Caracterización general del programa de investigación
Lakatos participó en muchas empresas orientadas a ofrecer reconstrucciones racionales de muy diversos programas de investigación. A su llegada a Londres, después de huir de Hungría tras la invasión soviética en 1956, se unió al círculo de investigadores cercanos a Popper en la London School of Economics. Su tesis doctoral en Cambridge (1961) se transformó, después, en su famoso libro Proofs and Refutations (1976). Este libro, con un interesante título que parece adaptado de Conjectures and Refutations , de 1963, de Popper, ofrece, a partir de una normatividad muy cercana al falsacionismo, lo que podría ser una reconstrucción racional de algunos episodios de descubrimiento matemático. El libro está escrito en forma de diálogo y al final de la introducción explica el autor que la forma dialogada pretende ambientar lo que bien podría ser una “historia racionalmente construida o ‘destilada’” (Lakatos, 1976, p. 5).
Buena parte de las discusiones de Lakatos con Kuhn y Feyerabend tuvieron como escenario las diferencias entre los autores a la hora de evaluar los episodios históricos asociados con la revolución copernicana. 11La evolución del programa anclado en la mecánica de Newton y su superación por el programa de la relatividad especial y general ofrecieron al filósofo un escenario de la mayor importancia para defender su propia normatividad.
No pretendo ser exhaustivo en los ejemplos. Quiero, sin embargo, subrayar que, en todas las reconstrucciones adelantadas, el núcleo firme estaba constituido por un conjunto de principios o preceptos teóricos . Así, por ejemplo, en el núcleo firme del programa de la cosmología ptolemaica, se encuentran el principio que fija la inmovilidad de la Tierra en el centro del universo y el axioma platónico que exige que todo movimiento en el cielo ha de explicarse con círculos o combinaciones de ellos. El programa copernicano, que superó al ptolemaico, fija la inmovilidad del Sol y renuncia al axioma platónico. 12Por su parte, el programa newtoniano inmoviliza, en el núcleo firme, las tres leyes de la mecánica y la ley de la gravitación universal. A su vez, el programa relativista inmoviliza el principio de relatividad generalizado (principio de equivalencia) y la invarianza de la velocidad de la luz.
El programa de investigación cuya reconstrucción racional nos disponemos a ofrecer no fija en el núcleo, y en eso consiste buena parte de nuestra novedad, un conjunto de preceptos o principios teóricos. En el núcleo firme identificamos la defensa de un instrumento o artefacto conceptual. Adoptamos un modelo de reconstrucción, en el que la heurística negativa del programa que nos interesa inmoviliza un instrumento, más que un conjunto de preceptos teóricos. Defendemos que al inmovilizar un instrumento que resulta neutral frente a compromisos ontológicos, es posible encontrar, en el mismo programa de investigación, diferentes enfoques teóricos que, aunque contradictorios entre sí, gravitan en torno al uso del instrumento. Constatamos, entonces, que si bien los investigadores examinados adoptaban compromisos ontológicos en el uso que le daban al instrumento, estos compromisos eran prescindibles, de suerte que podemos atribuir el progreso del programa (en las fases de progreso) al uso mismo del instrumento, antes que a los compromisos ontológicos. En otras palabras, habría sido completamente razonable que ellos hubiesen presentado el núcleo firme tan solo en su naturaleza instrumental.
De ser correcta nuestra evaluación, tendría que ser una historia externa la que explicara por qué cada investigador, en su época y sus circunstancias, adoptó los compromisos ontológicos que acogió. Notamos que, aunque los compromisos de época a época diferían al extremo de parecer contradictorios, aun así los investigadores se identificaban en la defensa del instrumento. Nosotros nos limitamos a mostrar por qué era razonable defender la inmovilidad del instrumento en las épocas que identificamos como “progresivas”.
Presentamos, inicialmente, una definición provisional de “instrumento conceptual”. No pretendemos ser exhaustivos, ni aportar condiciones suficientes y necesarias para el uso de un concepto que, sabemos, requiere una pesquisa filosófica más cuidadosa. Queremos solo darnos una herramienta provisional para iniciar sin demoras la reconstrucción racional que nos interesa.
El Diccionario de la lengua española , de la Real Academia Española, brinda varias acepciones para “instrumento”, entre las cuales rescatamos las siguientes:
(1) Conjunto de diversas piezas combinadas adecuadamente para que sirva con determinado objeto en el ejercicio de las artes y oficios […]. (3) Aquello de que nos servimos para hacer una cosa. […] (5) Lo que sirve de medio para hacer una cosa o conseguir un fin (Real Academia Española, 1992, p. 1176).
Imaginemos que los ejercicios de ofrecer una explicación o de predecir con éxito un acontecimiento futuro hacen parte de prácticas que podemos considerar artes u oficios. No veo qué podría esgrimirse en contra. Así, entonces, cualquier conjunto de piezas combinadas de una manera simple para ofrecer explicaciones o predecir acontecimientos, puede tenerse por un instrumento. El telescopio más simple combina adecuadamente algunas lentes y consigue con ello que tengamos reportes de observación más cuidadosos que los que se obtienen con la vista desnuda, y que pueden ponerse al servicio de predicciones más finas. Este es, pues, un instrumento al servicio de la práctica científica; al igual que lo son el barómetro, el cronómetro, la cámara de niebla, etc.
El cálculo diferencial es, a su turno, un instrumento (conjunto de piezas combinadas adecuadamente), que permite manipular los ritmos de variación de una magnitud con respecto a otra. La invención de dicho instrumento le permitió a Newton controlar, cuidadosamente, la variación en las ratas de cambio de la velocidad de un móvil, cuando este se imaginaba sometido a la acción de fuerzas que variaban de acuerdo con conjeturas que se querían evaluar. A diferencia del telescopio o del barómetro, el cálculo engrana piezas de naturaleza conceptual.
Un mapa es también un instrumento conceptual: presenta, en un plano bidimensional, las relaciones estructurales que existen entre objetos regados en espacios tridimensionales. Ciertos objetos que tenemos por fijos se distribuyen en la superficie esférica de la Tierra, guardando ciertas relaciones de posición entre ellos. Un mapa presenta, en un plano bidimensional (vehículo de la representación), las relaciones que guardan estos objetos y procura, con base en una ley precisa de proyección, que esos arreglos bidimensionales sean isomórficos con los arreglos sobre la superficie de la Tierra.
En resumen, si un artefacto material o una invención de articulaciones conceptuales facilita, y en muchos casos hace posible, una anticipación empírica o contribuye a ofrecer una explicación, no veo tropiezo alguno en tener tales constructos como “instrumentos”. Si la articulación mencionada alude simplemente a piezas conceptuales, diremos, entonces, que se trata de un instrumento conceptual .
Un instrumento es un medio para alcanzar un fin. Podemos, entonces, dejar abierta la posibilidad de la existencia de muchos medios para realizar una misma faena. Sin embargo, podemos esperar que un instrumento facilite la realización de la tarea, es decir, esperamos que sea un medio que supere a los demás en algún aspecto claramente definido. Podemos rasgar una hoja de papel con nuestras manos; pero si la tarea es hacerlo respetando con cuidado unos márgenes finamente trazados, el uso de unas tijeras puede ayudarnos a lograr unos estándares de control más sofisticados.
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