Simmons Kristen - Tres (Artículo 5 #3)

Здесь есть возможность читать онлайн «Simmons Kristen - Tres (Artículo 5 #3)» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Tres (Artículo 5 #3): краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Tres (Artículo 5 #3)»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Tercera entrega de la saga Artículo 5.Ember Miller y Chase Jennings están listos para dejar de correr. Luego de semanas de ocultarse como dos de los criminales más buscados de la Oficina Federal de Reformas, finalmente llegan a un refugio, donde esperan vivir una vida segura y tranquila, pero se encuentra el lugar completamente en ruinas. Devastados, Ember y Chase siguen lo único que les queda: las huellas que se alejan de los restos. Obligados a desplazarse a escondidas por entre las ruinas de ciudades abandonadas, finalmente encuentran a quienes escaparon del refugio, y juntos buscan un lugar para esconderse del que han oído hablar, donde se rumorea que se encuentra una organización llamada Tres, que ahora se convierte en su última esperanza.

Tres (Artículo 5 #3) — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Tres (Artículo 5 #3)», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—Ni modo —dijo Sean, y tomó el estuche. Giró varias veces los pequeños números oxidados, pero la caja permaneció tercamente cerrada.

Chase se masajeó la nuca.

—Quizá contenga algo negociable.

—Quizá valga la pena conservarla —dijo Sean, levantando los ojos para ver a Rebecca, que ahora observaba desde el umbral de la puerta—. Analgésicos, medicamentos, alguna cosa.

—Quizá más cucarachas —agregué yo.

Sean retiró las manos de la caja, simuló una arcada y la recogió de nuevo.

—Meros insectos —balbució—. Los verdaderos hombres no les temen a los insectos. Aunque tengan pequeñas cabecitas y enormes cuerpos relucientes.

Escuchamos unas voces afuera que nos distrajeron del hallazgo y nos condujeron a la puerta principal, donde vimos una figura bajo la lluvia. A pesar de que Jack nos invitaba a acercarnos desde el garaje, yo me negaba a descender los escalones. Aunque la manada de perros no se veía por ahí, eso no significaba que yo no los presintiera merodeando en la oscuridad.

—Parece que encontraron algo —dijo Rebecca, y puso una serie de tazas que había recogido en el aparador de la cocina, sobre las barandas del porche, donde empezaron a llenarse con agua lluvia. Alcé una y me enjuagué la boca para quitarme un sabor amargo que se había acumulado allí, agradecida con Rebecca por haber pensado en ello.

—Ellos no fueron los únicos que encontraron algo —farfullé.

Jack, maldiciendo el mal tiempo, acercaba una canasta de madera a la casa. Todo parecía indicar que venía pesada. Jack la reacomodó en la cadera y avanzó bajo la lluvia. Billy lo seguía detrás, con la camiseta pegada al pálido y flaco pecho. En nuestra prisa por refugiarnos, no nos tomamos la molestia de examinar el garaje.

—Para nada mal, ¿verdad? —dijo Billy, y descargó su fardo en el combado suelo del porche.

Dentro del cajón había una docena de latas oxidadas de comida. Abrí los ojos como platos, y mi barriga vacía saltó de regocijo.

—Hay un camión de Horizontes —dijo Jack, pero no parecía muy contento. Bueno, no parecía contento con nada desde que cayó Chicago. La verdad tampoco había mucho que celebrar. —Todas las otras casas en esta calle ya han sido saqueadas —agregó.

Rat fue el último en volver, con un enorme abrigo verde sobre sus hombros. Le sacudió, engreído, las mangas.

—¿Se puede conducir el camión? —pregunté. Rebecca podía hacerse en la cabina mientras reconocíamos la playa.

—No, a menos que tengas cuatro neumáticos de repuesto —dijo Billy—. Los cuatro están pinchados.

Chase se rascó la coronilla.

—El pueblo está saqueado, ¿qué hace aquí un camión de suministros?

—Qué más da —dijo Jack, abriendo una lata de duraznos con su cuchillo. La tapa soltó óxido y el almíbar le rodó por la barba incipiente del mentón al tiempo que se sorbía el contenido.

—Espera, Chase tiene razón —dije—. ¿Por qué demonios somos los primeros en encontrar estas cosas? A mí me parece que esto lo surtieron después de evacuar.

Nunca había visto dejar tanta comida en un único lugar. Nadie que yo conociera dejaría un camión de Horizontes sin supervisar, a menos que estuviera al cuidado de empleados gubernamentales.

Volví la mirada a los cuerpos sobre la cama y me recorrió un escalofrío.

—Quizá Wallace lo reabasteció —dijo Billy.

Chase y yo nos cruzamos una angustiosa mirada.

—Él robó miles de camiones de Horizontes en Knoxville. —Aunque Billy se encogió de hombros, los ojos sí se le iluminaron—. Tal vez él sabía que nosotros veníamos —agregó serenamente.

Yo no sabía qué pensar. Las latas de comida a todas luces habían pasado años aquí.

—O quizá esté muerto —dijo Jack sin rodeos, y señaló hacia el garaje—: ¿No les dije que recogieran el otro cajón?

Fruncí el ceño en señal de reproche cuando Billy se encorvó y arremetió de vuelta a la lluvia.

—¿Ahora qué? —vociferó Jack—. ¡Dios mío, como si todos no estuviéramos pensando lo mismo!

—¡Cállate, Jack! —le dije.

No tenía idea de quién podía haber dejado los alimen­tos, pero sabía que no habían sido los sobrevivientes del re­fu­gio. No hubieran tenido la menor oportunidad de acopiar suministros antes de que cayeran las bombas. De estar vivos, estarían rebuscando comida, como nosotros.

—Bien. Parece que también ustedes encontraron algo —dijo Rat.

A mis espaldas, Sean balanceaba la caja metálica de seguridad al interior de un lado de la casa. Esta golpeó produciendo un golpe seco.

Justo sobre su hombro, afuera, al lado de la puerta principal, había un único número en metal negro que indicaba la dirección de la casa. Estaba cubierto por una espesa capa de óxido y tenía los bordes corroídos.

“Tres”.

Chase señaló moviendo la cabeza hacia la puerta de la habitación.

—La cuidaban, la caja, un par de fiambres.

Rat olisqueó con la puntiaguda nariz.

—¿Todavía frescos?

—No —dije, y deseé olvidar esa imagen para siempre.

Sean sacudió la caja y se escuchó de nuevo el ruido metálico.

—Intenté dar con la clave, pero tal vez sea mejor abrirla de un tiro.

—Tres —dije en voz alta. Los demás guardaron silencio y me miraron.

—Son cuatro números —dijo Sean.

Chase vio lo que yo había visto.

—Intenta: cero, uno, uno, uno. O tres ceros y luego un tres —dijo.

Sean procedió. El pasador de la caja abrió con un “clic”.

Dentro había una pistola y una caja con munición. Miramos asombrados, en silencio, durante un segundo, el contenido antes de que Jack la sacara. Deslizó el cargador. Había una bala en la recámara. Oí el clic con un sobresalto.

—Tu colega también dejó esto por aquí —le dijo Jack a Billy, que regresaba con otro cajón—. Te está esperando adentro.

Billy miró a través de la puerta y se ruborizó. Chase le lanzó al jefe de Chicago una mirada fulminante al tiempo que Rat se reía.

—Déjalo en paz —le advirtió Chase, que volvió a concentrarse en la pistola—: Ember, tiene razón. Alguien estuvo aquí y quienquiera que haya dejado el arma, la dejó hace poco.

—¿Por qué dices eso? —preguntó Sean.

—El cargador está limpio, sin seguro —contestó—. A menos que alguien lo limpiara hace muy poco, la humedad y el polvo hubieran bloqueado el mecanismo.

Jack enarcó las cejas y se tocó la sien con el cañón de la pistola.

El tiempo se detuvo.

—No dejas de pensar ni un segundo, ¿verdad, Billy? —dijo chasqueando los dedos, y luego le arrojó el arma—. ¿Cierto, Gordinflón? Sin ofender, claro.

Así apodó a Billy desde que se vieron.

Con indecisión, como esperando alguna broma, Billy cogió el arma y se la puso al cinto, en la espalda, al modo de Chase.

Jack soltó una carcajada, y dijo:

—¿Quién se nos volvió ahora el gran hombre, ah?

El comentario me hizo rechinar los dientes.

—¿Crees que fueron ellos? —preguntó Sean—. ¿Tres?

Eludí a Jack y volví a la entrada. Sentí que me hervía la sangre al tiempo que delineaba el número 3 con la yema de los dedos. Un arma oculta en una casa señalada con el signo de la resistencia. Definitivamente estas cosas se las habían dejado a alguien.

Recordé lo que Sean había contado semanas atrás, en Knoxville. Los transportadores recibían mensajes de Tres en el refugio para que de allí los distribuyeran en otros ramales. Corría el rumor de que su base estaba ubicada en el mismo lugar, pero nadie parecía saberlo a ciencia cierta. Quizá no fuera más que una coincidencia, pero ¿qué tal que Tres hubiera usado esta casa como una especie de punto de encuentro? ¿Una especie de bodega para sus suministros? Era evidente que alguien había estado aquí hace poco, y eso significaba que alguien de Tres todavía podía estar vivo, y de ser así, teníamos que encontrarlo. Si las ramas de la resistencia pudieran unificarse, nos sería posible contraatacar a la MM, pero para hacerlo, necesitábamos la inteligencia de Tres.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Tres (Artículo 5 #3)»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Tres (Artículo 5 #3)» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Tres (Artículo 5 #3)»

Обсуждение, отзывы о книге «Tres (Artículo 5 #3)» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x