Nuestro Padre Jesús Nazareno de la Sangre. Detalle.
Cofradía de la Sangre y Santa Vera Cruz
Esta hermandad realizaba su estación penitencial en la noche del Jueves Santo, desde el Real Monasterio de San Zoilo hasta la ermita de la Vera Cruz. Este es un hecho ya sabido por todos y suficientemente documentado y publicado. Tal vez lo menos conocido de esta época sea su aspecto formal, cómo era un desfile procesional en esta primera mitad del siglo XVI. Para ello, tenemos dos testimonios realmente importantes. El primero de ellos se trata de la descripción que nos ha dejado un testigo de una procesión de disciplinantes realizada en Verona (Italia) el Jueves Santo, que es el más claro antecedente de las procesiones de penitencia de la España del siglo XVI:
“[...] seiscientas personas de dos en dos que iban azotándose con cadenas de hierro por entre la dicha ciudad, haciendo procesión con las cruces, y los presbíteros revestidos, y llevando el Cuerpo de Nuestro Señor, las caras cubiertas, con aberturas en los ojos y cantando todos juntos, mientras se golpeaban...”.
Y el segundo es el traslado de las constituciones o reglas de esta Cofradía de la Vera Cruz de 1555. De ellas nos pueden interesar dos de sus capítulos. El noveno nos dice:
“[...] que se haga general disciplina la noche del jueves Santo. Para lo cual todos los hermanos son obligados de traer su aparejo de camisas negras largas hasta los pies y capirotes romos que cubran el rostro y disciplinas de mano. Y todos los hermanos lleven cordones de San Francisco...”
El capítulo undécimo trata de las cosas que se han de llevar en la procesión de la disciplina:
“[...] Un crucifijo que no lo pueda llevar persona alguna salvo persona eclesiástica devota y vaya revestido con su camisa negra y seis cofrades revestidos de camisas negras y sus hachas encendidas y vayan detrás de la procesión. Y delante se lleve una insignia negra con una cruz colorada que la atraviese de parte a parte y la lleve uno de nuestros mayordomos con otros seis hermanos vestidos con el habito negro con sus hachas. Y vaya delante como guía. Y música de cantores lo mas e mejores que hallaren, que vayan cantando el ‘Miserere Mei”’. Y una trompeta que vaya tañendo de dolor ...”.
La simpleza y claridad de los documentos transcritos hace que sobre todo comentario. Tan solo hacer referencia a que en estas primitivas procesiones aún no se procesionaban imágenes talladas representativas de las distintas advocaciones y momentos de la pasión de Cristo o la Virgen. Esto vendrá luego. Primero tendrá que celebrarse el Concilio de Trento.
La segunda cofradía penitencial que se funda en Antequera fue la Santa Hermandad de la Preciosísima Sangre de Nuestro Redentor Jesucristo, que al igual que la anterior se funda en el Real Monasterio de franciscanos observantes, el doce de septiembre de 1543. Tan solo dos meses después, concretamente el uno de noviembre del referido, año ambas cofradías se fusionarían en una. El hecho nos aparece referido en un importante documento firmado ante el escribano del oficio segundo de esta ciudad, Juan de Baena, en el cual, además, los frailes ceden la propiedad a la hermandad y cofradía de unos terrenos para que puedan edificar capilla, casa de hermandad donde celebrar sus cabildos y bóveda de enterramiento.
Ambas hermandades serán las únicas que realicen estación penitencial durante muchos años.
Nuestra Señora de la Soledad. Plumilla S. XVIII.
Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, Quinta Angustia y Santo Entierro de Cristo
Se funda esta hermandad hacia el año 1560. Se trata de una cofradía eminentemente penitencial, en la que existían tanto hermanos de sangre como de luz, abundando más los primeros. Los hábitos o túnicas eran de color blanco, diferenciándose, los de sangre de los de luz, en que los primeros adosaban a su uniforme un escapulario de la Virgen del Carmen y los segundos llevaban una cinta de color marrón.
Estaban erigidos canónicamente en la ermita de San Sebastián el viejo, que con el tiempo se convertiría en el convento de Nuestra Señora del Carmen.
Venerable Hermandad de Sacerdotes de Nuestro Señor San Pedro
Tiene esta cofradía su origen en una congregación que se funda en 1523 en la iglesia primitiva de San Pedro, aunque hasta 1570 no se erige como hermandad, aprobando sus estatutos o constituciones el obispo de Málaga D. Francisco Blanco Salcedo, el 11 de junio del referido año.
Estaba formada esta cofradía por setenta y dos hermanos, por lo que también fue conocida como la cofradía de los setenta y dos sacerdotes, siendo requisito que todos fueran sacerdotes o diáconos. Los aspirantes a ingresar en la hermandad se agrupaban en lo que se denominaba “supernumerario”. Estos supernumerarios participaban de la vida de la cofradía, e ingresaban de pleno derecho en la misma por orden de antigüedad, cuando se producía una vacante, entre los hermanos de la regla.
Con respecto a su organización interna, esta hermandad tenía unas características especiales al designar con unos nombres distintos a los cargos de su junta de gobierno, con respecto al resto de las cofradías de nuestra ciudad. Así, estaba presidida por un abad mayor y dos subtenientes, que lo sustituían en caso de enfermedad o viaje, un pertiguero, un prioste, un abogado, un procurador, un escribano, un mayordomo y un campanero.
Estaban obligados a asistir tanto a los cabildos como a las funciones preceptivas revestidos de una estola negra, y se daban entre si el tratamiento de señoría.
No tuvo esta cofradía capilla propia ni bóveda de enterramiento hasta el año 1649, fecha en que su abad mayor, D. Juan Bautista Mellado y D. Pedro Sánchez Cuerpo de Plata, su mayordomo, solicitaron se les vendiera sitio para quince sepulturas y poder levantar capilla, la cual adquieren en precio de ciento quince ducados a las Fábricas Mayores de San Pedro por escritura ante el escribano Alonso Muñoz.
Esta capilla es la segunda del lado del evangelio y en un principio fue utilizada como capilla del Sagrario, hasta su adquisición por esta hermandad. En la actualidad, esta interesante capilla la ocupa la imagen de Nuestra Señora del Consuelo. El arco de la misma está decorado con unas importantes yeserías policromadas, atribuidas, por la profesora Rosario Camacho Martínez, al arquitecto José Martín de Aldehuela.
La hermandad realizaba su estación penitencial los Martes Santos y tenía como imágenes titulares un Cristo preso y un San Pedro arrodillado y llorando. Posteriormente, y ya en el siglo XVII, concretamente en 1627, una tal María de Godoy donó a la hermandad una imagen de vestir de una dolorosa, que la recibió la hermandad bajo la advocación de María Santísima de la Piedad, que también empezó a realizar estación penitencial con el anterior paso.
Cofradía del Santo Crucifijo
En 1578, los escribanos de la ciudad de Antequera, Gonzalo de León, Francisco Gutiérrez Álvarez, Miguel de Queralte Antequera, Alonso Gómez Adalid, Gonzalo Fernández Alba, Cristóbal Méndez y Pedro Flores, constituyeron una cofradía bajo la advocación del Santo Entierro y Crucifijo de Cristo. En sus constituciones, formadas por 26 capítulos o artículos, y aprobadas por el obispo don Francisco de Palma, deciden expresamente ubicarse en el convento de San Agustín, y a tal efecto solicitan a fray Pedro Suárez, provincial de los agustinos, que a la sazón reside en Granada, permiso para ello.
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