Otras consecuencias de la mentalidad minera es la concentración de la riqueza en pocas manos, dando también cuenta de severos daños medio ambientales así como la privación de los beneficios a largo plazo que se derivarían de una mayor variedad productiva en la economía. En Chile, el cobre aporta un 10% del valor del PIB, y concentra un 33% de la inversión extranjera. Un 50 % de las exportaciones corresponde a productos de la minería del cobre, donde además de los costos de la mano de obra y los costos de la operación (sobre todo los de Health and Safety) son bajos, al menos comparativamente a los demás países productores, y existen pocos incentivos para automatizar la producción. La creación de productos nuevos también está limitada por la ausencia de iniciativas con mirada de largo plazo, que den lugar a proyectos de inversión atractivos. Por ejemplo, el litio que se producirá en Chile al radicar allí una de las mayores reservas del mundo, se prevé que estará destinado a otros países en forma de insumo básico para la fabricación de baterías. Lo mismo sucede actualmente con el cobre, donde se provee el mineral sin realizar su purificación o mayor elaboración que pueda dar mayor valor agregado a la materia prima.
Existen otros muchos ejemplos en economías en desarrollo que representan mal uso de los recursos y daños colaterales. Por ejemplo, la pesca de arrastre que se basa en la operación de un barco que remolca una gran malla atrapando en el piso marino todo lo que puede, dejando así una enorme estela de destrucción ambiental. Del mismo modo, Chile cuenta con reservas de hierro, potasio, yodo, recursos forestales, agricultura y ganadería que no son generalizadamente objeto de inversiones destinadas a modernizar la producción y sumar mayor valor agregado. Son pocos aún los ejemplos, como el salmón, el vino y las frutas, en que se han introducido innovaciones en la dirección de industrializar y sofisticar la producción.
Chile es una de las economías más exitosas de Latinoamérica, caracterizada por significativa inversión14 pero sin todavía adentrarse decididamente en el desarrollo sostenible más allá de la industria extractiva15. Una economía de conocimiento se caracteriza por el desarrollo de una base de conocimientos, frecuentemente denominado «base científica», que representa la materia prima (potencialmente inagotable) de la innovación. La base científica se encuentra en las universidades dedicadas a la investigación en ciencias e ingeniería así como en otras instituciones y en la propia empresa privada. Para conseguir una prosperidad duradera, hacen falta cambios profundos de mentalidad, y adquirir un pensamiento más estratégico sobre qué ocurrirá con la economía y la sociedad cuando ya no queden recursos naturales. Como se ha mostrado más arriba, y contradictoriamente con sus reconocido buenos resultados económicos, Chile es el país de la OECD que menos recursos dedica a I+D.
El papel de la ciencia y el sistema educativo
La ciencia es el conocimiento sistemático de lo físico o material del mundo a través de la observación y la experimentación. La ciencia suministra métodos y procesos donde esa comprensión del mundo es acumulada, codificada y comunicada para su posterior y permanente desarrollo. Pero es importante indicar que la ciencia no prueba nada, ya que el «método científico» solo puede «desaprobar» hipótesis alternativas. Lo que proporciona la ciencia es evidencia a propósito de los fenómenos físicos y materiales. A través del proceso de la experimentación y la acumulación de evidencia, desarrolla conocimiento y entendimiento del mundo físico. Esta observación es el primer elemento en la construcción de una economía de conocimiento, ya que los que trabajan en ella deben saber los límites de la ciencia y manejar la necesaria incertidumbre que acompaña al método científico.
El segundo elemento para considerar es el provecho económico de la ciencia a través de la ingeniería y la tecnología, que toman teorías y evidencias científicas y las convierten en productos que tienen utilidad y valor mercantil. En el caso
chileno actual, como hemos dicho, la tecnología se usa básicamente para la extracción de los recursos naturales, constituyendo así otro ejemplo de la mentalidad minera que le diferencia del mundo desarrollado. En muchos países la tecnología se usa en la agregación de valor a la producción a través de productos innovadores.
El método científico consiste en probar teorías tratando de contradecirlas. Si la teoría sobrevive la experimentación por medio de una robusta metodología, es evidencia de su validez, que luego la ingeniería podrá convertir en productos y producción. Para crear (o más bien ampliar) la base científica de Chile es preciso considerar la formación de los profesionales, sobre todo en la educación superior, considerando el sistema formativo y la metodología prevaleciente para incentivar el espíritu de búsqueda y superación, y la superación de la mentalidad minera. La educación superior científica de Chile sigue modelos antiguos basados en teoría y, aunque ello tenga sus méritos, la práctica y experimentación resultan ser imprescindibles a la hora de probar la consistencia de la teoría y sus aplicaciones. La educación científica en Chile, como en el resto de Latinoamérica, requiere un mejor balance entre la teoría y la práctica en el proceso de enseñanza y aprendizaje; sin experimentación y práctica, sufre el entendimiento correcto de la teoría. Solo con ella pueda el aprendiz comprender, aplicar y analizar/sintetizar profundamente los conceptos teóricos científicos y de la ingeniería, y así crear y diseñar nuevos productos y sistemas.
De entrada, lo que hace falta considerar son los recursos requeridos para el desarrollo de científicos y técnicos, y además la enseñanza de la creatividad e innovación en el sistema educativo chileno. En los países en desarrollo, como Chile, hay una falta de recursos e instalaciones de
laboratorios en las universidades, como se ha verificado a través de otras experiencias y opiniones de académicos de otros países16. En una visita de académicos de las universidades de Staffordshire y Newcastle (Reino Unido) a los laboratorios de algunas de las universidades chilenas que ellos pudieron observar y evaluar, concluyeron que los laboratorios de enseñanza y aprendizaje en ciencia e ingeniería de Chile, en su mayoría, parecían más bien «museos» que lugares de experimentación para generar conocimiento nuevo. Para formar científicos e ingenieros de alto nivel (y así poder aportar a una economía de conocimiento) es fundamental tener los recursos necesarios y contar con los últimos desarrollos científicos y tecnológicos.
Con respecto a las materias que debe comprender la enseñanza, los conocimientos del emprendimiento son también una importante adición al currículo universitario. El emprendimiento se define como el diseño, lanzamiento y mantenimiento en marcha de un negocio nuevo, el cual típicamente comienza como una pequeña empresa, siendo la gente quien crea el negocio, ofreciendo un producto, proceso o servicio para venta o arriendo, llamados «emprendedores». En el Reino Unido y en Europa existen, a nivel nacional y regional, agencias de desarrollo de pequeñas empresas cuyas funciones son apoyar la creación de negocios nuevos, basados en oportunidades regionales para llenar los vacíos existentes en el mercado local. Además, por este medio los resultados de un proyecto de investigación en una universidad tienen la potencialidad de crear productos, procesos y servicios nuevos. Asimismo, los investigadores pueden elaborar un plan de negocio para crear y desarrollar una pequeña empresa. De esta forma se liga la generación de ideas a la aplicación en la realidad productiva17.
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