Mis heroínas, contando con el más alto nivel literario, criticando con fiereza inequidades sociales por raza, género e ingresos, queriendo con su espada ganarle territorio a la violencia, en el paisaje que se cobra, sólo en México, siete vidas de mujer al día en ámbitos domésticos.
La narración épica tendría que tener de cuando en cuando retornos. Uno que podría venir casi al final sería un enlace literario —que no espiritual— entre Teresa de Ávila y Silvina Ocampo, quien escribió cuatro siglos después de aquella el relato “El novio de Sibila”, donde el personaje femenino dice:
Cuando era chica enfermé gravemente. Vivía en las montañas. Estaba paralítica. Para sanarme me metieron en un río helado; me dieron caldo de culebra y después, al ver que nada me curaba, mis padres llamaron a un curandero. Vino a casa a caballo, desde muy lejos. Dijo que yo tenía que comer tres pulgas de su caballo. Cuando supo que me habían bañado en un río helado y que había tomado caldo de culebra, le dio lástima, y dijo que él se comería las pulgas. Era lo mismo. Comió las tres pulgas ya preparadas en el hueco de su mano, y a las pocas horas mejoré. [….] Creía que las sirenas existían porque figuraban en los diccionarios (Ocampo, 1999).
Aquí cierro
Hablé de ellas, mis heroínas, en lugar de escribir lo que me pedía la doctora Mohssine, que era observar en mi obra publicada el punto que a ella le interesa y que ha sido su interés de estudio. Sí, es verdad que en mi novela La otra mano de Lepanto quito a Cervantes la palabra y la otorgo a uno de sus personajes, La gitanilla, mientras trota la prosa tras la leyenda de su siglo, la expulsión de los moriscos y la guerra de Lepanto; que en otra, Duerme , la mujer vestida de hombre puede correr con espada en mano el mundo; que en La virgen y el violín , traigo a la vida a Sofonisba Anguissola, la pintora de la corte de Felipe II que no tuvo cupo en la historia pero a la que yo le abrí la puerta en la leyenda, cuadrando su vida con la del laudero de su natal Cremona, su amado en busca del violín más perfecto, con, por supuesto, la compañía del demonio. Que en Texas, la gran ladronería , con un héroe feminizado por el despojo del territorio mexicano y de sus propias tierras, y con él cabalgando la novela reescribo épicamente la pérdida de ese territorio. Que en De un salto descabalga la reina revivo a las amazonas y a Cleopatra hiladas en una misma aventura. Que en Son vacas somos puercos describo el sueño y la violencia de los piratas hermanos de la Costa. Que en El libro de Ana doy a Ana Karenina la aventura que su autor le negó en vida: hacerla autora de un libro publicado. Y, sobre todo es verdad, que en El complot de los románticos , hago parcial épica de las autoras de nuestra lengua, tres de las aquí mencionadas al vuelo, insertándolas en una aventura desaforada.
También es cierto que por el momento estoy en lo que he compartido con ustedes: soñando con torcerle el cuello a una narración para que, en una forma nueva, me permita tener estas heroínas en coro, guerreras peleando batallas mientras cuidan la cebolla bien guisada en sus platos, y yo, a mi vez, saco mis armas en mi frente de guerra, que es contra y con las palabras, para conseguir sostener un texto literario que le pertenezca al lector.
Bibliografía
Barrera Agarwal, Helena (2015). De ardiente inspiración: obras de Dolores Veintimilla . Quito: Academia Nacional del Ecuador/Sur Editores. Disponible en: https://circulodepoesia.com/2016/02/dolores-veintimilla-la-noche-y-mi-dolor/
Butler, Samuel (1922). The autoress of the Odyssey. When and where she wrote, who she was, the use she made of the Illiad, and how the poem grew under her hands. Nueva York : E. P. Dutton & Company.
Ocampo, Silvina (1999 [1961]. El novio de Sibila. Cuentos completos (vol. 21) (pp. 225-226). Buenos Aires: Emecé.
Graves, Robert ( 1955 ). Homer´s daughter. Nueva York: Doubleday & Company
Soriano Vallés, Alejandro (2014). Sor Filotea y sor Juana. Cartas del obispo de Puebla a sor Juana Inés de la Cruz . Toluca de Lerdo: Fondo Editorial Estado de México-Secretaría de Educación del Estado de México.
Méndez de Cuenca, Laura (2006). Semblanza Juárez (1906), Al pasar el regimiento (1916). Impresiones de una mujer sola. Una antología general. Estudio preliminar de Pablo Mora (pp. 301-306). México, D.F.: Fondo de Cultura Económica /FLM/UNAM.
Veintemilla, Marietta de (2006 [1904). Mme. Roland. En Ana María Goetschel (comp.), Orígenes del feminismo en el Ecuador. Antología (pp. 63-70). Quito: Consejo Nacional de las Mujeres/Flacso Ecuador/Comisión de Género y Equidad Social-Secretaría de Desarrollo y Equidad Social del MDMQ/Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer Región Andina.
Zayas y Sotomayor, María de (2012 [1638]). Novelas amorosas y ejemplares. Ed. de Enrique Suárez Figueredo. Lemir, núm. 16. Textos 357. Disponible en: https://parnaseo.uv.es/Lemir/Revista/Revista16/Textos/04_Zayas.pdf
1Noten un detalle: el sastre fabricará las ropas para el caballero, la costurera a la dama, y la mujer común se hará las propias. Los sastres son, para Cervantes, ejemplo de la transa, de la corrupción; Cervantes asocia el traje varonil a la mentira; pero ese, aunque afín al nuestro, es otro tema.
2Vale recordar aquí el paisaje que tenemos al fondo: la poeta siciliana autora de la Odisea fue borrada, el golpe de nube que entinta a héroes que dejan esperando a las mujeres, marginadas de la épica, de la aventura, de la acción, del gobierno de su propio destino…
3La frase de Ambrose Bierce fue: “Ser gringo y cruzar el río Bravo es eutanasia”.
Avatares del heroísmo épico femenino en La otra batalla de Lepanto, de Carmen Boullosa
Lucía Melgar
No son comunes en nuestra literatura las mujeres heroicas y menos las heroínas épicas. Si bien las mujeres históricas participaron en movimientos sociales, sus acciones pocas veces se desenvolvieron en los campos de batalla. En este sentido, el escaso elenco de heroínas épicas en la ficción en lengua española, y en otras, corresponde a la primacía masculina en la guerra y en la creación canónica. Esta constatación, y la concomitante preservación de roles de género tradicionales en lo que a la épica se refiere, no excluye el cuestionamiento de la norma por parte de mujeres de carne y hueso o de papel. Catalina de Erauso —la Monja Alférez—, las mujeres varoniles del teatro del Siglo de Oro español y algunas figuras femeninas de los romances, además de protagonistas mitológicas, o de personajes históricos como Juana de Arco, forman parte de un repertorio femenino que rebasa los límites de la femineidad pasiva y subordinada que prevalece en la configuración de la mujer en la épica.
Desde esta perspectiva, la exploración de los límites de la femineidad tradicional y sus transgresiones por parte de escritoras contemporáneas implica una relectura crítica de la literatura y un cuestionamiento de la visión de las mujeres en la historia. La creación de protagonistas guerreras no conlleva necesariamente la reivindicación para las mujeres de conductas violentas y destructivas sino, más bien, la ruptura de arquetipos que las encierran en la pasividad y les niegan la capacidad de actuar con valor, osadía e incluso crueldad, que ellas también tienen en tanto seres humanos. Si algo se reivindica así es la capacidad de romper con un dualismo reductor que impide calibrar la diversidad y la variedad de formas de ser en el mundo.
Читать дальше