Charles Dickens - Grandes Esperanzas

Здесь есть возможность читать онлайн «Charles Dickens - Grandes Esperanzas» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Grandes Esperanzas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Grandes Esperanzas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La vida del joven Pip, un pequeño huérfano que vive bajo el cuidado de su hermana, la señora Joe, está a apunto de cambiar gracias a un encuentro inesperado durante una visita a la tumba de sus padres. Inmediatamente después de esto, el señor Joe consigue trabajo en una mansión semi abandonada, dirigida por la señora Havisham, una viuda excéntrica que aún usa su vestido de novia. Ahí conoce a la bella, pero sumamente fría, Estella, de quien se enamora perdidamente. Sin saberlo, van sucediendo los hechos que lo acompañarán por el resto de su vida. Grandes esperanzas, ambientada en la Inglaterra de 1812, es considerada un clásico de Charles Dickens, un retrato completo de la época, en donde se pintan, las enfermedades, la pobreza y el permanente deseo de encontrar un pequeño lugar en las esferas de la clase alta. Esto, siempre, acompañado de un amor imposible.

Grandes Esperanzas — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Grandes Esperanzas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

No había duda alguna de ello, pobre Joe.

—Sin embargo, Pip —añadió Joe revolviendo las brasas—, si he de hacer justicia a mi padre, he de confesar que tenía muy buen corazón, ¿no te parece?

Yo no lo comprendía así, pero me guardé muy bien de decírselo.

—En fin —añadió Joe—. Alguien debe cuidar de que hierva la olla, porque sola no se pone por sí misma al fuego y llena de comida. ¿No te parece?

Yo estuve conforme con esta opinión.

—Por esta razón, mi padre no se opuso a que yo empezara a trabajar. Así, pues, tomé el oficio que ahora tengo, y que también era el suyo, aunque nunca lo hubiera practicado.

—Y trabajé bastante, Pip, te lo aseguro. Al cabo de algún tiempo ya estuve en situación de mantenerlo, y continué manteniéndolo hasta que se murió de un ataque de perlesía. Y tuve la intención de hacer grabar sobre su tumba: “Acuérdate, lector, de que tenía muy buen corazón”.

Joe recitó esta frase con tan manifiesto orgullo y satisfacción que le pregunté si la había compuesto él.

—Sí —me contestó—. Yo mismo. La hice en un momento, y tan de prisa como cuando se quita de un golpe la herradura vieja de un caballo. Y he de confesarte que me sorprendió que se me hubiera ocurrido y apenas podía creer que fuera cosa mía. Según te decía, Pip, tenía la intención de hacer grabar estas palabras en su tumba, pero como eso cuesta mucho dinero, no pude realizar mi intento. Además, todo lo que hubiera podido ahorrar lo necesitaba mi madre. La pobre tenía muy mala salud y estaba muy quebrantada. No tardó mucho, la pobrecilla, en seguir a mi padre, y muy pronto pudo gozar del descanso. Los ojos de Joe se habían humedecido, y se los frotó con el extremo redondeado del hierro con que atizaba el fuego.

—Entonces me quedé solo —añadió Joe—. Vivía aquí sin compañía de nadie, y en aquellos días conocí a tu hermana. Y puedo asegurarte, Pip —dijo mirándome con firmeza, como si de antemano estuviera convencido de que yo no sería de su opinión—, que tu hermana es una mujer ideal.

Yo no pude hacer más que mirar al fuego, pues sentía las mayores dudas acerca de la justicia de tal aserto.

—Cualesquiera que sean las opiniones de la familia o del mundo acerca de este asunto, vuelvo a asegurarte, Pip —dijo Joe golpeando con la mano la barra de hierro al pronunciar cada palabra—, que... tu... hermana... es... una... mujer... ideal.

Yo no pude decir más que:

—Me alegro mucho de que así lo creas, Joe.

—También me alegro yo —replicó—. Y estoy satisfecho de pensar así. ¿Qué me importa que tenga la cara roja o un hueso más o menos?

Yo observé sagazmente que si esto no significaba nada para él, ¿a quién podría importarle?

—No hay duda —asintió Joe—. Eso es. Tienes razón, muchacho. Cuando conocí a tu hermana se hablaba de que ésta te criaba “a mano”. La gente le alababa mucho por esta causa, y yo con los demás. Y en cuanto a ti —añadió Joe como animándose a decir algo muy desagradable—, si hubieras podido ver cuán pequeño, flaco y flojo eras, no habrías tenido muy buena opinión de ti mismo.

Como estas palabras no me gustaron, le dije:

—No hay por qué ocuparse de lo que yo era, Joe.

—Pero yo sí que me ocupaba, Pip —contestó con tierna sencillez—. Cuando ofrecí a tu hermana casarme con ella, y a su vez se manifestó dispuesta a casarse conmigo y a venir a vivir a la fragua, le dije: “Tráete también al pobrecito niño, Dios lo bendiga.” Y añadí: “En la fragua habrá sitio para él.”

Yo me eché a llorar y empecé a pedirle perdón, arrojándome a su cuello. Joe me abrazó diciendo:

—Somos muy buenos amigos, ¿no es verdad, Pip? Pero no llores, muchacho. Cuando pasó esta escena emocionante, Joe continuó diciendo:

—En fin, Pip, que aquí estamos. Ahora, lo que conviene es que me enseñes algo, Pip, aunque debo advertirte de antemano que soy muy duro de mollera, mucho. Además, es preciso que la señora Joe no se entere de lo que hacemos. Tú me enseñarás sin que lo sepa nadie. Y ¿por qué este secreto? Voy a decírtelo, Pip.

Empuñaba otra vez el hierro con el que se servía para atizar el fuego y sin el cual me figuro que no habría podido seguir adelante en su demostración.

—Tu hermana está entregada al gobierno.

—¿Entregada al gobierno, Joe?

Me sobresalté por haber tenido una idea vaga, y debo confesar que también cierta esperanza de que Joe se había divorciado de mi hermana en favor de los Lores del Almirantazgo o del Tesoro.

—Sí, entregada al gobierno —replicó Joe—. Con lo cual quiero decir al gobierno de ti y de mí mismo.

—¡Oh!

—Y como no es aficionada a tener alumnos en la casa —cóntinuó Joe —, y en particular no le gustaría que yo me convirtiera en estudiante, por temor a que luego quisiera tener más autoridad que ella, conviene ocultárselo. En una palabra, temería que me convirtiera en una especie de rebelde. ¿Comprendes?

Yo iba a replicar con una pregunta, y ya había empezado a articular un “¿Por qué...?”, cuando Joe me interrumpió:

—Espera un poco. Sé perfectamente lo que vas a decir, Pip. Espera un poco. No puedo negar que tu hermana se ha convertido en una especie de rey absoluto para ti y para mí. Y eso desde hace mucho tiempo. Tampoco puedo negar que nos maltrata bastante en los momentos en que se pone furiosa — Joe pronunció estas palabras en voz baja y miró hacia la puerta, añadiendo—: Y no puedo menos de confesar que tiene la mano dura.

Joe pronunció esta última palabra como si empezara, por lo menos, con una docena de “d”.

—¿Que por qué no me rebelo? ¿Esto es lo que ibas a preguntarme cuando te interrumpí, Pip?

—Sí, Joe.

—Pues bien —dijo éste, tomando el hierro con la mano izquierda a fin de acariciarse la patilla, ademán que me hacía perder todas las esperanzas cuando lo advertía en él—, tu hermana es una mujer que tiene cabeza, una magnífica cabeza.

—Y ¿qué es eso? —pregunté, con la esperanza de ponerlo en un apuro.

Pero Joe me dio su definición con mucha mayor rapidez de la que yo hubiera supuesto y me impidió seguir preguntando acerca del particular, contestando, muy resuelto:

—Ella.

Hizo una pausa y añadió:

—Yo, en cambio, no tengo buena cabeza. Por lo menos, Pip, y quiero hablarte con sinceridad, mi pobre madre era exactamente igual. Pasó toda su vida trabajando, hecha una esclava, matándose verdaderamente y sin lograr jamás la tranquilidad en su vida terrestre. Por eso yo temo mucho desencaminarme y no cumplir con mis deberes respecto a una mujer, lo que tal vez ocurriría si tomara yo el mando de la casa, pues entonces, posiblemente, mi mujer y yo seguiríamos un camino equivocado, y eso no me proporcionaría ninguna ventaja. Créeme que con toda mi alma desearía mandar yo en esta casa, Pip; te aseguro que entonces no habrías de temer a “Thickler”; me gustaría mucho librarte de él, pero así es la vida, Pip, y espero que tú no harás mucho caso de esos pequeños percances.

A pesar de los pocos años que yo tenía, a partir de aquella noche sentí nuevos motivos de admiración respecto a Joe. Desde entonces no sólo éramos iguales como antes, sino que, desde aquella noche, cuando estábamos los dos sentados tranquilamente y yo pensaba en él, experimentaba la sensación de que la imagen de mi amigo estaba ya albergada en mi corazón.

—Me extraña —dijo Joe levantándose para echar leña al fuego— que a pesar de que ese reloj holandés está a punto de dar las ocho, ella no haya vuelto todavía. Espero que la yegua del tío Pumblechook no haya resbalado sobre el hielo ni se haya caído.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Grandes Esperanzas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Grandes Esperanzas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Grandes Esperanzas»

Обсуждение, отзывы о книге «Grandes Esperanzas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x