Si bien el autor se dirige a psicoanalistas interesados en atravesar sus resistencias a la matemática lacaniana, bien podría ser útil para un matemático que buscase iniciarse en aquello que la experiencia analítica despeja sobre los asuntos del amor. Escrito con ese humor y espíritu divertido que unía a Lacan con Guilbaud, no excluye el rigor y la agudeza clínica, invitándonos a recorrer, con un saber alegre, la topología desde el amor o el amor desde la topología en una sorprendente continuidad moebiana.
Si eres un estudioso de la topología en la enseñanza de Jacques Lacan tengo que pedirte disculpas de antemano. No creo que este libro cubra tus expectativas. Si en cambio eres un interesado en su obra y su topología, que es tan esencial a la misma, te resulta ajena, este libro pretende que reconsideres esa posición, que te acerques a ella y puedas disfrutarla.
La topología se aleja de esa matemática numérica que a algunos aburre, para presentarnos una serie de elementos con propiedades tan misteriosas como interesantes.
Este texto es el resultado de una serie de cursos dictados en los últimos años en la Maestría en Teoría Psicoanalítica Lacaniana en la Universidad Nacional de Córdoba, que Mariana Gómez y Jorge Assef me han confiado. El curso se ha llamado “Herramientas de la topología y las matemáticas en la enseñanza de Lacan”. Ellos, junto a María Pía Marchese y Agustina Brandi, hicieron que mi estadía en la Universidad de Córdoba fuera un gusto en cada oportunidad, incluso el último año que ha sido virtual.
También he trabajado el tema en el Instituto Clínico de Buenos Aires, donde dicté un curso sobre introducción a la topología en la enseñanza de Jacques Lacan.
Durante la pandemia, Martín Fuster me invitó a dictar un curso virtual en Sinthome , y elegimos el título que culmina en el presente libro. Fue la oportunidad para pasar el abordaje topológico que venía realizando al terreno del amor.
Me pareció apropiado pedirle a mi hija Naymí, futura arquitecta, que realizara las ilustraciones de la tapa y de cada uno de los capítulos. Seguramente mi otra hija, Marila, que se forma para ser psicoanalista, se interesará por este material.
Finalmente, Gisela Calderón ha corregido los escritos; con ella compartimos muchas cosas, entre ellas, largas noches de lectura y también la pasión por el psicoanálisis.
Agradezco a Alejandra Glaze su renovada confianza al realizar la publicación de este libro, el sexto en Grama.
Claudio Godoy, un amigo que está presente desde el comienzo de mi relación con el psicoanálisis, ha tenido la gentileza de prologar el libro.
En definitiva, esto no es más que una introducción a la topología en la enseñanza de Lacan, comprobando su utilidad en un terreno en el que hemos incursionado anteriormente, el amor, pero desde otra perspectiva.
El título es un reflejo de lo que ha ocurrido durante estos años, e incluye también a quienes de alguna manera forman parte de este proyecto. Trabajé el tema en lugares y con personas con las cuales he tenido un vínculo afectivo.
En esta topología del amor están incluidos quienes han cursado estas actividades, con algunos de los cuales hemos construido una transferencia de trabajo. El espacio queda abierto, no tiene adentro ni afuera, para que los lectores de este libro puedan forman parte, si es que lo desean, de esta extraña topología.
TOPOLOGÍA DEL AMOR
I INTRODUCCIÓN A LA TOPOLOGÍA
“Ahora viene un poco de topología”.
Jacques Lacan
1. Un psicoanálisis divertido
En lo que hace a la transmisión, siempre me he orientado por algo que Jacques Lacan plantea al comienzo de su enseñanza: “Cuando más cerca del psicoanálisis divertido estemos, más cerca estaremos del verdadero psicoanálisis”.(1) Para este propósito la topología nos brinda una herramienta invaluable.
Jamás tuve una inclinación natural hacia el campo de las matemáticas; como muchos estudiantes de psicología, supuse que no estaría en mi horizonte. Hasta que me encontré con Lacan.
En la adolescencia comencé a interesarme por la magia y sin sospecharlo, entre los trucos que practicaba, terminé realizando una operación topológica que desconocía. El corte de la Banda de Moebius, al realizarse junto con cortes en otros tipos de bandas, producía un efecto realmente sorprendente. Una banda era común, la de Moebius, con una semitorsión y la otra con una torsión completa. Al cortarlas la primera se divide, la de Moebius sigue siendo una sola banda, aunque con otra estructura, y la última da por resultado dos bandas, pero encadenadas.
Cuando al alemán Carl Friedrich Gauss se le ocurrió otorgarle a la matemática el título de “la reina de las ciencias”, en lugar de establecer su reinado, comenzó con una discusión con respecto a si en verdad podía ser considerada como una ciencia. Habiendo surgido entre las artes liberales, algunos prefirieron ubicarla en ese terreno. A Lacan no le parecía mal que el psicoanálisis se codeara con esa serie donde se encontraban la retórica, la dialéctica, la gramática, la música, la astronomía, la aritmética y la geometría. El psicoanálisis es capaz de compararse con aquellas artes liberales, porque preservan algo de esa relación que postulaban aquellas disciplinas de la medida del hombre consigo mismo. El psicoanálisis podría tratarse entonces de un arte liberal donde se juega por excelencia el uso de la palabra.(2)
A algunos les parecerá un poco extraño que articulemos la topología, una rama de las matemáticas, con el amor. Si me permiten la expresión, porque con ella precisamente ya ingresamos al campo de las matemáticas, me parece algo que resulta perfectamente lógico.
Después que elegí el título, fui a verificar si el mismo tenía antecedentes, lo cual me hubiera parecido razonable. Busqué en Google y extrañamente no encontré nada. Me pareció sorprendente.
Tampoco resulta raro que haya quienes piensen que las matemáticas no tienen injerencia en el campo del amor. En algunas ocasiones la figura de Cupido (de la mitología romana, Eros en la griega), amenaza con lanzar sus flechas sobre aquellos a los que le producirá un efecto de enamoramiento, apareciendo representado con los ojos vendados. Sin embargo, este dios responsable de la atracción humana, muchas veces sabe a quien dispararle la flecha; incluso parece vengarse de quienes se burlaron de él solo por entretenimiento. Si bien el yo generalmente no tiene idea, los psicoanalistas sabemos que hay condiciones en la elección del objeto que son inconscientes.
Creo que muchos estaríamos tentados de subscribir con algo que dice Julio Cortázar en Rayuela . Seguramente lo habrán leído, si no en el libro, en las redes:
Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiera elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.(3)
Muy pocas veces se ha escrito algo tan poético sobre la contingencia del amor. Pero la verdad es que si algo no nos llama la atención seguimos de largo, en general pasa eso, o seguimos de largo o miramos a alguien que nos interesa, pero que sigue de largo. Bueno, también están los encuentros, y los desencuentros en estos casos llegarán más tarde.
Por supuesto, vamos a considerar siempre lo contingente que puede estar presente en un encuentro amoroso. Pero... cuando uno no pasa de largo, se verifica luego en los análisis que operó algo que forma parte de un proceso de repetición.
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