Pero hoy vivimos en un tiempo en que el mar está agitado por una borrasca. Es decir que, hoy, el demonio ha adquirido una influencia desenfrenada sobre el mundo, sobre la humanidad. En ese sentido suele decirse que hoy se están saldando cuentas que vienen de siglos atrás. Es decir: si, antes, el demonio actuaba de forma más tranquila, hoy recupera todo lo que antes no podía actuar.
Pero ¿de qué se trata, propiamente, en este gran combate entre el demonio y Dios? Ya he dicho en general que ambos tienen en la mira la voluntad libre del hombre. Permítanme que, en lugar de ello, diga, con más exactitud, que miran al corazón del hombre.
Es como si Dios marchase por el mundo, abriese las manos y reiterara siempre lo que leemos en la Sagrada Escritura: «Hijo mío, dame tu corazón» 6. ¡Quiero tu corazón! Pero el demonio marcha también por el mundo y reclama: ¡dame tu corazón!
Se cuenta —por supuesto, es sólo una saga— que un viejo monje iba una vez por el desierto y se encontró de pronto con un cazador. El cazador estaba vestido de rojo. Ya sabemos quién era. Era el demonio disfrazado de cazador. Ambos se encuentran y mantienen un diálogo. Entonces, el monje pregunta al cazador de forma espontánea e ingenua qué hacía, qué quería cazar. Y el cazador rojo le dio a resolver un acertijo.
Dijo el cazador: voy de cacería. ¿Qué busco? El medium lunae. ¿Qué significa esa expresión? La mitad de la luna. La luna es un disco redondo. Si se la parte por la mitad, se tiene una «C».
Y continuó el cazador —el acertijo no terminó todavía—: segundo, busco el medium solis, es decir, el centro del sol. ¿Qué significa? Es la letra O. El centro (de la palabra latina sol) es la O. Tenemos, pues la C y la O. Enseguida veremos lo que significa.
Ahora viene la tercera palabra del acertijo: initium radii. ¿Qué significa? El comienzo del radio. El comienzo (de la palabra) es R. Por eso: C – O – R: cor. Es en latín, y significa corazón.
¿Qué es él, 7entonces? Es el ladrón de corazones, el cazador de corazones. Ése es el demonio, que en todas partes quiere hacerse con los corazones.
Pero también Dios nuestro Señor busca en todas partes los corazones. Por eso dice la Sagrada Escritura tan a menudo: ¡Hijo mío, dame tu corazón! Por eso la devoción al corazón de Jesús, al corazón de María. En ellas está siempre visible el corazón. No sólo el corazón de Jesús sino también el corazón de María. Siempre corazón, corazón, corazón. Siempre el corazón. Con ello tienen ustedes la disposición fundamental que tenemos que mantener ante el demonio.
Si se preguntan ahora a ustedes mismos o si preguntamos a nuestra literatura qué dice sobre el demonio, creo que tenemos que constatar dos cosas.
En líneas generales, al demonio se lo ha llevado a la tumba. El demonio duerme, no existe más. No se cree más en el demonio.
La mayor muestra de habilidad del demonio consiste en que hace que el mundo crea que no existe. Ya lo dijo el viejo Goethe: «Esta gente menuda no cree nunca en el demonio, y aunque la tuviese asida por el cuello» 8.Y mientras el mundo no cree más en él, él puede seguir haciendo de las suyas.
Quiero contarles de nuevo una pequeña historia. Así, las cosas penetran más profundamente que si sólo las digo teóricamente.
Un párroco viajaba en un tren junto con todo tipo de gente. Entre los pasajeros había también un comerciante. Éste tenía interés en poner en aprietos al párroco. Mientras el párroco y otros pasajeros conversaban sobre una u otra cosa, interviene de pronto el comerciante y dice: señor cura, tengo algo importante, una noticia importante. ¿No ha leído usted ayer en el diario de Berlín? Allí decía que el demonio ha muerto. Y que dentro de dos días lo enterrarán. Usted está cordialmente invitado a estar presente en el entierro.
Se podrán imaginar que todo el pasaje del compartimiento del tren rió de buena gana. Pero el párroco no era tonto. Escuchó un poco y, de pronto, comenzó a buscar algo en su maletín. ¿Y qué extrajo de él? Su cartera. Coge diez céntimos de la misma y se las da al hombre que había dicho eso. Él lo mira y dice: ¡Diez céntimos! ¡Santo cielo! Ah —dice el párroco—, tengo costumbre de regalarle siempre diez céntimos a los pobres huerfanitos 9.A los niños huérfanos o a quienes ya no están del todo en (…). Por supuesto, las risas se dirigían ahora al otro lado.
En fin, lo importante ahora es que podemos decir que, en general, el mundo actual, también el mundo cristiano actual, vive en base a la idea de que el demonio ya no existe más.
Pienso que habría tres pensamientos que tendríamos que considerar lentamente con más profundidad. Les diré primero unas palabras sobre la historia de la influencia del demonio o del reconocimiento del demonio; segundo, unas palabras sobre la historia de vida del demonio; y, tercero, unas palabras sobre la forma de luchar del demonio.
Primero, entonces, unas palabras sobre la historia del reconocimiento del demonio.
¿Qué nos dice la Sagrada Escritura acerca del demonio? ¡Oh, nos dice muchísimas cosas, y cosas importantes y graves sobre el demonio! En especial el apóstol san Pablo no se cansa de hablar del demonio y de la influencia demoníaca.
Es interesante: a Pablo lo escuchamos con gusto porque Pablo es un teólogo sumamente profundo. Tuvo profundas, profundas percepciones de los planes divinos. Nos dice muchas cosas sobre la filiación divina, sobre la condición de miembros de Cristo. Y a la Iglesia católica de hoy le gusta mucho escuchar eso, ¿no es verdad? Pero Pablo nos habla también inusualmente mucho sobre el demonio.
Según la enseñanza de Pablo, todo el mundo, también el aire, está lleno de demonios. Después: las estrellas están ocupadas y habitadas por demonios. ¿Entienden qué significa eso? El demonio, sobre el cual Pablo se esmera en hablar una y otra vez, es un poder, una potencia. Y por eso está claro que no sólo tenemos que luchar contra la carne y la sangre, contra el mundo, sino también contra los espíritus malignos.
Y después escuchamos de san Pedro la conocida frase que dice: «El diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar» 10.Como un león rugiente, ¿verdad? ¡Imagínense a un león que ronda por ahí rugiendo!
Vean, pues, con cuánta fuerza cuenta la Sagrada Escritura con la realidad del demonio. Hay algunos libros modernos que hablan del demonio, es verdad. Pero entienden por el demonio sólo el mal que actúa en el mundo, no a una persona. Según la Sagrada Escritura, existen demonios como personas. Y, entre los demonios, hay uno que tiene todo el mando en sus manos: el principal de los demonios, Beelzebub 11. He aquí una primera frase en la historia del reconocimiento del demonio.
Y esto continúa después. La Iglesia católica, el cristianismo, ha mantenido la doctrina del demonio, y del demonio como personalidad real.
Pero en la época moderna, o sea, después del fin de la Edad Media, se habla aquí y allá todavía del demonio, pero sólo como el mal en el mundo, no del demonio como una persona. Y así prosigue, siglo tras siglo, de modo que casi hay que decir que la opinión pública ha enterrado al demonio: el demonio está en la tumba.
No sé si ustedes se han preguntado ya alguna vez de dónde puede venir esto. Pues viene de lo siguiente: la época moderna ha colocado al hombre en primer plano. Y ha hecho que Dios y, en general, todas las potencias de segundo plano, pasaran cada vez más al trasfondo. El hombre está en primer plano y, con el hombre, el actuar humano.
También la ciencia moderna ha colocado siempre al hombre en primer plano. Por eso, la biología, la psicología, las ciencias naturales, la técnica: ¿qué ven todas ellas? Siempre está el hombre en primer plano. No se dirige la mirada hacia Dios. Tampoco se dirige la mirada hacia el demonio. Sólo se ve al hombre.
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