3. EL COMERCIO Y LA INDUSTRIA EN UNA CIUDAD VIVA
Un faro de innovación y modernidad en el Mediterráneo
El día de Sant Martín
El coral, ese tesoro rojo
El correo en Barcelona
Los cambios de moneda
El primer banco público
La patente de Joan Pujol
Bellcaire y los judíos
La aventura de Antoni Matzini
Una industria fallida
El reloj y la campana
Barcelona farmacéutica
La primera fábrica de indianas
Can Culleretes, una originalidad
La Boquería, centenaria
El hombre de Ibiza
Lo que el banco se llevó
El político y el progreso
El gas, un buen elemento
La primera fotografía
Galletas Montes
¿Navarra o Euskadi?
Literatura, electricidad y canadienses
Industria textil, cultura y electricidad
4. ARTE Y CULTURA QUE HAN DEJADO HUELLA
Una ciudad conocida y admirada en todas partes
San Martín y el dragón
Llibreteria, libreros y editores
La prensa y los héroes
Constructores
Pinturas de clausura
Un pintor desconocido
Un lance de amor y literatura
Barcelona y Lepanto
El faro y las coordenadas barcelonesas
La primera guía urbana
Diseño, dulces e imprentas
A propósito de Chopin
Rapsodia barcelonesa
El viejo Hotel Colón
Llegó el diluvio
El histórico Teatro Principal
5. BARCELONA NEGRA Y CRIMINAL
La otra ciudad, rebelde, dura y violenta
El librero asesino
El asesino redimido
El joven y el cementerio
Un triste suceso
El primer ejecutado
Escuela de virtud
Se acabó el espectáculo
El atentado contra Cambó
Las moscas, testigos de un crimen
Criminales y espías
Un crimen político
El crimen de la gaseosa
Crimen pasional
Atracadores, anarquistas y fantasmas
El caso de La Criolla
El crimen del Ritz
Un plan sencillo
Criminal y mito
Ni en la cárcel se está seguro
Una bucólica plaza
El día que el Barça perdió la Liga
Muerte de un policía
El crimen del extraterrestre
Venganza
El primer incendio del Liceo
Falta de pruebas
6. BARCELONESES
Dejaron su huella
Catalanes ilustres
Hércules, fundador de Barcelona
Jesús de Nazaret en Barcelona
El centurión que amaba Barcino
Publio Daciano
Eulàlia de Barcino
Bartomeu, una leyenda de importación
El primer obispo barcelonés
La primera monja mercedaria
Araseri, brujo o rabino
Juan Garín, Riquilda y el demonio
Montjuïc y Berenguer Oller
El caso de Bonanat Mir
La guerra y la lana
Francisco y Simón de Tauris
Dos genoveses perdidos
Hasdai, el filósofo de Barcelona
Lluís Borrassà
Mossèn Esborra
Un extraño robo
Embajada o aventura
Los piratas de Mataró
Conseller contra la crisis
El marinero rebelde
El caso del comandante Cortines
El Corpus de sang
Un Conseller olvidado
San Ignacio y Sant Cebrià
Un destacado transeúnte
La reliquia de Ignacio de Loyola
Una leyenda
El caso del embajador veneciano
Cervantes, sí o no
Los Médici y Barcelona
Cagliostro, un hombre misterioso
El general Álvarez de Castro
El caso del general Duhesme, azote de Barcelona
Xifré, siete puertas y siete porches
Francesc Derch, el héroe de Gràcia
Los Milans del Bosch
El caso Antonio López
Verdaguer, el poeta rebelde
Un cuento danés
El Lawrence español
Acompáñeme al cementerio
Banquero y conocido
El ladrón arrepentido
Josep Fonrodona i Riva
Lesseps y Barcelona
Carmen Amaya, los gitanos barceloneses
Martí Borràs
El contable dibujante
Escultor o yesero
En recuerdo de los caídos por Francia
Orwell y el Hotel Continental
¿Quién fue el autor del Laberinto de Horta?
Un buen periodista
Subirachs y Gaudí
BIBLIOGRAFÍA
Después de bucear en los secretos de las calles, las plazas y los barrios de Barcelona, le queda a uno la sensación de que ésta es una ciudad inacabable e inabarcable, que queda tanto por decir que no bastaría con una enciclopedia. Y no hablo de Historia con mayúscula que de eso ya se encargan los expertos, hablo más bien de la crónica periodística, del día a día de la vieja Barcino, de la Barchinona de los godos, de la Marca Hispánica, del Condado, la República o la parte que le corresponda de las Españas. Esta ciudad está llena de misterios, de preguntas por responder, de aspectos sorprendentes y desconocidos, vivos en cada esquina. Como decía un amigo mío es una especie de Jerusalén en la que no te puedes apoyar en una piedra sin remover alguna sensibilidad. ¡Cómo no emocionarse ante las huellas de balazos en la iglesia de Sant Felip Neri! Y sin embargo, no nos engañemos, esa plaza no es un recuerdo medieval… ¿Qué hay debajo de la Catedral? Pues probablemente las tumbas de los primeros condes. ¿Es o no es la Sinagoga Mayor la que hay en la calle Marlet? ¿Quién era el Cagliostro que estuvo en Barcelona o el francés con bigote y sable que se paseaba por el puerto en 1793? Y a todo esto cientos, miles de ciudadanos anónimos han construido murallas, han erigido (y destruido) iglesias, han pirateado por el Mediterráneo y han sufrido el bombardeo de sus propios gobernantes. Barceloneses, ciudadanos libres comparables a otros ciudadanos libres que han visto como la ciudad construía hasta tres murallas y las derribaba después para extenderse por sus alrededores hasta engullir todo un mundo que se fue. Esa es mi ciudad y esa es mi gente.
Lejos de nosotros, no obstante, la tontería de calificar a las personas según su lugar de nacimiento, nada de eso, pero las circunstancias geográficas y políticas han forjado un modo de actuar genuinamente barcelonés. Al lector le corresponde valorar, que no juzgar, cuál es ese modo de ser o de actuar.
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