Algunos nombres aparecen en cursiva, por ejemplo, Elías . Son las chapas o nombres políticos que usaban los militantes en la clandestinidad. También se han marcado de esa forma los apodos conocidos de personas que aparecen con sus nombres reales. Otros nombres aparecen con comillas, por ejemplo “Marcos”: estos son inventados, para ocultar identidades.
La Parte I describe un hito muy relevante en la historia del Partido Socialista de Chile, que sirve para comprender parte de lo que vendría: el Congreso de La Serena de 1971, que formula las estructuras orgánicas que le permitirán tener cierta preparación para la clandestinidad. La Parte II relata cómo los militantes del partido vivieron la derrota y la muerte el día del golpe militar de septiembre de 1973, y después. La Parte III describe las estructuras partidarias en la clandestinidad, y la vida y acciones de los militantes que las mantuvieron, con un riesgo personal enorme.
En el primer capítulo de la tercera parte se tratan las direcciones clandestinas. El segundo relata los pormenores del “Documento de marzo”, que entrega las directrices para mantenerse en la ilegalidad. El tercero trata el surgimiento y desarrollo de Unidad y Lucha , el periódico socialista. El cuarto hace un recuento del Pleno de La Habana, la reunión del Comité Central que se llevó a cabo en abril de 1975 en la capital cubana. El quinto relata los acontecimientos que llevaron al desmantelamiento de las direcciones clandestinas tras el ataque de agentes de la Dina. El sexto capítulo describe la conformación y actividad de la tercera dirección clandestina. El séptimo, la rearticulación partidaria en regiones. El octavo capítulo narra los hitos de la lucha socialista en el destierro para ayudar al interior. Finalmente, el noveno revisa las circunstancias que llevaron a la división de la organización en marzo de 1979.
C.P.
Direcciones clandestinas1
DIRECCIÓN DEL PS EL 11 DE SEPTIEMBRE
Carlos Altamirano
Rolando Calderón
Arnoldo Camú
Hernán del Canto
Fidelia Herrera
Alejandro Jiliberto
Ricardo Lagos Salinas
Jaime López (JS)
Carlos Lorca (JS)
Luis Lorca (JS)
Ariel Mancilla (JS)
Eduardo Paredes
Exequiel Ponce
Gustavo Ruz
Adonis Sepúlveda
Erich Schnake
Ariel Ulloa
Luis Urtubia
Marcelo Zenteno
Víctor Zérega
PRIMERA DIRECCIÓN CLANDESTINA
Rolando Calderón
Arnoldo Camú ( Agustín ) Fidelia Herrera (Delia) Alejandro Jiliberto Ricardo Lagos Salinas ( Renato ) Jaime López ( Pablo ) Carlos Lorca ( Sebastián ) Ariel Mancilla ( Gabriel) Exequiel Ponce ( Mario , Viejo , Cheque ) Gustavo Ruz ( Pollo ) Víctor Zérega
SEGUNDA DIRECCIÓN CLANDESTINA
Patricio Barra ( Aníbal ) Juan Carvajal ( Manuel Hernández Rojas ) Óscar de la Fuente Vicente García Carlos González Anjarí Jaime López ( Pablo ) Gregorio Navarrete Iván Párvex Eduardo Negro Reyes
TERCERA DIRECCIÓN CLANDESTINA
Albino Barra ( Álvarez ) Patricio Barra ( Aníbal ) Eduardo Charme ( Fernando ) Germán Correa ( Víctor ) Raúl Díaz ( Juan Carlos García ) Gerardo Espinoza Luis Espinoza ( Arturo ) Silvio Espinoza ( Elías ) Sergio García Vicente García Eduardo Gutiérrez ( Andrés ) Augusto Jiménez ( Jara ) Luis Jiménez ( Pescado , Chico , Huasito ) Luis Maluenda ( Jota D ) Ramón Montes ( Enrique González ) Andrés Ramírez Ricardo Solari ( Javier ) Akin Soto ( Cristian ) Julio Stuardo Alberto Zérega
I. Congreso de La Serena (1971)
Todo lo que he sido y soy se lo debo al Partido Socialista y a la Unidad Popular…
SALVADOR ALLENDE
Dos meses después de la asunción de Salvador Allende y del comienzo del gobierno de la Unidad Popular, se reúnen en La Serena los delegados socialistas para realizar el XXIII Congreso de la organización. Allende concurre al evento, por primera vez como Presidente de Chile: “He llegado a esta provincia y a esta ciudad, que tengo en mi corazón, para participar, como es mi deber, en un torneo partidario. No puedo ni podré jamás olvidar que todo lo que he sido y soy se lo debo al Partido Socialista y a la Unidad Popular. Por eso he venido para hablar esta mañana en mi condición de militante socialista. Ahora voy a hacerlo frente a ustedes, como es mi obligación y mi derecho, en calidad de compañero Presidente de Chile”.2 En el discurso reconoce ante sus camaradas su profunda vocación militante y le atribuye al partido la condición de motor de su administración.
En un hecho que inaugura las profundas dificultades que el PS vivirá como colectividad de gobierno, la cuenta del secretario general, senador Aniceto Rodríguez, quien había llevado al partido a su mayor victoria histórica, se aprueba a duras penas en segunda votación: 53 a favor y 79 abstenciones.3 En la práctica, los delegados le rechazan la cuenta. La actitud de la mayoría indigna a los “anicetistas”, “guatones” o “socialdemócratas” (el ala más moderada del partido), que se retiran del congreso, entre ellos parlamentarios como Mario Palestro y Carmen Lazo.4 Se van entonando la Marsellesa en medio de las pifias de los que se quedan.
Uno de los que abandonan molestos el salón es el exdiputado Albino Barra Villalobos. A él –explica su hijo Ulises, que estuvo en ese congreso como delegado–, “Altamirano le pide que vaya en su lista para integrar el Comité Central. Mi papá le dijo que no, ‘porque tú vas con una maraña de oportunistas y revolucionarios que le van a hacer la vida imposible al Presidente de la República’”. Cinco años más tarde, Albino Barra, con los seudónimos de Álvarez y El Patriarca, se convertirá en el dirigente más importante del PS en el interior.
En el XXIII Congreso se produce una alianza entre los delegados allendistas –que en ese momento se alejan de los anicetistas–, los extrotskistas y los “elenos”5 para designar a Carlos Altamirano como secretario general. Así, a comienzos de 1971 los sectores más moderados de la colectividad quedan sin participación en la máxima dirección, lo que tendrá grandes repercusiones en la administración de Allende y durante la clandestinidad.
Con la nueva dirección acceden a los puestos de primera línea militantes que postulaban con mayor énfasis que el PS debía convertirse en una organización verdaderamente revolucionaria. En sus palabras, armada “de la teoría socialista, esta nueva Dirección Nacional, que representa una renovación profunda de sus cuadros dirigentes, se propone establecer una mayor vinculación con las masas”. El grupo que asumía la conducción se había venido fortaleciendo desde el Congreso de Chillán de 1967, que resuelve que la toma del poder “para instaurar un Estado revolucionario que libere a Chile de la dependencia y el atraso económico, cultural, e inicie la construcción del socialismo”6 era el objetivo estratégico que debía alcanzar esa generación de militantes, y que para ello las “formas pacíficas o legales de lucha” no eran suficientes.
Este objetivo se enmarcaba en la estrategia del frente de trabajadores que el PS sostenía desde el XVI Congreso de Valparaíso realizado en 1955, y que surge del análisis socialista que considera agotados los frentes (coaliciones) con partidos burgueses.7 Así, el Partido Socialista adopta ya a mediados de los años cincuenta la estrategia revolucionaria que chocará con la de Salvador Allende durante la UP y hará crisis en los años de clandestinidad.
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