Nuestra existencia no ocurre en el vacío, no somos lo único que existe, habitamos un mundo que coexiste con una infinidad de otros elementos que forman el universo y que interactúan en un proceso evolutivo entrópico dentro del continuum espacio-tiempo, y está sometida a una infinidad de eventos azarosos
Un contador de principios del siglo XIX tenía muy pocas alternativas de qué hacer con su vida y estaban en su mayoría relacionadas con actividades de la vida cotidiana: trabajar, el vestido, la vivienda, la alimentación, la educación de los hijos, y algunas pocas alternativas de ocio y culturales. Hoy en día, un contador tiene ante sí una inmensa gama de alternativas a las que dedicar su tiempo, tanto en lo concerniente a sus quehaceres cotidianos y laborales, como a una gran variedad de alternativas de ocio. Esto no vuelve al individuo del siglo XIX menos libre que el contemporáneo, ya que la libertad no se incrementa o disminuye con las opciones; esta solo brinda una mayor o menor gama de alternativas entre las cuales decidir.
Pero no es solo el desarrollo lo que afecta la cantidad y calidad de las alternativas disponibles a cada individuo, lo hace también el ambiente socioeconómico en el que el individuo se desenvuelve. Posiblemente al contador del siglo XXI se le ofrecerán menos opciones y de diferente calidad que aquellas que tiene un rico empresario, pero lo más probable es que sean más y mejores que las que tenga a su disposición un trabajador manual. Pero lo que no cambia es que tanto el rico empresario como el contador y el trabajador manual tienen intrínsecamente la misma libertad, entendida esta como la capacidad de tomar decisiones frente a las opciones que se les presentan.
Podemos resumir lo anterior diciendo que la libertad se encuentra con las oportunidades, y estas aumentan en número y calidad en función al desarrollo de la tecnología y del medio socioeconómico del individuo. Lo que la persona tiene que hacer es actuar en ese ambiente cambiante haciendo uso de su libertad. Viktor E. Frankl 4lo expresaba de la siguiente manera: «Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos».
Cada vez que nos enfrentamos a situaciones que nos llevan a tomar decisiones, las acciones que se derivan se concatenan generando la línea de acontecimientos que constituyen nuestra vida. Cuando la cadena causa-efecto se interrumpe por alguna razón fuera de nuestro control, nos desconcertamos, especialmente si el evento que da pie a la discontinuidad es totalmente ajeno a la línea de acontecimientos en la que estamos inmersos.
Un individuo es realmente libre en el ambiente en el que vive solo cuando es capaz de enfrentar los eventos imprevistos que se le presentan y se atreve a tomar las decisiones que considere moralmente correctas y necesarias para el logro de sus legítimos intereses.
Tomemos como ejemplo lo que me sucedió hace varios años cuando decidí usar por primera vez una lancha a motor que había comprado. Al sacarla al mar para probarla, estuve haciendo recorridos cortos cerca de la playa. A medida que entraba en confianza, decidí hacer recorridos más largos y alejarme de la playa. Estaría más o menos a doscientos metros de la orilla cuando la lancha se detuvo a pesar de que el motor seguía funcionando. Mi primera reacción fue de sorpresa y aturdimiento al no poder entender lo que estaba sucediendo. Cuando logré salir del estupor, decidí revisar el motor y descubrí que la contratuerca que ajusta la hélice no había sido bien ajustada y que por ello esta se había caído. Era obvio que así no podía ir a ningún lado y la orilla se encontraba demasiado lejos para intentar regresar nadando. Mientras transcurrían las horas mecido por las olas y arrastrado por la corriente que me alejaba de la costa, se apoderó de mí una sensación de irrealidad. Sentía que eso no podía estar sucediendo, que era un sueño. Esta sensación de irrealidad era consecuencia de algo inesperado que había interrumpido la línea de acontecimientos en la que estaba inmerso.
Un comportamiento lineal interrumpido de causa-efecto es lo que nosotros entendemos por normalidad. Esta forma de entender la existencia nos crea la ilusión de que las cosas no cambian, que las líneas causales deben ser inmutables, que todo es como es y que será acorde con lo que ha venido siendo y que deberá suceder como lo hemos planeado, que nada puede alterarlo, hasta que —como hemos visto— algo extraordinario sucede que lo altera todo, y como nuestra mente se ha adecuado a lo que entendemos por normalidad, nos es difícil entender lo que está sucediendo y adecuarnos a ello.
Un individuo es realmente libre en el ambiente en el que vive solo cuando es capaz de enfrentar los eventos imprevistos que se le presentan y se atreve a tomar las decisiones que considere moralmente correctas y necesarias para el logro de sus legítimos intereses. Solo así interioriza el valor de la libertad como la única manera de poder desarrollarse como persona y reconoce que, sin ella, no es nada más que otro ser guiado por la animalidad del instinto y los deseos. «Busca la libertad y serás cautivo de tus deseos. Busca disciplina y encuentra tu libertad» 5.
3Steven Richard Covey (1932-2012). Catedrático y escritor norteamericano (The 7 Habits of Highly Effective People: Powerful Lessons in Personal Change).
4Viktor Emil Frankl (1905-1997). Neurólogo y psiquiatra austriaco (Man’s Search for Meaning).
5Frank Herbert (1920-1986). Escritor norteamericano (Chapterhouse: DUNE).
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