“Eugenesia en políticas de Estado” se titula la tercera sección. Allí se destaca la contribución de Amando García González y Raquel Álvarez Peláez, “Eugenesia e imperialismo. Las relaciones Cuba-Estados Unidos (1920-1941)”, en donde se analiza la política imperalista estadounidense utilizando, en connivencia con el gobierno cubano, la eugenesia como forma de control de una zona considerada especialmente débil “por culpa del mestizaje”.
Gustavo Vallejo estudia la genealogía del pensamiento racista en la eugenesia latina relacionándolo con la política de expansión cultural del fscismo italiano, y con el ideario nacionalista de inspiración católica de la derecha latinoamericana, en “Las formas del organicismo social en la eugenesia latina”. Aquí surge otra vez la importante figura del médico Nicola Pende, del que hablara más extensamente otro autor. Pende, como Vallejo Nágera, se relaciona con los instrumentos de control llevados adelante por el racismo en sus países de origen y también en Latinoamérica: la ficha biotipológica y los Institutos biotipológicos.
“La ecología institucional de la eugenesia: repensando las relaciones entre biomedicina y política en la Argentina de entreguerras”, de Andrés Reggiani, demuestra la íntima relación entre los científicos argentinos y las políticas genocidas del Tercer Reich alemán. Muchos nombres notables son desubiertos realizando viajes de estudio a esa Alemania de la que volvían simpatizantes de sus leyes raciales, y con voluntad de extenderlas en los más variados ámbitos culturales y de gobierno. Buena demostración de ello es el rechazo del embajador argentino en Londres en 1941 (Tomás Le Breton) a que unos niños judíos fuesen habilitados a ir a la Argentina –en la que estaban sus padres– por el peligro que para él ello significaría, si no eran esterilizados, por la perpetuación de “los de su especie”.
“Las huellas eugénicas en la política sanitaria argentina (1946-1955)” de Karina Inés Ramacciotti, analiza concretamente la presencia de la eugenesia en las políticas de salud pública de los dos primeros gobiernos de Juán Perón. Ramón Carrillo, el conocido ministro del ramo que se había formado en la Alemania nazi, procuró en todo momento lograr el “hombre argentino ideal”, aun cuando afortunadamente ese “ideal” iría cambiando con el tiempo.
En la cuarta sección, “Darwinismo, eugenesia y estigmas de la otredad”, aparecen los textos que más relación guardan con lso problemas que aborda la revista que, estimado lector, tiene en sus manos. “Giuseppe Sergi y el fin del Risorgimiento italiano” es la contribución de José Luis Peset, al que conocemos por sus brillantes obras como Lombroso y la escuela positiva italiana , de 1975, y Ciencia y marginación , de 1983. Peset presenta aquí los intentos tardíos de actualizar el lombrosianismo llevado a cabo por varios de sus seguidores en el período fascista y prefascista.
Pero es que el gran resucitador de las teorías de Lombroso fue el médico Nicola Pende, que publicó su Biotipología en el mismo momento en que Mussolini marchaba sobre Roma. No es de extrañar esa sincronía. Sus ideas y conquistas durante los casi veinte años de gobierno fascista quedan explicadas en “Hacia una fisiología del delito: el modelo biotipológico de Nicola pende”, escrito por Andrés galera, también reconocido por haber escrito, en 1991, Ciencia y delincuencia .
En 1991 también se publicó otro gran libro: El delincuente y su patología . Su autor, el historiador de la ciencia Rafael Huertas, contribuye en este volumen que comento con “La medicalización de la delincuencia infantil en la España del primer tercio del siglo XX”. En este artículo se analiza la aplicación de preceptos neolombrosianos a las políticas de la niñez en la España de principios de siglo. Más allá de los vaivenes políticos, la relación entre medicina y represión penal fue especialmente estrecha sobre los niños que integraban esa entonces llamada “mala vida”.
Las consecuencias de esa unión en las leyes penales para niños son aún visibles hoy en día. Y sobre ello reflexiona también, con el universo del Brasil en el apogeo del eugenismo, Luis Ferla, autor de “El niño, el médico, el policía y el patrón: infancia y determinismo biológico en el Brasil de entre-guerras”.
Ese problema se desplaza del niño hacia el joven, sobre todo aquel que puede ser asociado con ideas revolucionarias o “feminoides”, en el caso analizado por Hugo Biagini en “La escolástica de laboratorio: juvenilismo y socialdarwinismo”, donde especialmente se estudia el pensamiento de Víctor Mercante.
“Prostitución y homosexualidad en Argentina: el discurso eugénico comosustrato teórico de biopolíticas represivas” de Marisa Miranda, estudia el discurso en Argentina de los delitos y contravenciones durante todo el siglo XX y hasta el presente, ensañado sobre los derechos de determiandas personas identificadas por su preferencia sexual o su por su única fuente de ingresos, con justificaciones que, cuando se hacían, recurrían a argumentos de tipo eugenésicos. Especialmente aquís e analizan las obras del jurista Bernaldo de Quirós.
La última sección del libro tiene contribuciones varias de Irina Podgomy, Susana García, Ana María Talak, Adrián Celentano, y María José Betancor Gómez. Allí destacan el modo en que surgieron distintos campos disciplinares con iguales pretensiones de justificación en lo estrictamente científico que la eugenesia. Analizan estos autores, respectivamente: la paleontología de finales del siglo XIX (de donde surgiría “nuestro” Darwin: Florentino Ameghino); la biología de principios del siglo XX (donde se estudia a Ángel Gallardo); la psicología de principios del siglo XX (y los trabajadores de la “higiene mental”); la psiquiatría determinista (en el itinerario intelectual del antifascista ingenieriano Gregorio Bermann); y la pediatría aplicada (con el ejemplo de los médicos españoles de la Segunda República). Creo que el trabajo de Celentano sobre la obra de Bermann es especialmente importante para los penalistas para hacer una genealogía del poder del perito psiquiatra sobre el juez en lo que toca a analizar la culpabilidad penal.
El libro en comentario nos hace reflexionar sobre la presencia concreta de los elementos de esa ciencia aparentemente pasada. Pero también nos alerta sobre toda pretensión científica que con sus provisionales “certezas” ha llevado, y sigue llevando, a los horrores que nos narra Joseph Conrad en El corazón de las tinieblas cuando, por ejemplo de ello, hace a Kurtz finalizar con el terrible “¡Exterminad a esos bárbaros!” su informe para la civilizada y europea “Sociedad para la Eliminación de las Costumbres Salvajes”.
24- Darwinismo social y eugenesia en el mundo latino , Marisa Miranda y Gustavo Vallejo (comps.), Buenos Aires, Siglo XXI, 2005. Comentario publicado en Nueva Doctrina Penal, 2005/B, Buenos Aires, Del Puerto, pp. 815/819.
ESTADOS DE NEGACIÓN. ENSAYO SOBRE ATROCIDADES Y SUFRIMIENTO (25)
“La actitud de olvidar y perdonar todo,
que correspondería a los que han sufrido injusticia,
ha sido adoptada por los que la practicaron”.
(Adorno, T. W., La personalidad autoritaria ,
Buenos Aires, Proyección, 1965, p. 117).
El Departamento de Publicaciones de la Facultad de Derecho ha hecho posible que esta obra trascendental esté al alcance de los lectores en lengua castellana. Ello es de agradecer pues se trata de un trabajo que si bien excede el campo de interés de los estudiosos del derecho, resulta imprescindible para la reflexión teórica y práctica en torno a la prevención y denuncia de genocidios, así como a los procesos de revisión de pasadas violaciones a los derechos humanos, en los cuales lo jurídico ha tenido y tiene un papel preponderante.
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