También se puede estudiar el Árbol sefirótico agrupando los sefirot por triángulos.
El primer triángulo está formado por Kether (la Corona), Hochmah (la Sabiduría) y Binah (la Inteligencia). Es el triángulo metafísico.
El segundo triángulo está formado por Hesed (la Dulzura), Geburah (la Severidad) y Tipheret (el Sacrificio). Es el triángulo ético.
El tercer triángulo está formado por Netzach (la Victoria), Hod (la Gloria) y Iesod (el Fundamento). Es el triángulo intelectual.
Y, por último, viene Malkut (el Reino, es decir la Tierra) que está aparte. No es un triángulo: la Cábala representa a Malkut como un cuadrado o un cubo porque está formada por los cuatro elementos: la tierra, el agua, el aire y el fuego.
Esta división en cuatro partes se encuentra también en el Árbol sefirótico. Corresponde a las cuatro divisiones del espacio tal como las determinaron también los cabalistas. Empezando por arriba: Atsiluth, el mundo de las emanaciones; Beriah, el mundo de la creación; Ietsirah, el mundo de la formación, hasta Asiah, el mundo físico. Y cómo el ser humano fue creado a imagen del universo, estas cuatro divisiones tienen una correspondencia en él: Atsiluth corresponde al alma y al espíritu (en hebreo Neschamah); Beriah, al intelecto (Ruah); Ietsirah al corazón (Nephesh); Asiah al cuerpo físico (Guph).
También es aún posible trabajar con el Árbol sefirótico considerando la división en tres pilares. A la izquierda, el pilar que une Binah con Hod es el pilar del rigor, de la severidad: Jakin. A la derecha, el pilar que une Hochmah con Netzach es el pilar de la misericordia, de la clemencia: Boaz. Estos son los dos pilares del templo de Salomón. En medio, el pilar del equilibrio que abarca Malkut, Iesod, Tipheret, Daath y Kether. A estos cinco sefirot corresponden cinco grandes símbolos: la piedra filosofal (Malkut), el elixir de la vida inmortal (Iesod), la panacea universal (Tipheret), el espejo mágico (Daath), la varita mágica (Kether).12
Daath es, por tanto, la onceava séfira, misteriosa, desconocida, de la cual la Cábala apenas habla. Daath es el abismo cósmico donde está acumulado todo el pasado, todos los archivos del cosmos desde la eternidad. Es el caos, la confusión por encima de la cual se movía el Espíritu de Dios. También es Daath la que nos enseña sobre la caída del primer hombre. La tentación vino a través de Daath. La serpiente es Samael, ese espíritu poderosísimo que fue a encontrar a Adán y a Eva en el jardín del Edén (la séfira Hesed) para persuadirlos de que comieran del fruto del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal. Por haber comido del fruto de ese Árbol, Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso, es decir de las regiones sutiles y luminosas en las que se desplazaban, y precipitados en la materia opaca de Malkut.
Pero los cabalistas raramente hablan de Daath, el sol invisible situado entre Kether, el Padre, y Tipheret, el Hijo, el sol visible, manifestación del Padre, y muy pocos trabajan con ella, pues para acceder hay que haber recorrido todos los demás senderos.
Esos cinco sefirot del pilar central tienen una correspondencia en nosotros: Kether representa el espíritu; Daath, el alma; Tipheret, el intelecto; Iesod, el corazón; Malkut, el cuerpo físico. Como el sol, Tipheret, y la luna, Iesod, se suceden en el Árbol de la Vida, vemos cómo la luz de Tipheret pasando a través de la pureza de Iesod, ilumina a Malkut. Así, la luz del intelecto, pasando por la pureza del corazón, ilumina el cuerpo y todas las células para mantenerlas en un estado de salud y de vigor.
El pilar central mantiene el equilibrio entre los otros dos pilares. Si lo recorréis de arriba abajo, partiendo de Kether, pasáis a continuación por Daath, Tipheret, Iesod y llegáis a Malkut. Kether es pues un polo y Malkut el otro polo. Por eso se dice que la tierra es un reflejo del Cielo. Cuando Hermes Trismegisto decía: “Lo que está abajo es como lo que está arriba”, era una verdad cabalística. Y cuando Jesús decía: “Hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo”, quería decir: “Que sea en Malkut como es en Kether...”
Así, observad como todos los grandes Iniciados expresaron siempre las mismas verdades, pero cada uno a su modo, y todos tienen razón. Y yo, cuando os digo que el sol, Tipheret, es el espíritu de Cristo, también es cierto, porque no invento nada por mí mismo: interpreto las cosas según una ley inmutable que existe desde siempre. No soy el primero en decirla... Es una pena, ya me hubiera gustado ser el primero en hablar de esa verdad, pero por desgracia, ¡mil veces por desgracia! ¿cómo hacerlo? Miles de Iniciados hablaron antes de ella y yo, pobre infeliz, sólo repito verdades dichas desde hace ya mucho tiempo. ¿Es que eso me hace realmente infeliz, o feliz? A vosotros os corresponde decidirlo.
A propósito del pilar central del Árbol sefirótico, agregaré aún algo más para ilustraros. Sobre el pilar central se encuentra la Santísima Trinidad: Dios el Padre en Kether; el Hijo en Tipheret, el Sol; y el Espíritu Santo en Iesod. ¿Qué es el Espíritu Santo? Es justamente trabajando con Iesod que lo comprenderéis. El Padre es la vida, el Cristo la luz, y Iesod el amor, sí, incluso el amor que impulsa a los seres a unirse en el plano físico. A cada séfira le corresponde una parte del cuerpo: a Iesod le corresponden precisamente los órganos genitales. El Espíritu Santo tiene muchas relaciones con el amor, y cuando se dice que Jesús fue “concebido del Espíritu Santo”, quiere decirse concebido en un estado de conciencia de una pureza perfecta.13
El mensajero que vino a anunciar esta concepción a María, es el Arcángel Gabriel. ¿Por qué? Porque él es el que gobierna la región de Iesod. ¿Por qué no fue otro Arcángel sino Gabriel el elegido para llevar esa noticia a María?... Para aquél que ha estudiado la Cábala, está muy claro. La venida de Gabriel es muy expresiva, muy significativa cuando se conocen las virtudes y las funciones de las diferentes regiones. Jesús fue concebido en la pureza del Espíritu Santo, pero no como los cristianos creen: fue concebido según el único método conocido desde hace milenios. Pues la forma de concebir un niño es siempre la misma, es imposible que un niño nazca de otra manera que por la unión física de un hombre y de una mujer. Lo que varía, es el estado de conciencia de ese hombre y de esa mujer. Es la intención que se pone en un acto la que lo hace santo o impuro.
Entre las figuras simbólicas que los Iniciados utilizaron para esclarecer la estructura del hombre, está el caduceo. Pero actualmente la gente ve ese símbolo en las farmacias, sobre los automóviles de los médicos... sin comprenderlo en absoluto. El caduceo está compuesto por dos serpientes entrelazadas alrededor de una vara. Esas dos serpientes representan las dos corrientes de la vida cósmica: la corriente de la atracción, o del amor, y la corriente de la repulsión, o del odio, enroscadas alrededor del eje del mundo. El mundo entero se mueve por esas dos corrientes del odio y del amor, pues todo movimiento tiene por origen la atracción o la repulsión. El Iniciado que sabe dirigir esas dos corrientes tiene todos los poderes para atraer o repeler a los seres: atrae a los seres luminosos y rechaza a los seres tenebrosos, atrae las bendiciones del Cielo y rechaza las fuerzas del mal. Pero el hombre es en sí mismo un caduceo viviente.
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