformas actuales, que con diferentes medidas dispersas tienen como objetivo incorporar en mayor medida la dinámica universitaria al nivel de investigación y de docencia, es decir, al tejido económico productivo. Como resultado de ello, se tienen efectos focalizados hacia la desfragmentación de la Universidad y el evidente interés hacia proyectos o líneas de investigación que privilegian las ciencias de la vida y que pautan un objetivo hacia la mirada industrial, pero que al mismo tiempo reducen el interés o privilegio de disciplinas que corresponden al orden de las humanidades y las ciencias sociales.
Uno de los efectos más relevantes es el “despiezamiento” de la Universidad, su fragmentación en diversos ciclos, programas de investigación, sectores prioritarios, institutos, fundaciones, etcétera... es decir, una pléyade de grupos y elementos que reciben un trato diferencial [...] la sinergia entre Universidad y empresa no consiste en un encuentro entre dos instituciones diferenciadas, sino en la supeditación de la dinámica universitaria al objetivo económico de rentabilizar los conocimientos adquiridos, vendiéndolos a los potenciales interesados y privilegiando los intereses de las empresas activas en los campos respectivos (Galcerán, 2010, p. 16).
Se afirma que la dinámica emergente beneficia explícitamente a las empresas y posibilita la formación y el desarrollo de ámbitos que aún no son tan fuertes, sobre todo cuando parte de la estrategia consiste en invitar a determinadas empresas para que creen cátedras universitarias o generen mecanismos de apoyo económico que posibiliten generar personal calificado, de manera puntual, “mercancías cognitivas”. En este sentido, como afirma Montserrat Galcerán (2010), “la figura de la Universidad-empresa sea inseparable de la constitución de un ‘mercado del conocimiento’ y de la configuración subjetiva del trabajador cognitivo propio de este tipo de capitalismo” (p. 16).
2. La dinámica se extiende al trato que reciben los propios usuarios, específicamente los estudiantes o jóvenes investigadores, dado que se promueve concebir o pensar su formación como un “capital cultural”, y se genera una proyección laboral desde la cual se motiva a adquirir un trabajo futuro, de tal forma que el joven invierte en su formación y eso le dará garantías en el futuro. No obstante, esto fomenta la competencia y el resentimiento entre esa población, dado que esta noción se vincula directamente con la presión de la rentabilidad para recuperar la inversión realizada y genera tensión frente a los modelos o el sentido de la financiación. “Se olvida sin embargo que, en una sociedad capitalista, el joven tendrá que encontrar un empleo en condiciones que le permitan desarrollar un trabajo que corresponda a sus conocimientos para ser capaz de realizar su ‘inversión’, y que esto no depende en gran parte de sus esfuerzos sino de la estructura de la sociedad y del mercado de trabajo” (Galcerán, 2010, p. 18).
3. La estructura gerencial de la empresa que se traslada a la Universidad hace recaer los cargos de dirección en personal externo, de manera similar al estilo de los gerentes de empresa, de forma que se reducen los órganos colegiados y se establecen criterios de rentabilidad para la concesión de plazas y la financiación.
4. El cálculo económico es el único criterio que se va a tener en cuenta, dado que la formación es asumida como un capital que el beneficiario debe pagar y las tasas aumentan, entonces, es necesario un esfuerzo hacia la autofinanciación.
La globalización de la Universidad refleja que la transformación que esta ha experimentado tiene un alcance global, sin embargo, esta lógica mezcla dos aspectos. Por un lado, la construcción de una Universidad planetaria, es decir, vista desde los noventa como un mercado global por el Banco Mundial y, por otro lado, la constante promoción de centros de educación universitaria de carácter privado, con franquicias por todo el mundo. Como afirma Boaventura de Sousa Santos, desde mediados de aquella década,
[la] opción fue entonces la mercantilización de la Universidad. En este proceso identificó dos fases. En la primera, que va del inicio de la década de1980 hasta mediados de la década de 1990, se expande y se consolida el mercado nacional universitario. En la segunda, al lado del mercado nacional, emergió con gran fuerza el mercado transnacional de la educación superior y universitaria, que a partir de finales de la década se transforma en solución global de los problemas de la educación por parte del Banco Mundial y de la Organización Mundial del Comercio (De Sousa, 2005, p. 25).
Los estudios universitarios se configuran como el conjunto de servicios de carácter cognitivo que se ofrecen en diferentes puntos del planeta, con la finalidad de consolidar una “fuerza de trabajo” especializada y sofisticada. De manera convergente, puede afirmarse que la investigación se convierte en uno de los pilares de la Universidad, cuyo rasgo distintivo es que privilegia el mercado con sus resultados.
Las políticas europeas de investigación tienden a crear un Espacio Europeo de Investigación, similar al Espacio Europeo de Educación Superior. Su objetivo consiste en establecer una red de centros de excelencia científica, desarrollar un enfoque común de las necesidades de financiación de las grandes infraestructuras de investigación, reforzar las relaciones entre las distintas organizaciones de cooperación científica, estimular la inversión con sistemas de apoyo indirecto, desarrollar un sistema de patentes y de capital riesgo, e incrementar la movilidad y el aumento del atractivo de Europa para los investigadores del resto del mundo, de modo que la fuga de cerebros se invierta en dirección a Europa. [...] Hay que prestar algo de atención a la propia denominación de los programas: en la fórmula I+D+i (investigación + desarrollo + innovación), el término innovación está claramente marcado y no significa simplemente la incorporación de conocimiento nuevo, sino que se utiliza en una acepción precisa que incorpora el gasto en I+D externo (subcontratado), el gasto en I+D realizado con los recursos internos de la empresa, la compra de maquinaria y equipo, la adquisición de conocimientos externos, el diseño y preparación de la producción y la distribución así como la formación e introducción de nuevos productos en el mercado (Galcerán, 2010, pp. 23-24).
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