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Sinopsis Sinopsis Torre Espacio - Si uno quiere triunfar en este mundo y especialmente en Torre Espacio, tiene que estar dispuesto a extirpar todo tipo de emociones que puedan distraer de la meta. David es un chico ambicioso. Le ha costado mucho dejar atrás sus orígenes humildes y ahora acaricia su sueño. El problema es que se mueve en un tablero en el que desconoce las reglas del juego. Margarita Benedicto nos presenta una acerada visión de los altos ejecutivos sin escrúpulos de una corporación empresarial, pero también nos habla de una inocencia marginal y radicalmente impotente que, sin embargo, es capaz de mostrarse como contrapunto. Escrita con un estilo directo, pero también poético, Torre Espacio es una novela corta que consigue atrapar al lector en una trama que lo impregna de podredumbre.
Torre Espacio
Datos de autor Índice de contenido Sinopsis Sinopsis Torre Espacio - Si uno quiere triunfar en este mundo y especialmente en Torre Espacio, tiene que estar dispuesto a extirpar todo tipo de emociones que puedan distraer de la meta. David es un chico ambicioso. Le ha costado mucho dejar atrás sus orígenes humildes y ahora acaricia su sueño. El problema es que se mueve en un tablero en el que desconoce las reglas del juego. Margarita Benedicto nos presenta una acerada visión de los altos ejecutivos sin escrúpulos de una corporación empresarial, pero también nos habla de una inocencia marginal y radicalmente impotente que, sin embargo, es capaz de mostrarse como contrapunto. Escrita con un estilo directo, pero también poético, Torre Espacio es una novela corta que consigue atrapar al lector en una trama que lo impregna de podredumbre. Torre Espacio Datos de autor
Torre Espacio -Si uno quiere triunfar en este mundo y especialmente en Torre Espacio, tiene que estar dispuesto a extirpar todo tipo de emociones que puedan distraer de la meta. David es un chico ambicioso. Le ha costado mucho dejar atrás sus orígenes humildes y ahora acaricia su sueño. El problema es que se mueve en un tablero en el que desconoce las reglas del juego. Margarita Benedicto nos presenta una acerada visión de los altos ejecutivos sin escrúpulos de una corporación empresarial, pero también nos habla de una inocencia marginal y radicalmente impotente que, sin embargo, es capaz de mostrarse como contrapunto. Escrita con un estilo directo, pero también poético, Torre Espacio es una novela corta que consigue atrapar al lector en una trama que lo impregna de podredumbre.
Torre Espacio
© 2021, Margarita Benedicto
© 2021 , La Equilibrista
info@laequilibrista.es
www.laequilibrista.es
Primera edición: 2021
Maquetación: La Equilibrista
Imprime: Ulzama Digital
ISBN: 9788418212765
ISBN Ebook: 9788418212772
Depósito legal: T 450-2021
Queda prohibida la reproducción total o parcial de cualquier parte de este libro, incluido el diseño de cubierta, así como su almacenamiento, transmisión o tratamiento por ningún medio sea electrónico, mecánico, químico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin el permiso previo por escrito de: NOCTIVORA, S.L.
Viernes. Pasado mediodía. El camarero observa la entrada de los chicos como siempre para el aperitivo. ¿Chicos? Le ha salido así, porque son jóvenes, en la primera veintena. Pero el término no va con ellos. Bien vestidos, alguno incluso trajeado, con una mezcla de gravedad y desenfado que, si no es estudiada, es desde luego aprendida y señala claramente a los que saben que van a mandar.
—¿Qué va a ser?
—Cuatro cañas. Tú, David, ¿qué tomas?
—Yo, nada. Me tengo que ir enseguida. Me esperan mis padres para comer.
—Pero ¿a qué hora se come en tu casa? ¿No nos vendrás ahora con lo del horario europeo? Ya llegará, ya llegará, pero de momento se vive bien así.
—Es que viajan este fin de semana. Me han pedido que fuera puntual.
—¡Buen chico!
David miente. Miente todo el tiempo. Desde que empezó la carrera y luego el máster hace seis años, ha hilvanado una trola tras otra. Su físico da el pego. De todas formas, se gasta en ropa todos sus ahorros. Procura hablar poco e introducir algún chiste o alguna ocurrencia en el momento adecuado para que todos sepan que está ahí, que es uno de ellos.
Ahora no le cuesta nada decir que vuelve a casa, cuando ha quedado a comer con el jefe. Le ha pedido discreción, pues discreción tenemos. David ya sabe que sin disimulo no se llega a ninguna parte. Eso, en cambio, lo trajo aprendido de casa. Su madre es una maestra, aunque él, quizá porque está llamado a superarla con creces, la ha sorprendido en varios renuncios. Su madre, una artista.
El padre José Ramón, el jefe, como le llaman todos, es un hombre impaciente. Y colérico detrás de su educación impecable. Cuando algo le irrita, sus ojos azules se vuelven transparentes y gélidos y la mano derecha se asienta sobre la mesa para que no se note el temblor. Dispara y da en el blanco, dejando pocos daños colaterales. El muerto, sin embargo, yace con el agujero en la frente. Se puede temer más su inteligencia o su poder. O ambos. Está ahí porque se lo merece, pero también porque es implacable y no tolera ni la mediocridad ni la traición.
El restaurante es un local pequeño, envolvente, de luces indirectas. Está a pocas manzanas de la escuela, pero se diría en otro mundo, de susurros y pasos alfombrados. Le recogen la cartera y le conducen a su mesa. Joserra no está allí. Afortunadamente, no ha llegado todavía. El que llega primero elige una posición estratégica desde la que es más probable la victoria. Domina el horizonte, y los pasos enérgicos o dubitativos del contrincante que se acerca le indican el flanco más favorable para atacar. David ha aprendido a estar alerta. A espiar los movimientos y gestos de todos. Sabe que su posición es delicada. Durante un tiempo, caminará todavía por la cuerda floja, hasta que llegue un momento en que lo que se alce ante su vista sea la suave campiña. Y parece que la ve: hierba alta, juncos, espigas…
Joserra está junto a la mesa con una sonrisilla. Se sobresalta. Ha perdido la baza que creía tener en la mano.
—¿Qué hay, David? Parece que te has dado prisa.
—Sí, señor, sí. He venido directamente desde la escuela.
—No creas que esto es muy común. Generalmente no nos relacionamos con los alumnos fuera de clase.
Silencio. David está intentando recomponer sus defensas.
—Pero tú eres especial, David. No creas que no me he dado cuenta en estos años. Tú tienes la inteligencia y la ambición. Y las necesitamos ambas para nuestra tarea. Prudentes como serpientes. La prudencia nos obliga a emplear las armas del mundo para trabajar en el mundo. Sin inteligencia y sin ambición, ¿cómo llegaríamos a dirigir empresas que hagan presente el Reino de Dios?
Un discurso. Le está echando un discurso. O un sermón. David lleva seis años empapándose de las consignas de estos frailes «atrápalotodo», pero no se empapa, le resbalan. Él ya nació cínico. Desde niño supo comprender lo que había detrás de las buenas palabras, de las frases melifluas o grandilocuentes. Nada. O, mejor dicho, intereses, pasiones. Aprendió a navegarlas como a un río que le acerca a su meta.
—David, hemos hecho un gran esfuerzo, una gran inversión con nuestra asignatura de Aproximación Humanista, y ahora necesitamos alumnos excelentes y motivados como tú para llevarla a la práctica, ¿qué te parece?
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