El cinco de agosto, el provisor los reconoce y autoriza a la cofradía a instalarse en el convento agustino antequerano, ratificando y aprobando de antemano cualquier concierto que se hiciere entre los hermanos de la cofradía y los frailes.
El veintidós de abril de 1579, los mayordomos y cofrades del Santo Crucifijo solicitan, a los frailes del convento, les cedan sitio para labrar capilla, ofreciéndoles estos todo el hueco que había junto a una puerta que comunicaba la iglesia con el claustro en la parte del evangelio, junto a la capilla de Gaspar de Aguilar. Posteriormente, por problemas de consolidación de obra de la iglesia, se permuta por todo el cuerpo que se encuentra justo enfrente de la puerta principal, bajo el coro.
Las obras las inicia la hermandad el 16 de marzo de 1580, fecha en que las contratan con el maestro cantero Francisco de Azurriola. Entre otras cosas, se compromete a levantar una portada para la dicha capilla, de igual traza que la que el maestro construyó en la iglesia de San Sebastián, adaptando los volúmenes al espacio existente.
Los trabajos debieron ser bastante lentos, ya que hasta 1593, es decir, tres años después, no se termina la obra. En esta fecha se contrata con el alarife Francisco Gutiérrez la realización de las yeserías y terminación de la obra.
En cuanto al capítulo de imaginería, esta cofradía contaba con un Jesús Nazareno, actualmente depositado en la iglesia parroquial de Villanueva de la Concepción, en torno al cual se ha creado una nueva cofradía. Esta imagen se trasladó sobre 1960, según nos cuenta José Muñoz Burgos, y fue profusamente repintada y retocada en los setenta, lo que nos impide admirar las formas originales y policromía, sin duda del último cuarto del siglo XVI.
Así mismo, poseían un Cristo Yacente, interesante pieza escultórica del siglo XVI. Actualmente se encuentra depositado en la basílica de Santo Domingo.
Otra de las insignias de esta cofradía era un Crucificado. Esta imagen, que en la actualidad procesiona la Cofradía de la Paz, bajo la advocación de Santísimo Cristo de la Buena Muerte y de la Paz, es una pieza de gran robustez de formas, hecha para verla de cerca frente al que reza. Su talla es algo dura, de recios cabellos, distribuidos en grandes mechones. Su cabeza, de proporciones un tanto cuadradas, cae muy inclinada hacia la derecha, con tranquilo reposo sin espasmos de muerte. La anatomía, acusada por el movimiento. La policromía actual no se corresponde con la original, habiendo sido modificado posiblemente en el siglo XVIII, y posteriormente repintada en la pasada década de los ochenta. Su hechura se debe al escultor Diego de Vega, que la realizó en 1582, por precio de diez ducados.
En Antequera, como hemos visto, existía otra hermandad constituida en torno a la advocación del Santo Entierro. Se trata de la Cofradía de la Soledad, radicada en el convento del Carmen. Estas dos cofradías coincidían en su recorrido, ya que en esta época existía la costumbre de realizar estación penitencial en la Real Colegiata de Santa María la Mayor. Accedían a ella a través de la cuesta de Santa Mana, lo que anualmente ocasionaba disputas sobre cuál de las dos hermandades debía pasar primero, acabando habitualmente en riñas callejeras. Este hecho decidió a la autoridad eclesiástica a tomar medidas, entre otras reconocer como más antigua a la Cofradía de la Soledad, solventando de esta forma la polémica existente.
Cofradía del Santísimo Nombre de Jesús Nazareno
Se funda esta cofradía en 1581 en el hospital de Jesús, que estaba ubicado en la plaza del Portichuelo, junto al colegio de Santa María de Jesús. Este hospital se reducía a una sola habitación, donde se acogía a peregrinos y viandantes.
Lo reducido del sitio obligó a los hermanos de la cofradía a solicitar a los franciscanos terceros de Santa Mana de Jesús, les cedieran terreno para poder edificar capilla donde poder ubicar sus enterramientos y colocar sus insignias. Y así lo hacen el 30 de marzo de 1581 su alcalde Alonso Gutiérrez Rincón y los diputados Francisco de Vegas, Rodrigo Alonso Leal y Juan Muñoz del Águila, en nombre de los otros cofrades.
La comunidad les concede como sitio un trozo de terreno situado en la parte derecha de la puerta principal del templo, en la zona que hoy día es capilla mayor de Nuestra Señora del Socorro.
En este lugar se levantó una capilla exenta cubierta con una media naranja de características similares a la que hoy se conserva en la escalera principal del convento. En las pechinas de esta bóveda estaban tallados en yeso los cuatro evangelistas, a tamaño natural, y según las referencias que nos han llegado, estaba toda la capilla decorada con ricos estucos policromados.
El 11 de mayo del mismo año 1581, los hermanos de la cofradía conciertan con el entallador Diego de Vega:
“[...] una imagen de Xto Nazareno de siete quartas y media de altura fuera de la peana en que a de yr puesto de la manera que se suele rretratar Xto Nazareno llevando la cruz en cuestas, gueca y en proporción conforme a la dicha imagen de Xto. y el dicho retrato de Xto. a de ser rostro y manos y pies bien tallados y proporcionado en su ser como se requiere en la dha figura y lo demas del cuerpo a de ser sacado solamente sacada la forma de él pegada una tunica de algodon rrecio engrudado y vestida en el dicho cuerpo y sacados sus pliegues y traças que muestren sus naturalidades ...”
Sin lugar a dudas, estamos hablando de la escultura del Nazareno que en la actualidad procesiona la Cofradía del Dulce Nombre, y que originariamente perteneció a esta de la que estamos hablando.
Esta hermandad realizaba estación de penitencia los Viernes Santos y, al igual que la Cofradía de la Sangre, iban hasta la ermita de la Vera Cruz, portando sus hermanos vestidos con túnicas moradas y grandes cirios de cera. Esta cofradía desaparecerá al ser extinguida en 1617, tras un enconado proceso judicial con la orden dominica, del cual más adelante hablaremos.
Cofradía del Dulce Nombre de Jesús
En 1586, se instala en Antequera la orden de predicadores. Cuatro años más tarde, concretamente en 1590, se funda la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús, cuyos primeros estatutos aprueba el 9 de abril de dicho año el obispo García de Haro.
La comunidad les cedió sitio para labrar capilla a los pies de la iglesia, y retablo donde ubicar a su insignia, la imagen de un Niño Jesús Pasionario, siendo por ello conocida esta hermandad en aquellos años como la Cofradía del “Niño Chiquito”.
Entre sus actos de culto, además de su salida procesional el Viernes Santo de cada año, cabe destacar los celebrados el primer día de enero, con misa, sermón y procesión por la tarde, e igualmente había solemne función y procesión todos los segundos domingos de mes.
El hecho de la fundación de esta Cofradía del Dulce Nombre de Jesús llevaba implícito el que los dominicos efectuaran la correspondiente reclamación de sus derechos y beneficios concedidos por distintos papas a las hermandades de este título. Entre ellas cabe destacar la bula que expidió Pió V, Dicet Romanum Pontificem, por la que manda que estas cofradías dedicadas al Nombre de Jesús estuviesen en los conventos de Santo Domingo y no en otros, salvo que no hubiese conventos de la orden en una ciudad, condicionado a que, en el momento que se establecieran, se debería ir al mismo la cofradía, con sus insignias y todos sus bienes.
Bula reconociendo derechos a la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús. Pergamino. 1586.
Los dominicos plantean la reclamación a los franciscanos terceros, y el 28 de julio de 1598, obtienen la primera resolución favorable a ellos, que es inmediatamente apelada.
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