Alfonso Armada - Cuánto pesa una cabeza humana

Здесь есть возможность читать онлайн «Alfonso Armada - Cuánto pesa una cabeza humana» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Cuánto pesa una cabeza humana: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Cuánto pesa una cabeza humana»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

"Cuánto pesa una cabeza humana", que lleva como subtítulo «Diario de un virus coronado por el miedo», no es un diario de la pandemia al uso. Nos encontramos ante un extenso y singular poema que las fechas entrecortan y en el que Alfonso Armada va devanando un diálogo con nombres queridos y familiares: Celan, Glück, Weil, Mandelstam, Carson, Ajmátova, Cioran, Forché… fragmentos de poemas que lo acompañan para pensar y preguntarse qué sentimos en este presente mórbido y mortal. En cincuenta días (desde el domingo 15 de marzo hasta el domingo 3 de mayo) se hacen presentes, además de estas voces poéticas, la música y una suerte de mnemotecnia personal y colectiva –el autor cubrió en su momento, como periodista de El País, el cerco de Sarajevo o el genocidio de Ruanda, con textos dolorosos recogidos en libros memorables–.

Cuánto pesa una cabeza humana — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Cuánto pesa una cabeza humana», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Ahora ese silencio me hace compañía.

Pregunto: ¿de qué murió mi alma?

y el silencio responde:

si tu alma murió ¿de quién

es la vida que vives y cuándo

te volviste esa persona? ».

Yo también llevaba mucho tiempo en dique seco

sin la menor necesidad de escribir poemas

tal vez porque mi alma estaba muerta

y soterrada.

¿Amor?

Gracias a Basho sé

que el poeta chino Chuang Tzu

que vivió en el siglo iv antes de nuestra era

como las secuoyas

escribió preguntándose

si había soñado con una mariposa

o si fue la mariposa la que lo soñó.

¿Soñamos nosotros

o estamos siendo soñados?

La iglesia,

frente al parque

también estaba cerrada a cal y canto.

Nadie se salva del miedo.

Anota Basho:

«Bajo las mantas

sueño un país lejano.

Ya cae la nieve».

Y cuando la desesperación muestra los dientes

yo sueño con haberme ido

a un país cerca del mar,

como si fuera posible

alejarnos de lo que somos

de lo que hemos hecho

con el huerto y con nosotros

con los animales

y nuestra alma.

En un puesto de libros «a la ribera del Sena, en una caja llena de novelas policiacas inglesas» Cioran encuentra «¡un San Juan de la Cruz en formato de bolsillo! Se debe, creo, al título: The Dark Night of The Soul ».

¿Acaso no buscaba

denodadamente

Juan

a Jesús

como un detective

del alma y del cuerpo?

¿Acaso no estamos ahora todos nosotros

sumidos en una nueva interminable

oscura noche del alma?

Alguien en La Vanguardia

evoca las palabras que Josep Pla

en el Cuaderno gris

dedicó a la insaciable gripe

que tantas vidas se llevó por delante

en 1918.

Busco mi precioso ejemplar negro

para retomar una lectura interrumpida

hace demasiado tiempo.

Lo abro donde lo dejé:

18 de octubre .

Lo juro.

No me hago trampas al solitario.

No fuerzo la suerte.

Es lo que C llamaría un fractal

y Jung un sincronismo.

Anoto:

«La gripe hace terribles estragos […]. Desde la calle se oían los llantos. Llantos en la casa y en la escalera del piso. Espectáculo impresionante, que contrasta con el aire vestido de la gente […]. Cuando se oye llorar, se toma un aire de buena persona […]. Cuando uno llora, ¿sufre? La que no llora, ¿sufre menos? […]. El entierro del señor Linares ha sido muy sentido. Por la noche, el tren pequeño nos lleva a casa, dentro de la luz incierta, pobre, de los vagones […]. El tren va lleno. Todos se sientan en un silencio agobiante. Los que vienen del mercado imitan a los que venimos del entierro. Si fuese posible imaginar un tren de pensadores, tendría el mismo aspecto […]. ¿En qué pensamos? Quizá en nada. El drama es que haya tantas cosas ante las cuales no se puede pensar en nada –tantas cosas ante las cuales el mecanismo mental es estéril».

Pla parece estar parado ahí

bajo las acacias espantosamente mutiladas de la calle del

[Doce de Octubre

que tan arbitrariamente me recuerda a Giorgio Morandi.

¿En qué pensamos?

Nos devanamos los sesos.

Nos entristecemos.

Nos indignamos.

Buscamos chivos expiatorios.

Nos resignamos.

Tratamos de vivir como vivíamos.

«Éramos tan felices», dice Íñigo Domínguez en el periódico.

No, no sólo de palabras vive el hombre,

pero miro alrededor

y miro adentro,

y vuelvo a encontrarme con Paul Celan que

en «Habla tú también»

escribe:

«Mira alrededor:

mira cómo en torno todo deviene vivo –

¡Por la muerte! ¡Vivo!

Verdad dice quien sombra dice».

Día 6, viernes 20

Han sido tan salvajes

los podadores

como forenses.

La acacia

que se timaba con la farola

y que en noches de verano y de otoño

se dejaba mecer

y jugaba al escondite

con las hojas

ahora no es más que un muñón

metafórico

y real:

para salvarla

la han matado.

Sus hermanas de la calle rectilínea

que lleva al horizonte

ya han empezado a brotar.

Ella está muda

como un grito

que se ha quedado congelado en la boca

como un Munch cortado de cuajo.

La veo

como una hermana

con los labios sellados

pero sin líquenes

condenada

por una buena acción.

Nunca quedan sin castigo.

Así me voy preguntando

por los muertos

que no son más que un contador:

por cada sudario

un dígito que cae como una piedra

en un pozo negro.

Pero no hay ni rastro

de nombres

de vidas

de ataúdes

de velatorios

de cortejos fúnebres.

¿No tendrían que estar aquí

los trombonistas de Nueva Orleans

los saxofonistas de Kiev

pasando por nuestras calles

con crisantemos blancos en los ojales

para rendir tributo

a cada uno

a lo que se nos va

con cada aliento usurpado

por el virus

otro muerto que añadir

al calendario de los espantos?

Un adviento contra natura.

«nada cambia nada»,

anota Louise Glück en su Averno

mientras todo cambia

ante nuestros ojos

entrecerrados

abiertos con lejía

cerrados con planchas de plomo

un eyeline cobalto

un lagar lleno de uranio.

Nada cambia nunca

y sin embargo

aquí estamos

como estatuas de sal

contemplando el porvenir

con temor a ver aparecer

nuestro nombre en la subasta.

Vuelvo a Louise Glück

como si fuera un salvoconducto

para salir de uno mismo

como salen los que tienen perro

y entrar más adentro

en la espesura:

«Tuve un sueño: mi madre caía de un árbol.

Después de su caída murió el árbol:

ya había cumplido su misión.

Mi madre salió ilesa: sus flechas desaparecieron».

¿Para qué sirven los árboles?

Depende

si hablamos de la vida

o estamos en un sueño.

Día 7, sábado 21

Hacia la isla, junto a los muertos

[…]

¡Mañana nuestro mar habrá sido vapor

PAUL CELAN, Hacia la isla

Sé que si tardo así será.

A mí, que no me gusta emplear la palabra esperanza en vano,

es decir,

no me gusta emplear la palabra esperanza.

Prefiero pensar

entre deseo y voluntad

que el mar seguirá estando ahí

el tiempo necesario

y que lo veré

antes de que la muerte

–«azul tiburón», como escribe Celan–

me cierre los ojos,

me los coma.

Día 8, domingo 22

Algunas máscaras

las más picudas

vienen de Venecia

de la necesidad de que el virus

la muerte

no nos reconozca.

Son los que mueren solos

con su conciencia

en las angarillas de la razón

carne sin misterio

sombra inerte

y la pregunta

como una ráfaga de viento

que golpea

y hace añicos

lo que parecía a salvo.

Pero hay manos

que salvan ese abismo.

Los hospitales

ya eran estaciones.

Pero ahora están bajo custodia.

Que canten los pájaros no nos alarma

que rompan el estado de sitio

no son los tambores de una guerra

la de nuestra generación

son heraldos amables

de lo que Wislawa decía

que nos estábamos perdiendo

«sus buenas 24 horas

1440 minutos de ocasiones

86 400 segundos que mirar».

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Cuánto pesa una cabeza humana»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Cuánto pesa una cabeza humana» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Cuánto pesa una cabeza humana»

Обсуждение, отзывы о книге «Cuánto pesa una cabeza humana» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x