Primera edición: marzo, 2021
© Alfonso Armada Rodríguez, 2021
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© Vaso Roto Ediciones, 2021
ESPAÑA
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ISBN: 978-84-122937-9-1
eISBN: 978-84-123487-1-2
BIC: DCF
Depósito Legal: M-4209-2021
Alfonso Armada
Cuánto pesa una cabeza humana
Diario de un virus coronado
por el miedo
A Corina ,
temporal tras temporal
La lengua materna LA LENGUA MATERNA En la lengua con la que empezamos a nombrar el mundo radica uno de los misterios que los lingüistas en sus fundadas fantasías creen haber desentrañado. Con la ayuda de los neurocientíficos y los telescopios del alma lo lograrán. La lengua materna nos permite palpar la piel y el interior de la caracola, y escuchar las tonalidades del viento, que raspa nuestras orejas y deja a contrapelo ese césped que sirve de felpudo al tímpano y el resto de los huesecillos con los que oímos el rumor de lo que somos. Si a alguien tengo que dar las gracias antes de que nadie se interne en esta selva de palabras es a los traductores que me han permitido adentrarme en otras lenguas maternas que no han sido ni podrán ya ser nunca las mías. Por eso quiero recalcar en esta suerte de prólogo que todos los poemas de Paul Celan citados en este libro (que empezó por él y para él, llamándole queda e insistentemente a conversar) fueron traducidos por José Luis Reina Palazón del alemán y publicados por Trotta en una fervorosa edición de sus Obras completas . Mi gratitud es inconmensurable. Pero no puede quedarse aquí. Aunque al final se citan todas las ediciones de las que me he servido para alumbrarme antes, durante y después de la pandemia, me gustaría extender mi debe más sentido a otros traductores que han vertido en un español prístino y navegable los versos de Louise Glück en Averno , Abraham Gragera y Ruth Miguel Franco, que publicó Pre-Textos antes del Premio Nobel; como Andreu Jaume hizo con La belleza del marido , de Anne Carson, para Lumen; y Martín Schifino, secundado por María Luz Nóchez, con Lo que han oído es cierto , de Carolyn Forché, para Capitán Swing. Así como también las versiones de toda la poesía de Matsuo Basho que Beñat Arginzoniz amasó pacientemente para El Gallo de Oro. Si mi lengua materna pudo intercambiar señales de humo y algo más con esos escritores fue gracias a estos traductores que han abierto un camino que se parece mucho a lo que una linterna hace en la oscuridad. A. A. En Madrid, enero de nieve de 2021
Día 1, domingo 15 de marzo de 2020
Día 2, lunes 16
Día 3, martes 17
Día 4, miércoles 18
Día 5, jueves 19
Día 6, viernes 20
Día 7, sábado 21
Día 8, domingo 22
Día 9, lunes 23
Día 10, martes 24
Día 11, miércoles 25
Día 12, jueves 26
Día 13, viernes 27
Día 14, sábado 28
Día 15, domingo 29
Día 16, lunes 30
Día 17, martes 31
Día 18, miércoles 1 de abril
Día 19, jueves 2
Día 20, viernes 3
Día 21, sábado 4
Día 22, domingo 5
Día 23, lunes 6
Día 24, martes 7
Día 25, miércoles 8
Día 26, jueves 9
Día 27, viernes 10
Día 28, sábado 11
Día 29, domingo 12
Día 30, lunes 13
Día 31, martes 14
Día 32, miércoles 15
Día 33, jueves 16
Día 34, viernes 17
Día 35, sábado 18
Día 36, domingo 19
Día 37, lunes 20
Día 38, martes 21
Día 39, miércoles 22
Día 40, jueves 23
Día 41, viernes 24
Día 42, sábado 25
Día 43, domingo 26
Día 44, lunes 27
Día 45, martes 28
Día 46, miércoles 29
Día 47, jueves 30
Día 48, viernes 1 de mayo
Día 49, sábado 2
Día 50, domingo 3 de mayo de 2020
Coda
Epílogo a modo de agradecimiento
En la lengua con la que empezamos a nombrar el mundo radica uno de los misterios que los lingüistas en sus fundadas fantasías creen haber desentrañado. Con la ayuda de los neurocientíficos y los telescopios del alma lo lograrán. La lengua materna nos permite palpar la piel y el interior de la caracola, y escuchar las tonalidades del viento, que raspa nuestras orejas y deja a contrapelo ese césped que sirve de felpudo al tímpano y el resto de los huesecillos con los que oímos el rumor de lo que somos. Si a alguien tengo que dar las gracias antes de que nadie se interne en esta selva de palabras es a los traductores que me han permitido adentrarme en otras lenguas maternas que no han sido ni podrán ya ser nunca las mías. Por eso quiero recalcar en esta suerte de prólogo que todos los poemas de Paul Celan citados en este libro (que empezó por él y para él, llamándole queda e insistentemente a conversar) fueron traducidos por José Luis Reina Palazón del alemán y publicados por Trotta en una fervorosa edición de sus Obras completas . Mi gratitud es inconmensurable. Pero no puede quedarse aquí. Aunque al final se citan todas las ediciones de las que me he servido para alumbrarme antes, durante y después de la pandemia, me gustaría extender mi debe más sentido a otros traductores que han vertido en un español prístino y navegable los versos de Louise Glück en Averno , Abraham Gragera y Ruth Miguel Franco, que publicó Pre-Textos antes del Premio Nobel; como Andreu Jaume hizo con La belleza del marido , de Anne Carson, para Lumen; y Martín Schifino, secundado por María Luz Nóchez, con Lo que han oído es cierto , de Carolyn Forché, para Capitán Swing. Así como también las versiones de toda la poesía de Matsuo Basho que Beñat Arginzoniz amasó pacientemente para El Gallo de Oro. Si mi lengua materna pudo intercambiar señales de humo y algo más con esos escritores fue gracias a estos traductores que han abierto un camino que se parece mucho a lo que una linterna hace en la oscuridad.
A. A.
En Madrid, enero de nieve de 2021
Ni la peonía ni el poeta
tienen aspiraciones .
MATSUO BASHO
Día 1, domingo 15 de marzo de 2020
Como no quiero
que nada se olvide
he abierto
un cuaderno infantil
y con una pluma estilográfica
he empezado por el principio:
Diario de un virus coronado por el miedo
en Madrid, domingo
15 de marzo de 2020,
es decir:
día 1,
primero de una era
que tal vez tenga las patas cortas como un insecto
o se convierta
en el principio
de algo
que ni sospechamos.
Todavía no sé muy bien
qué contaré aquí
como si un poema
aunque sea narrativo
tuviera algo que contar.
En la pantalla del ordenador
que es
nuestra otra ventana
al mundo
y a veces a la realidad
veo reflejado
un cielo nocturno
y al mismo tiempo
una piscina de agua pesada.
Chapoteando
como si jugara a ser Jesucristo
(todo esto es cosa mía,
sé que no le haría la menor gracia.
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