Pedro Sánchez Jacomet - El tren del páramo

Здесь есть возможность читать онлайн «Pedro Sánchez Jacomet - El tren del páramo» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El tren del páramo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El tren del páramo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El tren del páramo
Al comienzo del franquismo una catalana de familia acomodada conoce en el tren a un capitán de complemento del que se enamora. Del matrimonio nacerá el protagonista que será educado según las normas fascistas de la España una, grande y libre. Se verá influido, por un lado, de sus abuelos catalanes republicanos (perdedores de la guerra civil, y perseguidos), y por el otro, de las ideas de un padre falangista de la vieja guardia, autoritario, y de una madre católica, fanática, del bando de los vencedores. Blanch, el protagonista, conoce Cataluña en su adolescencia de boca de sus abuelos, personas con ocho apellidos catalanes, así como la historia escondida de España, la historia de los vencidos. ¿Cómo le afectará la educación castrante y autoritaria recibida de sus progenitores y los malos tratos del colegio religioso donde estudia el bachillerato? ¿Conseguirá llegar a ser un hombre de provecho como siempre le dice su padre? ¿Logrará aceptar su sexualidad a pesar del tabú y del pecaminoso sexto mandamiento inculcado por los curas? ¿Cómo le afectará la discriminación de ser catalán en la sociedad madrileña de la época? ¿Podrá aunar el sentirse catalán- como sus queridos abuelos-y español al tiempo?
Su amigo del alma, Nebreda– segundo protagonista–, es su compinche de juegos y dudas sexuales de iniciación durante la adolescencia; juegan, comparten aficiones, y se toman un gran cariño. Pierden el contacto durante su etapa universitaria aunque se reencuentran—paradojas del azar—en su vida laboral. Pero Blanch descubre a un Nebreda trasmutado que le recuerda a un afectado por el síndrome tóxico: ¡está tan distinto! Era atractivo y seductor de chicas en su barrio, ahora no es el mismo, medio calvo y demacrado en grado sumo le sorprende y preocupa. ¿Qué le ha sucedido? Blanch le ayuda, recuerdan juntos los viejos tiempos, para descubrir qué le sucede; en el interior de Nebreda se esconde un trauma, como amigo fiel intentará denodadamente hacer de psicólogo

El tren del páramo — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El tren del páramo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

… “Lástima que ninguno de los tres hermanos tuviera edad para ver y sentir los comienzos del chalé “Villa Lolita”, nombre con el que el padre—enamorado como pocos—bautizó la finca en honor de su mujer”, piensa el señor Blanch, paseando absorto por la rambla de santa Mónica. “Pero el Larguirucho no podía figurarse que, con el paso del tiempo—que todo lo transforma—sus padres y él vivirían la época de las vacas flacas por la nueva casa—junto con los abuelos Narcís y Merçè que corrían con muchas facturas—, mientras que sus tres hermanos pequeños disfrutarían la de las gordas cuando él se casara; incluso pagarían con desagradecimiento e incomprensión el esfuerzo del primogénito. La ignorancia es muy atrevida y las diferencias que los padres hicieron con sus cuatro hijos lo fueron aún más”…

…La madre y Merçè trajeron el café y una copita que conducía al purito, un habano que solía traer Narcís (del mismo tamaño a los Cohibas que se zurraría años después el presidente Felipe González). La charla pasaba del castellano al catalán y viceversa, los abuelos y la madre—entre ellos hablaban siempre en catalán—cambiaban automáticamente cuando se dirigían a los demás. El Larguirucho sube a su cuarto y en la cama, le da vueltas a la cabeza.

—¡No lo entiendo! Es imposible — concluye hablando solo, cabeceando a derecha e izquierda.

«Tiran más dos tetas… que dos carretas. Para que tenga sentido, al dicho le falta algo».

Por la noche, en la cama, no deja de discurrir con los pocos elementos de los que dispone. Piensa en los rodales de líquido viscoso dejados en su calzoncillo, en las palabras “escandalosas” de Eduardo. Aun le faltan algunas piezas del rompecabezas vital. El sueño quiere vencerle y lo consigue al fin —fue un día muy excitante—, pero su cabeza continúa al ralentí, soñando.

Al día siguiente recuerda a su madre dos años antes, gordísima, el barrigón le creció en un santiamén, comiendo lo mismo, el golpe que le dio jugando; y lo peor, el enfado del abuelo que le dolió tanto. El Larguirucho se despertó agitado y sudando. Fue al baño y en su cama, continuó: «después de aquello, nadie me aclaró nada de nada. Ni el abuelo ni mis padres».

Estaban en el recreo, salieron con ganas a la calle, y de allí al campo no había nada.

—¿Qué es el viento?—dice un compañero.

—Las orejas de Jesús en movimiento—contesta otro.

Empleaban el retintín para molestarle, sino perdía gracia, menudos cabrones eran algunos de sus compañeros. Jesús era un chico alto, uno ochenta, fuerte y con pinta de ogro en la expresión de sus ojos. Enseguida comprobó que se trataba solo de su apariencia, “perro ladrador poco mordedor”. No tenía muchas luces, pero no se metía con nadie, sus orejas, grandes como soplillos, muy separadas de la cabeza, y sus ojos, pequeños y legañosos. No era guapo, pero ¿quién lo era a esa edad?: unos bajitos, otros gorditos, otros—como el Larguirucho—, altos y delgados. Uno de los listillos, Ángel, le bautizó como “el orejas”. Él y Eduardo siempre se metían con Jesús.

—Orejas ¿juegas a policías y ladrones?—dice Ángel, cogiéndole cariñoso por el hombro.

Ambos querían que jugara con ellos, corría bastante, menudas zancas tenía el orejas. A Blanch no le hacía gracia. Jesús El orejas era el único capaz de alcanzarle en campo abierto. Jesús contestó molesto a Ángel.

—Te la vas a ganar—dice—, te voy a dar un par de hostias—y le dio un empujoncito de nada.

Puso la cara del ogro del cuento, su compañero dio un traspié, casi se cae. Si le hubiera dado un par de puñetazos o un empujón, lo habría tirado al suelo, seguro, le sacaba treinta centímetros y mogollón de músculos. Pero los listillos le tenían tomada la medida.

—Macho, anda, juega de poli —dice Ángel—. Ya verás, cogeremos a Blanch, tú puedes hacerlo, les ganaremos.

El Larguirucho corrió casi toda la hora de recreo por las interminables calles, desiertas, del polígono de Santa Marca. Al final sólo quedaron con fuelle Eduardo, Jesús, Nebreda y él mismo. El resto de los policías y de los ladrones estaban reventados o formaban parte de la cadena de prisioneros que, con los brazos extendidos, esperaban su liberación. Nebreda y el Larguirucho hablaron de la estrategia a seguir, Blanch haría de cebo, se acercaría a los prisioneros, su amigo aprovecharía para aparecer de improviso, y liberarlos. Le tenían unas ganas tremendas, al ver aparecer corriendo al ladrón por el inmenso campo, Ángel dio órdenes, y Jesús y Eduardo salieron como galgos a por él. A unos cincuenta metros de los prisioneros recorrió un amplio arco para arrastrarlos y alejarlos de la cadena humana. Daba zancadas largas para fatigarse menos. Jesús y Eduardo vieron la posibilidad de atrapar a su liebre, cada vez estaba más cerca. Pusieron toda la carne en el asador, Jesús se acercó tanto que le tenía a tiro. La liebre giró la cabeza hacia los prisioneros—sólo había un poli vigilando—, y Nebreda, astuto, salió desde el lado opuesto a Ángel, tocó la mano del último eslabón de la cadena. Los ladrones se habían liberado, elevó la mano en señal de alegría, y sus perseguidores aflojaron la marcha desanimados. Vuelve cansado, el aula espera para la clase siguiente, sigue con su inacabado rompecabezas vital, parece que comienzan a encajar mejor las piezas. «Los hombres debemos tener algo dentro de ese líquido viscoso recién descubierto en los calzoncillos que hace crecer al niño dentro de la mujer, pero ¿cómo? ¿Quizás, como decía Eduardo, introduciendo el pito en la rajita que tienen las chicas?». Él había visto a su hermana cuando su mamá le aseaba. «No tenía pito como los niños, solo una rajita en el mismo sitio». Quedaban sólo unos minutos para la clase siguiente.

Al final de las clases los polis y ladrones bajan por la calle curva que empezaba en la puerta y está sembrada de baches llenos de agua en invierno. En las tormentas de primavera y verano se convertía en un río que arrastraba todo: la tierra, papeles, hojas secas, taponando las alcantarillas. El agua, al no encontrar sumidero, entraba por debajo de las puertas de los garajes, inundándolo todo. Una vez, los tablones de madera que había en el sótano del chalé, fueron galeones de los intrépidos roedores grises que se convirtieron en piratas del pequeño mar que se formaba siempre. El Larguirucho tenía guardados en un armario a buen recaudo los equipos y reactivos de los experimentos. Entonces llovía de verdad, él recuerda un año que llovió quince o veinte días, sin tregua. Las piedras de los arriates creaban musgo, las juntas de las escaleras, la arena del jardín, todo, verdeaba.

—¡Tramposos!—dice Ángel.

—¿Por qué? —dice Blanch.

—Nebreda salió de un sitio prohibido, no cumplisteis las normas.

—No jodas—dice él. Muchas veces hemos llegado hasta las cocheras de los autobuses, y nadie dijo nada. Pero claro hoy habéis perdido. No sabéis perder.

—No es igual—dice Eduardo. Entró en la colonia, no es legal.

El orejas no decía esta boca es mía. Miraba a derecha e izquierda.

—Hicisteis lo que os salió de los huevos—dice Ángel ¡Eh Orejas! ¿No dices nada? Después del palizón que te diste.

—Jesús hizo lo que pudo—dice Blanch—. Corrió bien, casi me coge, pero acepta la derrota ¿A que sí?

—¡Orejas!—chilla Eduardo— ¿Lo escuchas? Dice que corre más que tú.

—No mientas—dice Blanch—. No he dicho eso. Dije que hemos ganado sin trampas. A veces se gana, otras se pierde.

—Sois unos maricones—interviene Ángel.

Querían calentar el ambiente, tenían un plan. A saber qué buscaban los listillos.

—El orejas corre más que tú —dice Eduardo. Es más alto y más fuerte ¿A que sí? —y mira a Jesús animándole a que se midan.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El tren del páramo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El tren del páramo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El tren del páramo»

Обсуждение, отзывы о книге «El tren del páramo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x