La muerte del doctor Luis Felipe, ocurrida el 18 de agosto de 1983, fue en cierta forma sorpresiva. Una corta enfermedad de este hombre que apenas llegaba a sus 73 años de edad, y que no concebía la vida sin su actividad docente, complicó rápidamente su salud. Su velación tuvo lugar en la Capilla de Nuestra Señora del Camino, junto a la Facultad de Ingeniería; y sus exequias en la Iglesia de Nuestra Señora de la Soledad, de los jesuitas. Entonces tuve el privilegio de pronunciar, profundamente conmovido, unas breves palabras, en mi nombre y también en el de la Asociación de Ingenieros Javerianos —era yo su presidente— para expresar nuestra gratitud y admiración, lo mismo que el pesar que nos embargaba:
¿Cómo olvidar sus clases de Topografía —preguntaba yo— llenas de indiscutible precisión? ¿Cómo pensar en poligonales o teodolitos sin recordarlo a usted? ¿Cómo olvidar su atención amable a las preguntas e inquietudes que siempre nos surgían? ¿Cómo pensar en el agua corriendo presurosa por el Laboratorio de Hidráulica sin recordar su alegría y emoción al contemplarla en canales y tuberías? ¿Cómo olvidar su afán de definir horarios y salones para poder sus clases iniciar? ¿Cómo pensar en acueductos y alcantarillados sin recordar el libro de Luis Felipe Silva?
Hice entonces una apretada descripción de su perfil: “Ejemplar, sereno, serio, sencillo, honesto, dedicado, detallista, gentil, señor, gallardo, hombre sabio que un día abrió las puertas para que naciera la ingeniería javeriana, y a ella entregó lo mejor de su vida, sin reserva alguna”.
Hoy, los restos del doctor Luis Felipe descansan junto a los de doña Magola, su señora, en una tumba de Jardines de la Inmaculada, al norte de Bogotá, justo al lado de las de su hermano Joaquín y su esposa. Poco después, en Anales de Ingeniería n.º 820, de 1983 (cuarto trimestre), apareció el obituario del doctor Luis Felipe. De igual manera en la revista El Ingeniero Javeriano n.º 5 de octubre de 1983, se rindió homenaje a quien había sido el “profesor fundador de la Facultad”, apenas unas páginas adelante de aquellas en que se reseñó la noticia sobre la despedida que se le había hecho el 15 de abril al padre José Gabriel Maldonado, S. J., quien había concluido su labor como decano del Medio Universitario de la Facultad. En la foto de ese acto aparece precisamente el doctor Luis Felipe entregándole una placa al padre Maldonado. Años después, yo escribiría un corto texto titulado “Maldonado, Bateman y Silva” —habían nacido en orden inverso, Maldonado en 1908, Bateman en 1909 y Silva en 1910— publicado en la revista El Ingeniero Javeriano n.º 15, de febrero de 1989.
Dos años después, el 8 de octubre de 1985, el rector de la Universidad, P. Jorge Hoyos, S. J., atendiendo la solicitud que le formulara el Consejo de la Facultad de Ingeniería y previo concepto favorable del Consejo Directivo Universitario, promulgó la Resolución n.º 303, por medio de la cual le concedió al doctor Luis Felipe, de manera póstuma, la distinción de Profesor Emérito de Acueductos y Alcantarillados. Se consideró especialmente, por una parte, que se había desempeñado brillantemente como profesor de Geometría, de Topografía y de Acueductos y Alcantarillados, cátedra esta última que ejerció por más de veinte años con gran espíritu académico, vocación científica y espíritu de servicio al país, y por otra que como docente había sido el forjador de muchos profesionales de la ingeniería que hoy se desempeñan con altura académica y responsabilidad social. También el rector exaltó sus calidades profesionales, académicas y humanas y agradeció públicamente todos sus aportes a la Universidad, a la vez que propuso su nombre como ejemplo del profesor comprometido y responsable y del profesional al servicio del país.
Sin lugar a dudas, la huella del doctor Luis Felipe perdura en la Javeriana, en la Biblioteca General, en el Archivo Histórico Juan Manuel Pacheco, S. J., y en ese monumento levantado cerca de la Facultad de Ingeniería, no lejos del laboratorio que por muchos años llevó su nombre, donde se erige su busto en bronce, obra del maestro Alejandro Hernández, donado en 2010 por su hijo Germán. Así se quiso conmemorar el centenario de su natalicio. Allí se reubicó la placa que la Asociación de Ingenieros Javerianos había colocado en su honor, en el patio de la Facultad, en febrero de 1984, seis meses después de su fallecimiento.
Para terminar este ensayo biográfico que hace parte de una obra importante de la Universidad dedicada a sus grandes profesores, resulta pertinente reproducir otro aparte de las palabras que pronuncié en sus funerales: “Usted, doctor Luis Felipe, hizo de su vida un canto a la docencia. Usted sabía bien que para ser maestro hay que amar en verdad la docencia y hacer que en ella florezca el afecto. Porque tanto para enseñar como para aprender, se necesita un maestro y un alumno, que unidos por el amor a la verdad, caminen juntos por el sendero de la vida. Y por eso aprendí a admirarlo, a respetarlo, y también a consentirlo, ¡a quererlo!... Sí, mi querido profesor, ¡siempre lo vamos a extrañar!”.
Usted, doctor Luis Felipe, hizo de su vida un canto a la docencia. Usted sabía bien que para ser maestro hay que amar en verdad la docencia y hacer que en ella florezca el afecto.
TRAYECTORIA ACADÉMICA
• 1910
Nació en Bogotá, el 10 de agosto.
• 1920
Falleció su tío, el sabio Julio Garavito Armero.
• 1935
Ingresó como miembro del Ejército Nacional.
• 1939
Recibió el título de ingeniero civil en la Universidad Nacional de Colombia.
• 1951
Por invitación del rector de la Pontificia Universidad Javeriana, fechada el 13 de febrero, se vinculó como profesor de la Facultad de Ingeniería Civil.
• 1955
Fue designado profesor titular.
• 1959
Fue recibido como Comendador de la Orden Universidad Javeriana.
• 1970
Fue gerente de ISEA Ltda., cargo que desempeñó hasta 1976.
• 1973
Se publicó la tercera edición de su libro Diseño de acueductos y alcantarillados. Fue profesor en la Universidad de Santo Tomás.
• 1975
Se publicó su libro Diseño de plantas de purificación y la cuarta edición de Diseño de acueductos y alcantarillados.
• 1979
La Organización Panamericana de la Salud reconoció su labor académica y solicitó su autorización para utilizar algunos capítulos de su libro Diseño de acueductos y alcantarillados en cursos ofrecidos por esa entidad.
• 1980
Fue ascendido al grado de Cruz de Plata en la Orden Universidad Javeriana.
• 1982
Se publicó la octava edición de su libro Diseño de acueductos y alcantarillados.
• 1983
Falleció en Bogotá, el 18 de agosto. En forma póstuma fue proclamado profesor emérito de la Pontificia Universidad Javeriana. En Anales de Ingeniería n.º 820, (cuarto trimestre), apareció el obituario; y en la revista El Ingeniero Javeriano n.º 5 (octubre), se le rindió homenaje a quien había sido el “profesor fundador de la Facultad”.
• 1984
La Asociación de Ingenieros Javerianos, al conmemorarse seis meses de su muerte, colocó una placa en su honor en el patio de la Facultad de Ingeniería de la Javeriana. Hoy en la Javeriana n.º 845, del 5 de marzo, registró el homenaje.
• 2011
Con motivo del centenario de su natalicio, se descubrió un bronce que su hijo, Germán Silva, entregara a la Pontificia Universidad Javeriana.
Educación y pedagogía
Simeón
Moreno Ortiz
En conversación con
Jaime Hernando Sarmiento Lozano
PRESENTACIÓN
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