Queremos destacar en estas líneas la figura del licenciado Juan de Aguilar, por la importancia que llegó a tener. Sus orígenes no están ciertamente documentados. Sabemos que en 1593 era vecino de Rute. Fue muy elogiado en su época, destacando las referencias que sobre él hace Rodrigo de Carvajal y Robles en su Poema heroico del asalto y conquista de Antequera, donde en el Canto X, dice:
El doctor don Alonso de Sarzosa
mostrará por su espíritu elegante
que la elegancia de su zarza es rosa,
al mundo honesta como a Dios fragante;
y el celebrado Pedro de Espinosa,
y el maestro sin manos, importante
Juan de Aguilar, y el Mesa Juan Bautista,
de Apolo han de ilustrar la sacra lista.
Efectivamente Juan de Aguilar era manco de ambas manos, aunque ello no imposibilitó el desarrollo de su trabajo ni mermó la calidad de su producción literaria. Tal fue esta que incluso Lope de Vega, en su Laurel de Apolo, le dedica los siguientes versos:
Y en la misma ciudad Aguilar sea
su fama y su esperanza.
Y sin haberle visto nadie crea
que sin manos escribe.
Escribe, ingenio, y vive;
estorbos fueron vanos,
pues el ingenio te sirvió de manos.
También aparece mencionado Juan de Aguilar en la obra de Vicente Espinel Vida de Marcos de Obregón.
La aparición en la escena antequerana de Juan de Aguilar se produce en 1593, tras el fallecimiento de Juan de Mora. Al quedar vacante la cátedra de gramática, se convoca una oposición para cubrir la plaza, a la que concurren Juan de Aguilar y el bachiller Bartolomé Martínez, ganándola este último. Seis años después, en 1599, tras el fallecimiento de este, nuevamente opositará Aguilar, obteniendo la cátedra en esta ocasión y manteniéndola hasta su muerte en 1634.
El testamento de Juan de Aguilar aporta una información muy interesante. En primer lugar, nos indica que vivía en una casa propia, no arrendada, en la calle del Adarve de San Isidro, en la collación de Santa María, donde era vecino del presbítero don Baltasar de Zayas. Pero lo más importante de todo el documento es la información que nos revela acerca de su biblioteca. Si bien no hemos localizado todavía la partición en la que estaría el inventario de los libros, sabemos que debió de llegar a tener un número importante de volúmenes y de cierto valor, tanto por su contenido como por su edición, ya que hay dos datos en sus últimas voluntades que así lo demuestran: por un lado, pide que se vendan en pública almoneda o subasta, encomendando esta tarea al padre fray Francisco de Cabrera, que actuará, dados sus conocimientos, como perito tasador; mientras que, por otro lado, ordena que del precio obtenido se compre un censo, a fin de que con sus réditos pudiera vivir quien declara como única heredera, su hermana Juana.
****19Anteriormente publicado en Fragmentos para una historia de Antequera por el Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga, 2009 con ISBN 978-84-7785-827-0.
Juan de Mora y
el Arco de los Gigantes ****20
Desde el siglo XVI hemos constatado una continuidad en la producción historiográfica antequerana, que además mantiene una cierta calidad en sus contenidos. De las muchas historias locales inventariadas hasta la fecha, probablemente la menos conocida sea la titulada Edificio en la Ciudad de Antequera con las medallas antiguas halladas en ella. Es una obra, en principio, anónima y sin fecha, pero que se ha atribuido al propietario de la cátedra de gramática de la Real Colegiata de Santa María la Mayor de Antequera, Juan de Mora, datándose en 1585.
De esta obra se conservan muy pocos ejemplares conocidos. Nos consta que existe uno en la Biblioteca Colombina en Sevilla, del que hemos conseguido una copia sobre la que elaboramos el presente trabajo, y dos ejemplares más en la Biblioteca Pública de Hamburgo.
La obra está escrita en latín y no se indica en ella la ciudad ni el impresor. Sin embargo, los tipos empleados nos recuerdan a otros trabajos impresos en el taller antequerano de Antonio de Lebrija, hijo de Sancho de Nebrija y nieto de Elio Antonio, que tenía su taller instalado en Antequera, al menos desde 1570, en la Carrera Vieja o calle Fresca, donde funcionó hasta 1599. Dicho taller fue explotado, tras el fallecimiento de Antonio de Lebrija, primero por su viuda, D.ª Beatriz Méndez, y posteriormente por su único hijo, Agustín Antonio. Nos consta además que existió un vínculo cronológico entre Antonio de Nebrija y Juan de Mora. En el mismo texto, de forma indirecta, se nos apunta constantemente hacia el año 1585.
Desconocemos de momento la fecha y lugar exactos del nacimiento de Juan de Mora, aunque todo parece indicar que debió de ser en nuestra ciudad en la primera mitad del siglo XVI. Sí sabemos que, en 1566, contrajo matrimonio en la parroquia de San Isidro con María de Salvatierra, con quien tuvo tres hijos: Juan, Ana e Isabel.
El 14 de febrero de 1570 es nombrado preceptor de gramática de la Real Colegiata de Santa María tras haber logrado ganar la cátedra, anteriormente ocupada por Francisco de Medina. Su nombramiento fue renovado diez años después, en 1580.
En 1585, siendo corregidor D. Juan Porcel de Peralta, la ciudad acuerda la construcción de un espacio donde reunir inscripciones y esculturas procedentes de las antiguas ciudades romanas existentes en el entorno antequerano y que será conocido como Arco de los Gigantes.
Según cuenta Cea Bermúdez, buscaron a los mejores literatos locales para que escribieran versos latinos en relación al acontecimiento y que sirvieran para el acto de inauguración del monumento. Así, colaboraron el doctor Álvaro Pisaño de Palacios y el racionero Pedro de Narváez, se rescataron versos de Juan de Vilchez y, además, siguiendo a Cea Bermúdez, el corregidor mandó a Juan de Mora la realización de un libro donde se contendrían la descripción y el texto íntegro de todas las inscripciones que se colocaran en esta puerta.
Las primeras noticias que tenemos sobre este raro y curioso ejemplar nos las proporcionan dos historiadores locales. Por un lado, Agustín de Tejada, en sus Discursos históricos de Antequera, y por otro, el padre fray Francisco de Cabrera, en su Historia de Antequera.
El libro consta de un prefacio de Juan de Mora al Concejo de Antequera, en el que expone el tema de su trabajo, es decir, la demolición del muro y puerta antigua de la ciudad, la construcción de una nueva y la colocación en el arco de las estatuas y epígrafes, incluyendo además un apartado donde explica el método que ha seguido en la interpretación de las inscripciones. A esta introducción o preámbulo le siguen los diez capítulos que enumeramos a continuación:
1 Situs Antiquariae (Situación de Antequera).
2 Antiquae Portae descriptio (Descripción de la Puerta Antigua).
3 Antiquae Portae diruendae causa (Causa de la destrucción de la Puerta Antigua).
4 Novae Portae constructio quipus demandata (A quiénes fue encargada la construcción de la nueva Puerta).
5 Scriptos lapides quaerendi constitutio et causa (Disposición y causa de la búsqueda de las inscripciones).
6 Novi parietis et Portae descriptio (Descripción de la nueva pared y de la Puerta).
7 Nescania ubi fuerit (Dónde estuvo Nescania).
8 De Singilia (Sobre Singilia).
9 De Colle Leone et Portu Plano (Sobre el Cerro del León y Puerto Llano).
10 Insignia Antiquariae (Enseñas de Antequera).
En las páginas siguientes, Juan de Mora hace algunas reflexiones sobre la ciudad de Antequera en sus aspectos geográficos, climáticos, económicos y agrícolas, y trata igualmente la conquista de Antequera por el infante D. Fernando. El libro se concluye como estaba previsto con la serie de composiciones poéticas escritas para la inauguración del Arco de los Gigantes.
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