Dice Mónica Echeverría, en el libro Agonía de una irreverente , que Inés era cercana al presidente de la República, Arturo Alessandri, a quien consideraba una figura de renovación de una clase política corrupta. Dice que, como tantas mujeres de su época, Iris andaba habitualmente armada por las calles. Que ese pequeño revólver, nacarado en su mango, la acompañó en una caminata desde su casa al Palacio de La Moneda cuando faltaban días para la ejecución y se rumoreaba la inminencia de un indulto. Dice que entró a la oficina del presidente con la prestancia que la caracterizaba. Que amenazó directamente a Arturo Alessandri, eso narra su sobrina, acaso la mayor heredera de su irreverencia, y que esa reunión fue determinante para impedir el indulto. Roberto Barceló Lira, quien fuera condenado a muerte por el Cuarto Juzgado del Crimen de Santiago el 23 de enero de 1934, moriría fusilado 14. Sería el primer y único aristócrata al que se aplicó la pena capital y Por él un libro único en su incidencia sobre un juicio sin terminar.
Por él sería el último libro publicado por Iris. “Una descontenta de todo: de su país, de su medio, de su época”, diría de ella Amanda Labarca muchísimo antes del crimen. Esa charla entre Echeverría y Labarca, que tuvo lugar en 1915, revela las diferencias entre ambas mujeres, la efervescencia intelectual de la primera ola feminista y también describe una escena tan elocuente como desoladora. Mientras ambas intelectuales debatían sobre la República, la transgresión femenina y las implacables “leyes de la realidad”, fueron interrumpidas por la jovencísima Rebeca. Labarca describe su belleza, “su sonrisa como una claridad sedante”, y se dirige a ella en el párrafo final de su texto, en un monólogo de inesperados alcances acerca de la relevancia futura de Echeverría: “Rebeca, si dentro de veinte años usted constata que hay en Santiago un ambiente artístico y una intensa vida espiritual y usted encuentra en ellas un goce mudo más refinado y más alto que todos los que hoy se le puede ofrecer aquí, recuerde usted que su madre ha trabajado, ha luchado y ha sufrido para que usted pueda sentir las dulzuras de una vida que nosotros no conocimos”. Esa dulce libertad, desconocida para la inmensa mayoría de las mujeres que protagonizaron la primera ola feminista, tampoco sería vivida por Rebeca. Moriría asesinada justo antes de que transcurrieran esos veinte años, pero la obra de su madre, la escritora feminista Inés Echeverría, forjaría un camino para que otras generaciones sí imaginaran una vida distinta, vivible, y reconocieran, décadas después, el trabajo, la lucha y también el sufrimiento de las que vinieron antes.
Índice
Ante ti, Señor, una madre clama
Gestación inmediata de la tragedia
La tragedia
Después de la tragedia
Impresiones del sumario
MarginalesSumario en contra de Roberto Barceló
El hallazgo
Misa de réquiem
El horóscopo
Los hijos de Rebeca
El silencio de Rebeca
En la cárcel
La gran acusadora
Confesiones
Imágenes de la primera edición
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