López Parada, Esperanza, 1962-
El alba de los minerales: antología (1987-2014) / Esperanza López Parada. -- Medellín: Fondo Editorial Universidad EAFIT, 2016.
78 p.; 19 cm. -- (Colección Otramina)
ISBN 978-958-720-322-6
1. Poesía española. I. Tít. II. Serie
861 cd 21 ed.
L864
Universidad EAFIT- Biblioteca Luis Echavarría Villegas
El alba de los minerales
Antología (1987-2014)
Colección Otramina
A cargo de Darío Jaramillo Agudelo
Primera edición: marzo de 2016
© Esperanza López Parada
© De la selección: Sergio Suárez Blanco
© Fondo Editorial Universidad EAFIT
Carrera 48A No. 10 sur - 107
Tel.: 261 95 23, Medellín
http://www.eafit.edu.co/fondoeditorial
Correo electrónico: fonedit@eafit.edu.co
ISBN: 978-958-720-322-6
Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio o con cualquier propósito, sin la autorización escrita de la editoral.
Diseño epub:
Hipertexto – Netizen Digital Solutions
DE LOS TRES DÍAS (1994)
No es éste un lugar habitable, donde nada
puedo llamar mío, menos mi habitación
blanca, mi techo diminuto o la esquina,
el país medido en que cuento las tardes.
Por turnos se duermen las luces al oeste,
se ensombrece aquella página en que leo.
Corren los años hacia su única noche,
se levantan viento y lluvia. Una vez sólo
se entorna la puerta y una vez vemos.
Ahora oigo a través del tabique
el paso sin figura de mi prójimo.
En el jardín los niños cantan como lo hicieron antes
y llegan a ser los mismos, los que primero fueron.
Todo lo repiten puesto que el mundo lo repite todo.
Grises y descalzos en la niebla, están ellos jugando
desde ayer un juego igual bajo los árboles.
El tiempo se demora hasta mañana temprano.
Ni el amor enlaza ni reúne el amor ni comunica
ni levanta pueblos ni lechos ata ni mezcla naciones.
Un punto me adormezco y al punto me desvelo.
Cuando él marchó, quedó la tierra pobre, extrema
y sin una ventana.
Más allá del huerto, por una puerta verde,
tras aquella verja es donde están las tumbas,
abandonadas ahora y sin una palabra,
y donde la tarde sigue y es a nada distinta.
Un hombre allí pinta los datos en las losas.
Sólo pinta esto, los nombres y los días.
Ha brotado un rosal como una corona,
aunque sus raíces están en otra parte
y de alguien hereda la palidez de sus dientes.
Se alza sin que ninguno sepamos qué celebra,
quién lo envía ni qué reacia fecha conmemora.
En el alba se llena de frases encerradas.
Estela de un joven de Salamina
Si tenía un tenso corazón en medio de los hombros
y el peso de su hígado era exacto,
exacto el equilibrio de humores y perfecto
el salto de sus músculos.
Sólo pudo morir porque una delgada furia
vino a amar el traje de ocaso que es su carne.
Y a nosotros nos daña con su hermosura deshecha
y el negro de su sombra.
Estela de muchacha romana
Llevas una amapola sujeta en el pelo
porque confundes letargo
con el lugar donde vas.
Llevas medio caída la túnica
porque el lugar donde acudes
con amor lo equivocas.
Marchas desnuda y dormida.
Nadie osa sacarte de tu error.
Estela de un caminante desconocido
Pensativo, sin declarar su origen,
ni dónde sus padres, en qué provincia su altar,
enfermo y semejante a un dios en lo incierto,
en lo acabadamente mudo, este hombre llegó hasta aquí
y aquí descansa, en un punto ignorado
entre la despedida de los suyos y la noche.
Aquí se acuesta, callado y último
en el tiempo agotado de su viaje.
De todas las historias te gustaba contar
la de los dos amigos caídos en la lucha,
graves y abrazados en el punto
donde los derribó la espada,
cada uno encomendándose al otro,
cuando el soldado que cuenta las bajas
los descubre en el confuso amanecer.
Luego tu voz se estremecía y ya no hablabas.
Tú mismo eras tu querella
y en ti nacía tu batalla.
Trabajabas contra ti,
contra tu lugar más céntrico.
La sangre de tus padres
se levantaba en tu corazón
y te afligía.
Para nadie conservabas esta herencia sino para nosotros.
Guardamos de ti un viento negro y una valla de oro,
una ecuánime risa, una tolerancia, un deseo claro,
el recuerdo de tu cortesía y de tu ciencia
y tu leve modo de pasar por el mundo.
Lo que quiere una tórtola es fácil de decir:
quiere un amplio desierto, una multitud de arena,
una extensión que atravesar y extenuarse.
Quiere visitar al sabio en su cuarto y llevarle noticias.
Esto es lo que pretende y con lo que se alegra,
recorrer algún cielo y después referirlo.
Son sin más las cosas y existen.
Enredado está el aire o quizá vacío.
Está y permanece y se mueve.
Pero yo me pregunto y me inquieto
y dudo de la verdad y no oigo a ninguno
aunque mis ojos formen el venir de la alondra.
Los días suceden según un modo oscuro
y nosotros no somos sino el modo
no claro en que los días nos suceden.
Ayer me despertó el grito de la lechuza
cerca en el patio y era un grito
raudo, turbio y hasta peligroso.
Pero el lugar entero a él se sometía.
DE EL ENCARGO (2001)
Las cosas parecen fáciles aunque nunca lo sean,
pero voy andando a casa y regreso andando,
hago cuentas estrechas en tanto las horas crecen
y aumentan cada vez los múltiplos del trigo.
Hoy estoy donde estoy y mañana me ausento
y lo que hoy no tengo, mañana lo calculo.
Acaso la madurez era finalmente esto,
este lento abandono y este oro entregado.
Hay quizá una cifra que no se agrega
Que permanece para siempre separada
Hay un número imposible de sumar
Un resto que no se rescata y se deja
Hay una cantidad secreta sin resolver
Una raíz real que nos traspasa.
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