Otra evidencia del sobredimensionamiento de la economía financiera respecto de la productiva es el desmesurado volumen de los productos denominados «derivados». Estos han alcanzado los 640 billones de dólares en 2019, mientras que el PIB global, es decir, la riqueza conjunta que han producido todos los países durante ese año ha sido de 86 billones de acuerdo con los datos del Banco Mundial. Los rescates bancarios que se realizaron tras la crisis del 2008 trasegaron una cantidad de miles de millones que contrasta con las cifras dedicadas a salvar a las compañías manufactureras. Así, por ejemplo, el Gobierno alemán aportó 1500 millones de euros para salvar la filial europea de General Motors, Opel, mientras que Bankia recibió más de 45 000 millones de ayudas públicas del Gobierno español.
La informatización de las transacciones financieras ha incrementado enormemente su volumen y velocidad. El número de operaciones en los mercados de divisas o de valores se ha multiplicado exponencialmente al realizarse a través de redes digitales que conectan directamente unas entidades financieras con otras y con las bolsas. La mayor parte de las órdenes de compra y venta las realizan hoy en día ordenadores programados con un sofisticado software que les permite detectar las tendencias del mercado y que pueden procesar innumerables operaciones por segundo.
Cuando se habla de la innovación tecnológica en el mundo de la globalización, se suele pensar en las empresas relacionadas con la informática o la biotecnología. Pero también el sector financiero acumuló una gran cantidad de saber científico a partir de los años ochenta con el objetivo de innovar sus productos y su funcionamiento. Contrató gran número de físicos, matemáticos, informáticos e ingenieros con el objetivo de desarrollar modelos de previsión del riesgo junto con productos financieros muy sofisticados 25 . La innovación tecnológica ha sido un factor de competitividad tan importante en el sector de las finanzas como en la manufactura. La introducción de nuevos productos financieros en el mercado otorga una ventaja competitiva a las entidades que los crean, al menos durante el tiempo que el resto de las compañías tardan en comprender su funcionamiento 26 .
El sometimiento de los estados, las empresas y las familias a la lógica financiera se ha conseguido sobre todo mediante la utilización de tres mecanismos: el crédito y la correspondiente deuda, los seguros y la multiplicación de los tipos de títulos-valores.
El crédito ha sido tradicionalmente la fuente de ingresos más importante para los bancos comerciales. Estas instituciones captan el ahorro de la población en forma de depósitos y conceden préstamos a particulares o empresas dándoles un plazo para la devolución del capital y el pago de los intereses, que son la fuente de los beneficios del banco. La concesión de un crédito no constituye una transferencia de fondos de los depositantes al prestatario. Lo que hace el banco es realizar un asiento contable a favor del titular del préstamo, por lo que no se está traspasando dinero, sino creándolo.
El funcionamiento de los bancos comerciales presenta dos problemas especialmente delicados. El primero es contar con dinero o liquidez suficiente para hacer frente a las retiradas que los clientes hagan de sus depósitos. Para garantizar esta disponibilidad de liquidez, los bancos mantienen unas reservas permanentes de dinero contante. El otro problema de la actividad bancaria que exige extremar las precauciones es la determinación del riesgo que corre la entidad al prestar dinero. Es muy importante asegurarse de la solvencia del prestatario para pagar efectivamente el crédito. Si crecen los impagos el banco sufrirá pérdidas. Los bancos tienen unas determinadas provisiones de capital aportadas por sus socios. Estas provisiones deben incrementarse si aumenta el riesgo de impagos para no correr el peligro de quebrar. La determinación de la cuantía de las reservas y la provisión de capital, así como el establecimiento de límites al riesgo que se puede correr al conceder un préstamo han sido tres aspectos centrales de la regulación bancaria a lo largo de la historia. Como veremos, los créditos hipotecarios han sido uno de los instrumentos fundamentales para la financiarización de las economías domésticas.
Tradicionalmente han existido dos tipos de títulos-valores: las acciones y las obligaciones. Las primeras son participaciones en el capital de una empresa, las segundas son bonos de deuda de compañías privadas o estados. Junto a las acciones y obligaciones han aparecido multitud de nuevos títulos durante la globalización. Da la impresión de que cualquier cosa puede convertirse en un título. Por ejemplo, se han hecho paquetes de deudas hipotecarias que, luego, se han titulizado mediante la emisión de participaciones que dan derecho al reembolso del capital invertido más un determinado interés. Los títulos respaldados por hipotecas fueron uno de los elementos desencadenantes de la crisis financiera de 2008. El mundo de los llamados «derivados» también ha visto nacer una miríada de nuevas clases de títulos. Las stock-options , los «futuros» o los swaps son buenos ejemplos de ello.
Los seguros han incrementado su ya enorme presencia en la vida doméstica y económica. La sustitución de la sanidad pública por seguros de salud privados ha sido uno de los factores más importantes de este incremento. La privatización de la sanidad ha sido presentada por los ideólogos neoliberales como un aumento de la libertad de los ciudadanos. Obligar a las personas a pagar una cuota para financiar la seguridad social ha sido denunciado como una forma de «paternalismo». Cada cual debe poder decidir qué cantidad de dinero quiere dedicar a la atención sanitaria en los diferentes momentos de su vida y cómo afrontar los gastos derivados del cuidado de la salud. En la práctica, ha quedado demostrado que la privatización de la sanidad no aumenta la libertad de la mayoría de la población, sino todo lo contrario. Lo único que persigue es la mercantilización de un bien que debería ser considerado público.
Títulos, créditos y seguros pueden formar parte de una misma cadena financiera. Es lo que ocurrió en el caso de los títulos respaldados con hipotecas. La base de estos títulos eran créditos hipotecarios. Por otro lado, muchos tenedores de bonos contrataron seguros específicos para el caso de impago. Esa es la razón por la que la crisis de 2008 arrastró a la mayor aseguradora del mundo: la compañía estadounidense American International Group (AIG).
3.3. La financiarización de las entidades financieras
«Financiarización de las entidades financieras» es una expresión que puede sonar extraña. Lo que se pretende con ella es llamar la atención acerca del hecho de que el sector financiero ha experimentado una profunda transformación que ha vinculado de manera mucho más intensa a los bancos con los mercados financieros. Esta transformación ha sido producto de tres tipos de cambios: la proliferación de entidades financieras distintas de los bancos, la concentración bancaria y la mutación del propio negocio bancario.
Los fondos de inversión son las entidades que han proliferado más en la escena financiera de la globalización. Se trata de compañías que captan e invierten los capitales de terceros a cambio del cobro de comisiones. Los fondos son de distintos tipos en función de su naturaleza, objetivos y clientes. Hay fondos de capital privado o equity funds , fondos institucionales y fondos soberanos (el mayor de los cuales es noruego, sorprendentemente). Entre los equity funds se encuentran los fondos «buitre» y los fondos de capital riesgo.
Los agentes más importantes y poderosos de este tipo son los fondos de pensiones. De acuerdo con la OCDE, el valor de los activos de los fondos privados de pensiones en Holanda en 2018 equivalía al 173 % del PIB del país, en Suiza al 127 %, en el Reino Unido al 104 % y en EE UU al 78 %. Por el contrario, en países con un robusto sistema público de pensiones, como Suecia, los activos de los fondos privados no llegan al 4 % del PIB. En Francia ni siquiera representan un 1 %. En España su volumen está en torno a un 9 % del producto interior bruto. Los Países Bajos tienen dos de las mayores entidades de este tipo: ABP con 545 500 millones de dólares y PFZW con 236 500 millones. Entre los más grandes se encuentran tres fondos con sede en los EE UU: CalPERS con 326,5 mil millones de dólares, CalSTRS con 208,7 mil millones de dólares, y el Sistema de Jubilación del Estado de Nueva York y Local con 197,6 mil millones de dólares 27 .
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