El cuarto dentro del aljibe todavía está, pero vacío, posiblemente alguna vez fue utilizado como refugio precario en algún malón o para ocultarse de alguna partida de bandidos. Ese también puede ser el origen de su construcción y del hecho probable de que nunca hubiera ocultado un tesoro.
La leyenda corre por el pueblo, pero los libros del campo no lo mencionan. Tampoco encontré antecedentes de que alguien de la familia haya tenido en algún momento un incremento notable de riqueza.
Como ya dije, el cuarto todavía está; varios, incluido yo, han entrado en su interior, usando una cadena gruesa y dos baldes de hierro, uno para cada pie.
Lo del tesoro del Virrey puede ser posible: escapó por esa zona con las riquezas reunidas en el Fuerte y fue detenido por los ingleses, que solo pudieron capturar parte de lo que llevaba. Si esa fue la procedencia, el tesoro estuvo años ahí sin que nadie lo descubriera. El padre del tatarabuelo compró el campo cuando el Virrey Sobremonte ya había muerto, el país era independiente y ya no pertenecía a la corona de España.
El campo ofrece a la vista un monte que en algún momento fue un parque y ahora es una selva de acacias negras; al principio la gente que moría en el campo era enterrada ahí, fueran indios, esclavos, criollos o de origen europeo.
Con los años se prohibió hacer entierros de gente en las casas y en los campos. Eso fue mucho antes de que el pueblo tuviera un cementerio. En la biblioteca había un mapa con algunos lugares marcados, señalando quien ocupaba cada lugar.
Con ese mapa la familia descubrió que había más gente enterrada que la que ellos creían. Era un tema del cual no se hablaba.
Con los años la Municipalidad, que conocía la existencia del lugar, sin tener idea de la cantidad de enterrados, origen o ubicación, comunicó que los restos serían trasladados al cementerio de la ciudad. El intento no llegó a durar una semana, nadie quería trabajar en esa selva.
En el lugar no siempre las cosas salieron bien; la rentabilidad en las estancias depende mucho del tiempo, las lluvias, las secas y la posibilidad de trasladar la producción. Con el tiempo la superficie primitiva se fue achicando y resultó, cada vez, menos rentable.
En los últimos años la situación fue cada vez peor; cuando T... era una niña las revistas que se dedicaban a promocionar actrices y futuras estrellas dejaban siempre constancia de que noviaban con “un estanciero”. Era un tema recurrente, pero nueve de cada diez entrevistadas declaraban “novio estanciero”, y así se publicaba. Hoy ninguna tiene novios que se dediquen al campo; todos son empresarios, artistas o jugadores de fútbol. El “estanciero” con el tiempo se fue desvalorizando.
No lo critico, pero es bueno tomar nota de cómo ha cambiado la imagen y la importancia de los que trabajan la tierra.
Cuando el primer antepasado adquirió el campo, el lugar valía poco y nada, porque esa zona estaba a merced de esporádicos malones o de partidas armadas, que vandalizaban el territorio. Con los años, y como consecuencia de las ventas y divisiones de herencias, la mayoría de los lotes se fueron perdiendo.
Hubo, por otra parte, una época en que parte de lo vendido fue recomprado, pero eso fue por un golpe de suerte, que más adelante contaré. De cualquier forma nunca volvió a recuperar el tamaño primitivo.
Como mucho hoy queda apenas un dos por ciento de la tierra original.
En un determinado sector, llamado “de las casas”, hubo muchas construcciones; algunas todavía se mantienen y otras son solo restos que recuerdan su pasado esplendor. Algunas de las que hoy no se usan ofrecen a la vista ladrillos grandes que estaban en origen unidos con barro, que con el tiempo desapareció; las estructuras se mantienen porque han vuelto a ser afirmadas con cemento. Algunas de las pegadas con barro siguen en uso.
Hay además casas que han recibido ampliaciones. Una de las más antiguas tiene un mirador central e internamente todavía conserva los caños de bronce del gas de carburo, que a fines del siglo XIX se usaban para la iluminación.
Entre 1880 y 1930 la tierra fue rentable y dio a la Argentina una imagen internacional de prosperidad y agraciado futuro. Hubo años de grandes exportaciones de lana y venta de cereales. Hubo también mucho movimiento durante y después de la Primera y la Segunda Guerra Mundial; países importantes nos debían sumas enormes de dinero, pero todo eso, como consecuencia de las malas políticas locales, también desapareció.
El país ha estado muchos años situado sobre una cinta móvil; gastaba su energía corriendo, pero seguía en el mismo lugar. Cuando dejaba de correr retrocedía. Eso aún hoy nos hace perder posibilidades.
De estos problemas no voy a contar, este no es un libro político; solo soy un simple observador de los antecedentes de un grupo humano que permanece unido y vive en armonía a través de los años.
Lo que para ellos es importante.
CAPÍTULO DOS
La familia y el campo – Antecedentes. Los europeos, los criollos, los indios, los esclavos.
Los primeros europeos que habitaron en Buenos Aires.
El 1534, el rey Carlos V firma en Toledo, España, una Capitulación a favor de don Pedro de Mendoza para poblar las tierras del Río de Solís, también llamado de la Plata. Este adelantado perdió su vida y su fortuna para venir a buscar una tierra supuestamente llena de metales preciosos, lagos con fondo de oro y otras riquezas de ese tipo, que aquí no existían o nunca estuvieron a su alcance. Mendoza se comprometió a traer en dos años un millar de colonos, cien caballos, fundar tres fuertes y construir un camino real que iría del Río de la Plata hasta el Océano Pacífico.
Obviamente, ignoraba la existencia de la Cordillera de los Andes, porque ese camino recién se realizó cientos de años después de su muerte.
Mendoza es señalado como el primer fundador de Buenos Aires, aunque hay historiadores que sostienen que la ciudad se fundó recién en 1580, con don Juan de Garay.
Los llamados criollos eran el producto del cruzamiento entre europeos y locales. Con respecto a los indios, su procedencia y situación las iré contando a lo largo de este libro. En cuanto a los esclavos voy a hacer una referencia específica.
El comienzo de la familia
Cuando el padre del tatarabuelo de T… accedió al campo por donación de su padre no recibió algo económicamente importante; los campos valían poco, eran peligrosos y difíciles de manejar. En esa época no existían los alambrados, por lo que toda la pampa era un camino; tampoco había molinos de viento para extraer agua del suelo por medios mecánicos. Él trató de sembrar, pero no había soluciones para proteger los cultivos, y los animales sueltos se comían lo que plantaba. Todo debía ser hecho con gran dificultad y usando exclusivamente fuerza humana o animal. Tampoco ayudaba la presencia casi permanente de las langostas.
En la Argentina de esos años había poca gente; no habían llegado las grandes inmigraciones, no se conseguían peones, y rara vez alguien compraba hacienda.
No valía la pena, la pampa estaba llena de caballos y de vacunos sin dueño que se movían de un lado a otro sin limitaciones territoriales.
No había un sistema seguro para encerrarlos y cuando consiguieron hacerlo, empezaron a caer los malones indios sobre las estancias.
Los pobladores acabaron exterminando el ganado cimarrón, con lanzas que tenían puntas en forma de hoz, con las que cortaban los tendones de las patas del animal, luego sacaban los cortes más valiosos y abandonaban el resto.
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