Cuando llegó la pandemia, el vacío que Trump había creado intencionadamente en lo más alto del Gobierno federal se tradujo en una inacción letal. En tres años, el Gobierno se había visto en parte desmantelado y en parte corrompido. Solo a las áreas que a Trump le habían pasado desapercibidas se les había permitido seguir su curso. Pero en medio de una crisis un Gobierno no puede funcionar sin un líder, o al menos ese funcionamiento tenderá a sufrir retrasos graves. Durante varias semanas cruciales el trabajo en los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, los laboratorios del Estado y otros organismos de salud pública se asemejaba a los procesos contradictorios y confusos descritos por los diplomáticos en las audiencias de destitución. Una prueba de diagnóstico que resultaba crucial para luchar contra la epidemia sufrió retrasos por un error humano, pero más allá de eso, fue retrasada por normas que tenían consecuencias no deseadas, por una reticencia a tomar decisiones y, sobre todo, por la incapacidad esencialmente trumpiana del sistema de reconocer sus propios fallos.59 Pese a toda su retórica antiburocrática, Trump había conseguido engendrar una cadena colosal de fallos burocráticos. Hannah Arendt llamaba a la burocracia “el Gobierno de nadie”. Ahora este nadie es Trump: ni siquiera sabía lo que no estaba haciendo.
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podríamos llamarlo corrupción
Dos semanas después de ganar las elecciones, Trump concedió una entrevista de cuarenta y cinco minutos a editores, reporteros y columnistas de The New York Times.60 Todavía visiblemente conmocionados, los periodistas parecían tener dificultades a la hora de equilibrar la expresión de respeto por el cargo de presidente –y por el hombre que lo ostentaría a partir de ahora– con el contenido de las preguntas que tenían que plantearle. Varios de ellos lo pasaron especialmente mal intentando ir al grano en sus preguntas, como avergonzados de tener que formularlas.
El corresponsal de la Casa Blanca Michael D. Shear finalmente consiguió preguntar por “cómo mezcla usted sus intereses empresariales en el mundo y la presidencia. En varias ocasiones, en los diez días… dos semanas que lleva como presidente electo, se ha reunido con sus socios indios…”.
“Sí”, respondió Trump.
Shear continuó: “Ha hablado acerca del efecto de los parques eólicos en su campo de golf [durante una reunión con el político británico Nigel Farage]. Hay personas, expertas en derecho y en ética, que afirman que todo eso es completamente inapropiado…”. ¿Qué hará el nuevo presidente para separar su presidencia de su actividad empresarial?, venía a ser la pregunta.
“La ley está completamente de mi lado –le respondió Trump–. El presidente no puede tener un conflicto de intereses”.
Trump afirmó que “en teoría puedo ser presidente y seguir dirigiendo mis negocios al 100%, firmar cheques para mi empresa…, puedo llevar perfectamente mis negocios y también llevar perfectamente el país”. Divagó. Insinuó que, si tenía que establecer un límite firme entre la presidencia y sus negocios, tendría que dejar de ver a sus hijos mayores, todos ellos involucrados en el imperio empresarial Trump. “Nunca vería a mi hija Ivanka”.
Un participante no identificado –probablemente un periodista de The Times– comentó: “Eso quiere decir que tiene que hacer a Ivanka presidenta adjunta, ya sabe”. Según la transcripción, todo el mundo se rio en ese momento.
No pasó mucho tiempo antes de que Ivanka ocupara una oficina en el Ala Este de la Casa Blanca –tradicionalmente el feudo de la primera dama–,61 y al cabo de pocos meses se mudó al Ala Oeste,62 donde se hace la política. Acompañó a su padre a una reunión con el primer ministro japonés Shinzō Abe,63 después a otra con la canciller alemana Angela Merkel64 y posteriormente ocupó el lugar de su padre en una reunión de líderes del G-20 en Hamburgo.65 Como Ivanka no recibía un sueldo, su padre afirmaba que las reglas éticas habituales no se aplicaban en este caso. La Oficina de Ética del Gobierno no fue de la misma opinión, pero esto no cambió nada.66
En enero, una semana antes de la investidura, Trump convocó una conferencia de prensa para anunciar que cedía la administración –pero no la propiedad– de The Trump Organization a sus hijos Don y Eric.67 Incluso si esto fuera cierto, seguiría sin resolver los conflictos de interés, ya que Trump seguiría obteniendo beneficios de las empresas que llevan su nombre –en realidad, su nombre es su empresa–. Pero es que además probablemente tampoco era cierto. Trump hizo el anuncio desde un atril cubierto de pilas de carpetas, pero no permitió a los periodistas examinar ninguno de los documentos que contenían, si es que contenían alguno.
En julio de 2017, un día antes de que se cumplieran seis meses desde su investidura, el jefe de la Oficina de Ética del Gobierno, Walter Shaub, dimitió conteniendo su indignación a duras penas. En una entrevista con la MSNBC, dijo que el programa de ética de la Casa Blanca de Trump era “una muy seria decepción”.68 La Administración afirmaba haber negociado acuerdos éticos con el personal, pero había dejado a la Oficina fuera del proceso. “Hemos recibido muy poca información acerca de lo que hacen las personas en la Casa Blanca para ganarse la vida día a día”, afirmó. La institución que Shaub encabezaba desde 2013 se veía indefensa ante un presidente que actuaba de mala fe. El cumplimiento de las reglas éticas era opcional porque Trump decía que era opcional. Y después optó por no cumplirlas.
No es que el presidente y su familia estuvieran precisamente ocultando sus fuentes de ingresos; simplemente se negaban a rendir cuentas por ellas. En febrero de 2017, cuando los grandes almacenes Nordstrom dejaron de vender la línea de calzado de Ivanka,69 quizá en respuesta al boicot que había hecho bajar sus ventas, el presidente tuiteó: “Mi hija Ivanka ha sido tratada muy injustamente por @Nordstrom… Terrible”.70 Al día siguiente, Kellyanne Conway, asesora de alto nivel del presidente, habló con Fox News desde la sala de prensa de la Casa Blanca para promocionar los productos de la primera hija. “Comprad las cosas de Ivanka, es lo que yo os diría –dijo–. Voy a hacer publicidad gratuita: id y compradlas ahora mismo, todos. Se pueden encontrar online”.71 Esta Administración creía firmemente que la nueva posición de poder de Ivanka tenía que fomentar sus beneficios, del mismo modo que la presidencia debería ayudar a todos los miembros de la familia a ganar dinero. Esta misma asunción se hizo explícita en la demanda que los abogados de Melania Trump presentaron en febrero de 2017 contra el tabloide británico Daily Mail, alegando un perjuicio económico a la primera dama: “La demandante tenía la oportunidad única que solo se presenta una vez en la vida, como persona extremadamente famosa y conocida, así como exmodelo profesional, portavoz de una marca y mujer de negocios de éxito, de lanzar una marca comercial en varias categorías de productos, cada una de las cuales podría haber generado relaciones empresariales multimillonarias a lo largo del periodo de varios años en el que la demandante es una de las mujeres más fotografiadas del mundo”. Melania obtuvo una indemnización, una de las más altas que han asignado nunca los tribunales británicos (la cantidad exacta nunca se reveló).72
En cuanto a la línea de calzado de Ivanka, cualquier beneficio que la primera hija estuviera obteniendo de ella no era más que una gota en el océano de ingresos que percibían ella y su marido, Jared Kushner. A finales de marzo, la Oficina de Ética del Gobierno publicó documentos que mostraban que la pareja seguía siendo beneficiaria de un imperio empresarial valorado en setecientos cuarenta millones de dólares.73 Este imperio incluía inversiones y empresas en el sector inmobiliario, entre ellas el Trump International Hotel en Washington DC. El hotel, que llegó a la capital tan solo meses antes que su homónimo, hacía negocios en sinergia con la presidencia. El Comité Nacional Republicano celebró allí su fiesta de Navidad.74 Los lobistas del Gobierno saudí reservaban bloques enteros de habitaciones, y pagaron alrededor de quinientas noches de hotel en los meses que siguieron a las elecciones.75 En 2017 el hotel generó más de cuarenta millones de dólares de beneficio, mientras que The Trump Organization en su totalidad generó quinientos millones. En julio de 2019, cuando Trump tuvo la conversación telefónica que acabaría desencadenando la investigación de destitución, parecía que cualquiera que hablase por teléfono con Trump tenía que mencionar que era un buen cliente de sus hoteles. Zelenski afirmó que en su última visita a Nueva York (antes de ser presidente) se había hospedado en el Trump Hotel de esa ciudad.76
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