Casiraghi, María
Nomadía / María Casiraghi. - 1a ed . - Florida : El Cedro Azul, 2020.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga
ISBN 978-987-47627-1-9
1. Narrativa Argentina. I. Título.
CDD A863
© 2012, María Casiraghi
Imagen de tapa:
© Marta Caorsi, base del cerro Pico Truncado, Santa Cruz, Patagonia argentina.
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ISBN: 978-987-47627-1-9
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Índice
Inicio
Prólogo por Noé Jitrik
Nota introductoria por la autora
Árida lengua
Vigías
Desalojo
La boca de un hombre desnudo
La casa terminada
Democracia
Identidad
Asuntos sociales
La entrevista
La otra pena
Las voces de atrás
En el lugar equivocado
La herencia secreta
La lluvia que no alivia
La noticia ajena
Una fórmula antigua
El baile postergado
Hibernada
La fama
Palabras del desierto
La orilla común
Mensaje
Sobre la autora
Nomadía:
Relatos del fin del mundo
En frecuentes viajes a esa suerte de «tierra prometida» que es la Patagonia, porque es desértica, porque abundan los arbustos espinosos y las ovejas hacen la fortuna y la miseria de esforzados pobladores de todo tipo, María Casiraghi ha ido recogiendo versiones, leyendas, sucedidos, sueños que se le han ido acumulando y que han conformado, sospecho, un imaginario que previamente se deslizaba por el terreno menos áspero de la lírica. Otros viajeros, en diferentes épocas y llevados por diversas tentaciones, han recorrido ese territorio, atraídos por su silencio y su desolación y han dejado testimonios, crónicas, relatos, etcétera. Pero, por lo que veo, lo que hizo Casiraghi es diferente, sale de otra experiencia y de otra mirada y, en consecuencia, despierta otra cosa.
Todo el caudal de palabras y de imágenes que Casiraghi debe haber acumulado tomó forma, por fin, en una serie de relatos de un rigor sorprendente, cada uno de los cuales es como una fotografía en profundidad de la vida y la muerte de ese pedazo de país, desconocido, casi ignorado, pero en el que bulle una secreta y dramática vida. Esa región, que por su extensión equivale a dos países, es una realidad y un mito o, quizás, un conjunto de mitos que irradian una luz espectral, fascinante y misteriosa, refugio de esperanzas y frustraciones que exploradores audaces o escritores atrapados por el atractivo del fin del mundo han intentado penetrar desde hace siglos. Gloriosos ensayos limitados por el viento y el hielo o el abandono de que ha sido objeto por la entidad mayor, el país de la que forma parte.
En cuanto a los relatos de Nomadía , de la delicada poeta que es María Casiraghi, se diría que cada uno está presentado en un doble registro o, mejor dicho, son como dos textos en acorde, uno en cursiva precede al otro y en alguna medida lo anticipa pero, en realidad, aparentando presentarlo o explicarlo pueden ser vistos a la manera de una sonata, dos instrumentos que se conjugan y se requieren. El primero, de tono coloquial, abre el tema, el segundo lo varía, se va para otro lado sin abandonarlo y, de este modo, en esta sutil complementación se va desplegando una música o, en otro plano, una pictórica en la que personajes, lugares, situaciones, fantasías, descripciones, se van sucediendo con armonía y firmeza y una extraña certeza de la escritura.
De la sonata brota algo más, otro rasgo: una suerte de desafío a la ilusión de realidad o, más precisamente, a la idea de ficción que acompaña, como un fantasma, todo intento de narración en el que se reconoce y aun se declara un origen, de observación o de experiencia. Pareciera que un relator sintiera la necesidad de decir de dónde procede el que vendrá, pero la consecuencia no es que se otorgue una importancia especial a lo que se va a narrar, un fragmento de mundo agónico, sino, más bien, lo entiendo como un gesto, poco común o francamente inesperado, implícito, no estridente, de internarse en otra zona narrativa, homólogamente desértica, como lo es siempre la aventura del escribir. Es como si la «escritora» Casiraghi, y no una oportuna antropóloga, sin hacer declaraciones teóricas de principios, nos quisiera hacer creer que, porque lo que nos va a narrar tiene su fuente en narraciones orales recogidas en una zona olvidada y lejana del país, no ha sido «inventado» por ella, en el sentido corriente de la noción de ficción, sino sólo transcrito. Es un «hacer creer», pura ilusión de realidad porque, en realidad, se trata de escritura y de lo que ésta puede transformar y configurar.
Por otra parte, aún admitiendo que los textos fueran producto de esa ilusoria transcripción, podemos dudar de su fidelidad; lo refuta el simple hecho de que nos encontramos frente a relatos ajustados, articulados, dotados de un inusual equilibrio entre un seco lenguaje y felices imágenes líricas. Y si la sequedad del lenguaje puede hacer pensar en efectos de oralidad, como lo propio de transcripciones, lo que queda de ella son meros restos, exteriores, que desaparecen rápidamente en la literaria atmósfera que los engulle: en realidad, me parece, la presunta oralidad originaria ha sido transformada, de modo tal que el efecto que podemos registrar es un dramatismo «artístico», por decir así, propio de la literatura y que, por supuesto, va más allá, o es de otra índole, de la conmoción que la imagen real podría provocar, si tuviéramos la posibilidad o la suerte de escuchar los testimonios que ha recogido y de lo cual nos advierte con tenacidad.
Libro disfrutable y emocionante, por las imágenes que pinta, sin duda, pero también por la seriedad de su lenguaje y ese rigor poético que está en armonía con él, al mismo tiempo que presenta un mundo doloroso, cercano y lejano al mismo tiempo, menos mito que tragedia ancestral y pérdida irrecuperable.
Noé Jitrik
Nota introductoria
En el año 2000 viajé durante seis meses con la fotógrafa Marta Caorsi por el sur de la Patagonia argentina para la realización de dos libros, uno de paisajes y otro de retratos, reuniendo en éste último diversas historias de vida de los habitantes patagónicos. Tal vez por la rapidez de los tiempos de escritura y edición, por el límite de espacio destinado a cada historia o por encontrarme «aprisionada» en el género periodístico, pienso que no pude volcar en el segundo libro toda la densidad y complejidad de las vidas retratadas. El periodismo supone un decir todo, pero muchas veces oculta más de lo que dice; tal vez porque el lector toma como real lo que lee, la censura suele ser mayor. La ficción permite a su autor, aún sin proponérselo, decir aquello que el periodista se ve obligado a suprimir; simplemente porque el lenguaje literario amplía los campos expresivos dando a la realidad su más exacta dimensión, descubriendo su verdad más profunda. Esto es lo que a mí me sucedió al comenzar a narrar esos hechos que oí, vi o experimenté desde este ángulo tan laberíntico como infinito.
Todos estos cuentos se desprenden como micro relatos de historias reales. En la región donde trascurren, el porcentaje poblacional es de los más bajos del país, sin superar los 0,8 habitantes por kilómetro cuadrado. En medio de un clima riguroso, nada los protege contra la soledad, la marginación y el olvido.
La Patagonia, aquel lejano sitio que fue hielo, bosque y mar, permite ser nombrada aquí de otra manera: Nomadía . Es éste el nuevo espacio a habitar; un territorio siempre incierto, huidizo, nómade.
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