¡Qué fluya la energía!
Antiguos pozos, túneles y pasadizos ocultos
«… en la dicha çibdad ay algunas casas que tienen balcones e salidas sobre las calles publicas a cuya cabsa las fasen oscuras e paresçen mal para el ornato e bien publico desa dicha cibdad. Por ende… derribasedes los dichos balcones e salidas que salen sobre las dichas calles, e mandase qe se puedan tomar a justo preçio algunas casas pequennas… para ensanchar… desta manera la dicha çibdad será mas noblecida… que agora ende aquí adelante… non edifiquen en las calles publicas… pasadizos ni saledizos, corredores ni balcones, ni otros edificios algunos que salgan a la dicha calle fuera de la pared en que estuviese el tal edificio… por manera que las dichas calles principales queden esentas… de ningun pasadizo ni saledizo y esten alegres y limpias e claras e puedan entrar y entren por ellas el sol e claridad…».
(Doña Juana, reina, en Segovia a 27 de noviembre de 1515).
(Tomado de Francisco Alijo Hidalgo).
(Cortesía de Juan Campos Grupo de Facebook Cosas Antequeranas que se han perdido con el paso del tiempo).
Así se instaba al cabildo civil de la ciudad de Antequera a no utilizar ni construir pasadizos, para la salida hacia los arrabales, y adecentar el viejo recinto amurallado con motivo de ennoblecer la ciudad y darle amplitud. No me cabe la menor duda que al ser Antequera ciudad protegida por la alcazaba no existiesen vías de escape o subterfugios ocultos utilizados por las huestes militares en la misma. Así como también podríamos encontrarnos antiguos pasadizos entre edificios eclesiales o religiosos. Todos ellos ya destruidos o desparecidos en su mayoría.
Cierta vez expuse en el grupo de Facebook Cosas Antequeranas que se han perdido con el paso del tiempo tal tema y era muy curioso cómo la gente opinaba sobre los pasadizos ocultos de la ciudad según leyendas infundadas o no.
Pasemos a conocer según las creencias populares algunos de ellos, debo aclarar que tales afirmaciones pudieran no ser exactas o simplemente tratarse de una leyenda sin fundamento ni rigor histórico o veracidad:
Los pasadizos de la alcazaba
El pasadizo que comunicaba la alcazaba con la zona conocida como Fuente de la Mora. Donde se dice que por las noches una mujer árabe se aparecía cuan espectro para recoger agua de alguna fuente aledaña. Un túnel encontrado gracias a unas reformas en una vivienda de la calle Cuesta Infante, y que supuestamente llevaba a las murallas del castillo, obviamente fue tapado inmediatamente por el dueño. Se dice que se encontraron restos de diversa índole.
Se tiene constancia, al menos por la tradición oral de las gentes que viven desde mucho, de aquella zona de túneles ocultos comunicantes entre la alcazaba y barrio de san Juan, Cuevas de Jesús y barrio del Carmen.
Los pasadizos de conventos e iglesias
Alguna fuente comentó que existían pasadizos descubiertos tras las obras de calle el Plato —esquina Taza y Porterías— una vez que se hundió el terreno salió a la luz un embovedado que comunicaba la iglesia de la Trinidad hasta la iglesia de san Isidro, actualmente desaparecida y que se encontraba en la esquina de la calle Taza con Vega.
El pasadizo del palacio de los marqueses de la Peña hasta el convento de la Victoria
Una leyenda urbana que se comentaba entre los antiguos alumnos del colegio de los Carmelitas y que desataba la imaginación de los jóvenes al creer que pudieran haber sido utilizados por los religiosos para cualquier fin.
Un pasadizo que atravesaba la ya desaparecida capilla de la humildad, que fue construida por orden de los marqueses de la Peña que fueron los que sufragaron parte de las obras del convento de la Victoria, así que como privilegiados tenían una tribuna propia para asistir a las misas celebradas en el convento sin necesidad de salir a la calle.
El arroyón de la plaza de san Sebastián
En principio un curso de agua natural que tras la expansión de la ciudad tuvo que ser encauzado al recibir aguas fecales. Así que se construyó un embovedado también denominado Madre Vieja entre los siglos XVII y XVIII, la antigua cloaca que desemboca en la calle Fresca. Esta canalización partía desde calle Nueva, atravesaba la plaza de san Sebastián, calle Encarnación y callejón Urbina. En la calle Talavera existía todavía un sumidero en la pared perteneciente a la red. Sobre esta red se construyó parte del convento de la Encarnación y otras construcciones. No se tiene constancia de que existieran edificaciones romanas situadas encima de este a no ser que fueran casas agrícolas. Se dice que lo único romano del embovedado eran los sillares extraídos de la ciudad de Singilia Barba.
Los pozos del Pinar de Hacho
He podido constatar que son cuatro los pozos u oquedades en la zona sur del parque periurbano. Cuatro pozos excavados en la roca con la misión de almacenar agua posiblemente, pero que muy poco se conoce de ellos. Conviene resaltar la existencia de yacimientos arqueológicos como el Arquillo del Porquero un acueducto del siglo XVI que conducía agua desde el arroyo de la Magdalena y la Torre Vigía del Hacho del siglo XIII declarada bien de interés cultural en las inmediaciones.
El Arquillo de los Porqueros conserva antiguas inscripciones realizadas por nuestros ancestros y que demuestran la predilección del hombre antiguo por esta zona desde la Edad de Bronce, donde tribus nómadas atravesaban estos parajes y posteriormente se asentaban en él. La torre vigía cubría el flanco sudeste de la alcazaba con marcado carácter defensivo de la ciudad.
Los chavales en los años 80 nos dedicábamos a bajar a ellos ayudados con cuerdas o aprovechando algunas oquedades que conformaban una especie de escalera bastante sinuosa, no sin antes aguantar algunas veces el olor nauseabundo de algún cadáver de animal en descomposición arrojado al mismo o también encontrarnos con restos de piezas de motocicletas.
Mi agradecimiento a:
Marina Espejo, Jorge PT, Juan Félix Luque, José Ángel Díaz Calle, Paco Mármol, Dolores Muñoz, Frank Tejada.
En la década de los 80 se pusieron de moda ciertos rituales caseros —Verónica, las tijeras y el libro— y ciertas prácticas espiritistas como la archiconocida ouija que tuvieron gran auge entre jóvenes de la época para invocar o contactar mediante supuestos juegos con el mundo sobrenatural. Con el único propósito de pasar un rato divertido, y no siendo conscientes de una posible repercusión posterior.
Yo no fui una excepción, así que si me lo permiten ustedes, les contaré mi experiencia personal con estos menesteres, la única que he tenido con la ouija hasta el momento. Es una licencia para narrar una reseña dentro de este blog a modo de paréntesis. Luego cada cual juzgue como quiera, como siempre…
Serían las 12 del mediodía aproximadamente en una mañana de verano. Todos los amigos y niños de mi calle disfrutábamos de vacaciones estivales y teníamos todo el tiempo habido y por haber. Nuestras edades comprendían entre los 10 a 16 años aproximadamente formando siempre un grupo numeroso para cualquier actividad o juego. No sé por qué pero aquella mañana al «jefe del grupo» se le ocurrió hacer lo que en aquella fecha denominábamos a secas espiritismo, que en definitiva no era ni más ni menos que hacer una sesión de ouija con materiales improvisados siguiendo un ritual aprendido en un campamento de verano. Es más que probable que quisiéramos o quisiera poner a prueba nuestro valor, así que nadie rechazo la oferta bajo pena de quedar como un «gallina» o cosa peor, y es que en aquellas edades tenía uno que defender su valentía a toda costa. Así que nos dispusimos a contactar con el mundo de los espíritus como aquel que se entretiene en poner y ver la televisión.
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